Uno de los capitanes de Bolognesi
El monumento que se levanta en Lima en el distrito de San Isidro, muy cerca de la intersección de la avenida Javier Prado con Camino Real, conserva la memoria de un personaje militar atado a la historia nacional con los vínculos de la sangre derramada en Tarapacá y Arica, se trata del capitán argentino, teniente coronel y posteriormente general del ejército peruano, don Roque Sáenz Peña Lahitte, uno de los pocos sobrevivientes del asalto chileno al Morro de Arica el 7 de junio de 1880.
En la batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879) sirve bajo el mando del coronel Andrés Avelino Cáceres, cuando se obtiene un triunfo aplastante aunque transitorio sobre las tropas de Chile.
Uno de los lados del pedestal de su monumento en Lima registra el mensaje que expresa la razón por las que nuestro actor hizo las armas por el Perú en horas de guerra:
Monumento al General Roque Sáenz Peña, Lima, Av. Javier Prado
7 de junio de 1880.- Producida la pérdida del Morro después que el puñado de hombres de Bolognesi vendiera caras sus vidas, en medio del tropel y el tráfago de los instantes postreros, Sáenz Peña, herido en el brazo derecho, contempla el tendal de cadáveres entre los que destaca el del anciano jefe de la plaza y sus comandantes; de inmediato el capitán argentino y comandante peruano, segundo jefe del batallón Iquique es tomado prisionero. Su primer jefe, coronel Alfonso Ugarte, pocos instantes atrás se había lanzado del morro bandera en mano jinete de su brioso alazán, para pasmo de propios y extraños.
Ajeno a cualquier pedido por salvar la vida mantiene el porte militar ante su captor, con la dignidad de un soldado que acaba de ser vencido pero contagiado del valor de subordinados y camaradas que han muerto firmes en el cumplimiento de su deber. Viste levita azul negra, como de marino; el cinturón, los tiros ausentes del sable, encima de la levita; pantalón borlón, de color un poco gris; botas granaderas y gorra. A primera vista se descubre al hombre culto, de mundo. Antes de abrigar la carrera de las armas se había recibido de abogado.
Así, consideraciones de esa naturaleza de dignidad, valor y el de su nacionalidad argentina le alejan del pelotón de fusilamiento y pasa como prisionero, entre los poquísimos que quedaron con vida en aquella valiente jornada en las alturas de la histórica mole al sur de Tacna. Más tarde será entregado a la superioridad militar que lo deposita en la Aduana y después embarca en el vapor Itata.
Roque Sáenz Peña queda sometido a un consejo de guerra y se le confina cerca de Santiago de Chile. Puesto en libertad luego de tres meses, a instancias de su familia y del gobierno argentino, regresa a Buenos Aires en septiembre de 1880. El Congreso de la Nación Argentina, en voto unánime, le devuelve la ciudadanía argentina, que había perdido de jure al incorporarse al ejército peruano.
Buenos Aires, 19 de marzo de 1851.- Nace Roque Sáenz Peña, hijo de Luis Sáenz Peña, presidente de la nación de 1892 a 1898 y Cipriana Lahitte de Sáenz Peña. Provenía de una familia partidaria de Juan Manuel de Rosas; sus abuelos paterno y materno, Roque Julián Sáenz Peña y Eduardo Lahitte, habían sido diputados de la Legislatura durante el gobierno de aquel. Después de la derrota de Rosas en la batalla de Caseros, la tradición federal de los abuelos y del padre, que no cambiaron sus convicciones, los mantuvo alejados de la función pública.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1875 se graduó de doctor en Derecho.
Durante la Revolución de 1874 defiende a las autoridades de la nación como capitán del regimiento N° 2. Vencida la revolución, es ascendido a Segundo Comandante de Guardias Nacionales, pero solicita ser relevado de filas. Opositor a Mitre, milita en el Partido Autonomista y en 1876 es elegido para una banca de Diputado en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Llegó a desempeñar la presidencia del cuerpo a los 26 años, siendo así uno de los presidentes más jóvenes de la Cámara. En 1878, a raíz de las disidencias producidas dentro del autonomismo con motivo de la política de conciliación iniciada por el presidente Avellaneda a la que Sáenz Peña se oponía, renunció a su cargo y terminó por abandonar transitoriamente la política.
Al declararse la guerra entre Chile y Perú, en 1879, se ausenta silenciosamente de su país y viaja hacia Lima. Ofrece sus servicios al Perú, que le otorga el grado de Teniente Coronel (Comandante). Con este grado pelea en San Francisco, Tarapacá y el Morro de Arica.
Lima, miércoles 7 de junio de 1905.- En esa fecha, veinticinco años después de la famosa gesta, huésped del Perú en reconocimiento a su actuación durante la guerra del Salitre, es invitado oficialmente para inaugurar el monumento al héroe peruano Francisco Bolognesi Cervantes en la amplia plaza de su nombre. Es el primer gobierno del doctor José Pardo y Barreda (1904/08) Pronuncia un encendido discurso, pieza elocuente de épica retórica que ahora reproducimos; recibe la medalla de oro que se le otorga por ley del Congreso y los galones de general de brigada del ejército peruano.
General Roque Sáenz Peña Lahitte (Buenos Aires 1851 – 1914) Héroe del Morro de Arica Presidente de la Argentina |
En la batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879) sirve bajo el mando del coronel Andrés Avelino Cáceres, cuando se obtiene un triunfo aplastante aunque transitorio sobre las tropas de Chile.
Uno de los lados del pedestal de su monumento en Lima registra el mensaje que expresa la razón por las que nuestro actor hizo las armas por el Perú en horas de guerra:
Monumento al General Roque Sáenz Peña, Lima, Av. Javier Prado
7 de junio de 1880.- Producida la pérdida del Morro después que el puñado de hombres de Bolognesi vendiera caras sus vidas, en medio del tropel y el tráfago de los instantes postreros, Sáenz Peña, herido en el brazo derecho, contempla el tendal de cadáveres entre los que destaca el del anciano jefe de la plaza y sus comandantes; de inmediato el capitán argentino y comandante peruano, segundo jefe del batallón Iquique es tomado prisionero. Su primer jefe, coronel Alfonso Ugarte, pocos instantes atrás se había lanzado del morro bandera en mano jinete de su brioso alazán, para pasmo de propios y extraños.
Ajeno a cualquier pedido por salvar la vida mantiene el porte militar ante su captor, con la dignidad de un soldado que acaba de ser vencido pero contagiado del valor de subordinados y camaradas que han muerto firmes en el cumplimiento de su deber. Viste levita azul negra, como de marino; el cinturón, los tiros ausentes del sable, encima de la levita; pantalón borlón, de color un poco gris; botas granaderas y gorra. A primera vista se descubre al hombre culto, de mundo. Antes de abrigar la carrera de las armas se había recibido de abogado.
Así, consideraciones de esa naturaleza de dignidad, valor y el de su nacionalidad argentina le alejan del pelotón de fusilamiento y pasa como prisionero, entre los poquísimos que quedaron con vida en aquella valiente jornada en las alturas de la histórica mole al sur de Tacna. Más tarde será entregado a la superioridad militar que lo deposita en la Aduana y después embarca en el vapor Itata.
Roque Sáenz Peña queda sometido a un consejo de guerra y se le confina cerca de Santiago de Chile. Puesto en libertad luego de tres meses, a instancias de su familia y del gobierno argentino, regresa a Buenos Aires en septiembre de 1880. El Congreso de la Nación Argentina, en voto unánime, le devuelve la ciudadanía argentina, que había perdido de jure al incorporarse al ejército peruano.
Buenos Aires, 19 de marzo de 1851.- Nace Roque Sáenz Peña, hijo de Luis Sáenz Peña, presidente de la nación de 1892 a 1898 y Cipriana Lahitte de Sáenz Peña. Provenía de una familia partidaria de Juan Manuel de Rosas; sus abuelos paterno y materno, Roque Julián Sáenz Peña y Eduardo Lahitte, habían sido diputados de la Legislatura durante el gobierno de aquel. Después de la derrota de Rosas en la batalla de Caseros, la tradición federal de los abuelos y del padre, que no cambiaron sus convicciones, los mantuvo alejados de la función pública.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1875 se graduó de doctor en Derecho.
Durante la Revolución de 1874 defiende a las autoridades de la nación como capitán del regimiento N° 2. Vencida la revolución, es ascendido a Segundo Comandante de Guardias Nacionales, pero solicita ser relevado de filas. Opositor a Mitre, milita en el Partido Autonomista y en 1876 es elegido para una banca de Diputado en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Llegó a desempeñar la presidencia del cuerpo a los 26 años, siendo así uno de los presidentes más jóvenes de la Cámara. En 1878, a raíz de las disidencias producidas dentro del autonomismo con motivo de la política de conciliación iniciada por el presidente Avellaneda a la que Sáenz Peña se oponía, renunció a su cargo y terminó por abandonar transitoriamente la política.
Al declararse la guerra entre Chile y Perú, en 1879, se ausenta silenciosamente de su país y viaja hacia Lima. Ofrece sus servicios al Perú, que le otorga el grado de Teniente Coronel (Comandante). Con este grado pelea en San Francisco, Tarapacá y el Morro de Arica.
Lima, miércoles 7 de junio de 1905.- En esa fecha, veinticinco años después de la famosa gesta, huésped del Perú en reconocimiento a su actuación durante la guerra del Salitre, es invitado oficialmente para inaugurar el monumento al héroe peruano Francisco Bolognesi Cervantes en la amplia plaza de su nombre. Es el primer gobierno del doctor José Pardo y Barreda (1904/08) Pronuncia un encendido discurso, pieza elocuente de épica retórica que ahora reproducimos; recibe la medalla de oro que se le otorga por ley del Congreso y los galones de general de brigada del ejército peruano.
Detalle del magnífico monumento al Héroe del Morro, del escultor español Agustín Querol y Subirats, ahora en el castillo del Real Felipe, Callao |
Su discurso:
“Coronel Bolognesi: uno de tus capitanes vuelve de nuevo a sus cuarteles, desde la lejana tierra atlántica, llamado por los clarines que pregonan tus hechos esclarecidos... llegamos a honrar sus actos que te dieron el renombre en la hora justa y en su momento histórico cuando ya no gravitan sobre la tierra sino escasos eslabones de tu generación.
Señores: le conocí batallando sobre el Cerro de Dolores... llegó a Tarapacá y conquistó el laurel marcial... fue en Arica donde me honró con su amistad, en esa relación íntima de una guarnición bloqueada.
Pelearemos hasta quemar el último cartucho, soberbia frase de varón, con digno juramento de soldado... y el juramento se cumplió por el Jefe y por el último de sus soldados.
Coronel Bolognesi: tus sobrevivientes te saludan, todos rodeamos tu monumento, no falta a esta cita ninguno de tus soldados y todos venimos a refrescar en el recuerdo las horas gratas de tu dulce amistad y a sentir las emociones y regocijo de tu pueblo en esta fecha nacional, porque a los muertos ilustres no se lloran: se saludan, se aclaman y se veneran…"
En 1906 el gobierno de José Figueroa Alcorta lo designa representante extraordinario para asistir a los actos de la boda de Alfonso XIII de España. Allí es nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante España, Portugal, Italia y Suiza. De regreso a la Argentina, en 1907 es nombrado para encabezar las misiones diplomáticas en Suiza e Italia. Llegado a Roma, recibe instrucciones de su gobierno para representar al país en la segunda Conferencia de Paz de La Haya; allí sostendrá una posición favorable a la creación de un tribunal internacional de arbitraje.
Señores: le conocí batallando sobre el Cerro de Dolores... llegó a Tarapacá y conquistó el laurel marcial... fue en Arica donde me honró con su amistad, en esa relación íntima de una guarnición bloqueada.
Pelearemos hasta quemar el último cartucho, soberbia frase de varón, con digno juramento de soldado... y el juramento se cumplió por el Jefe y por el último de sus soldados.
Coronel Bolognesi: tus sobrevivientes te saludan, todos rodeamos tu monumento, no falta a esta cita ninguno de tus soldados y todos venimos a refrescar en el recuerdo las horas gratas de tu dulce amistad y a sentir las emociones y regocijo de tu pueblo en esta fecha nacional, porque a los muertos ilustres no se lloran: se saludan, se aclaman y se veneran…"
En 1906 el gobierno de José Figueroa Alcorta lo designa representante extraordinario para asistir a los actos de la boda de Alfonso XIII de España. Allí es nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante España, Portugal, Italia y Suiza. De regreso a la Argentina, en 1907 es nombrado para encabezar las misiones diplomáticas en Suiza e Italia. Llegado a Roma, recibe instrucciones de su gobierno para representar al país en la segunda Conferencia de Paz de La Haya; allí sostendrá una posición favorable a la creación de un tribunal internacional de arbitraje.
En 1909 forma parte del tribunal arbitral que lauda las diferencias entre Estados Unidos y Venezuela. Su misión diplomática ante los gobiernos italiano y suizo se prolonga hasta 1910; en Italia se enterará de su proclamación como candidato a Presidente de la República. Su candidatura era apoyada por los partidarios de incluir a las minorías en el sistema político.
Presidente de la Nación.- El comicio electoral de 13 de marzo de 1910, lo elevó a la primera magistratura. Asumió la presidencia el 12 de octubre de 1910.
Bajo su mandato se vota la ley electoral basada en tres elementos clave: el voto secreto, obligatorio y universal, utilizando el padrón militar. La ley fue un gran avance en su tiempo ya que permitía a grandes masas participar del acto electoral, aunque aún distaba de ser completamente universal: las mujeres y los extranjeros (que por entonces eran una gran parte de la sociedad) aún no tenían derecho a voto. Además, aunque los extranjeros no votaban, en cambio eran tenidos en cuenta al determinar la población de los distritos y la cantidad de diputados que podían elegirse por cada uno. Esta sería proclamada el 10 de febrero de 1912 como Ley N° 8871, conocida desde entonces como "Ley Sáenz Peña".
Fallecimiento.- Desde el momento de su asunción como presidente, su salud no era buena, pero empeoró sensiblemente a partir del año 1913. Finalmente delegó el mando presidencial en su vicepresidente Victorino de la Plaza.
Murió el 9 de agosto de 1914, dos años antes de terminar su mandato. Yace en el cementerio de la Recoleta de la capital bonaerense.
Su figura es recordada en el Perú, algunas ciudades de han dedicado una calle con su nombre o levantado monumento en su memoria. El puerto del Callao tiene por avenida principal la céntrica Sáenz Peña.
Presidente de la Nación.- El comicio electoral de 13 de marzo de 1910, lo elevó a la primera magistratura. Asumió la presidencia el 12 de octubre de 1910.
Bajo su mandato se vota la ley electoral basada en tres elementos clave: el voto secreto, obligatorio y universal, utilizando el padrón militar. La ley fue un gran avance en su tiempo ya que permitía a grandes masas participar del acto electoral, aunque aún distaba de ser completamente universal: las mujeres y los extranjeros (que por entonces eran una gran parte de la sociedad) aún no tenían derecho a voto. Además, aunque los extranjeros no votaban, en cambio eran tenidos en cuenta al determinar la población de los distritos y la cantidad de diputados que podían elegirse por cada uno. Esta sería proclamada el 10 de febrero de 1912 como Ley N° 8871, conocida desde entonces como "Ley Sáenz Peña".
Fallecimiento.- Desde el momento de su asunción como presidente, su salud no era buena, pero empeoró sensiblemente a partir del año 1913. Finalmente delegó el mando presidencial en su vicepresidente Victorino de la Plaza.
Murió el 9 de agosto de 1914, dos años antes de terminar su mandato. Yace en el cementerio de la Recoleta de la capital bonaerense.
Su figura es recordada en el Perú, algunas ciudades de han dedicado una calle con su nombre o levantado monumento en su memoria. El puerto del Callao tiene por avenida principal la céntrica Sáenz Peña.
Monumento al Gral. Sáenz Peña en la Av. Javier Prado, Distrito de San Isidro, Lima |
General Roque Saenz Peña en la inauguración del Monumento al Coronel Francisco Bolognesi en 1905. Foto de la colección de la Biblioteca Municipal de Lima.
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