sábado, 26 de junio de 2021

Negreros y usureros by Gaby Weber

 



La otra historia del financiamiento para las aventuras de Cristòbal Colòn e ir al encuentro de las nuevas tierras, como conocemos al descubridor de las Amèricas.,
Nos enseñaron desde siempre que los reyes de España tuvieron que empeñar, pignorar,  sus  joyas y riquezas para lograr dinero a fin de realizar la gran campaña. 
La investigaciòn del video que precede, nos dice de una historia diferente, de personajes alemanes, catòlicos, aludièndose como los padres del capitalismo, quienes contratan con los reyes catòlicos para que Colòn, sin querer queriendo " descubra Amèrica " otorgàndoles emprèstitos, con la garantìa de compartir los beneficios futuros.
Entrega de las tierras vìrgenes, primeramente Venezuela ( como pequeña Venecia), a los socios alemanes, quienes extraen riquezas, comercio de esclavos de Africa, excesos y abusos,con la anuencia de los reyes catòlicos, matanzas de indìgenas, etc.
Interesante investigaciòn e inconclusa, ya que, conforme su productora, existe la negativa de los principes y nobles alemanes, descendientes de los mercenarios, asì como de la biblioteca de Sevilla( Archivo de las Indias), y del clero, beneficiado en aquellas èpocas de los ingresos por indulgencias, siendo los mencionados capitalistas alemanes, prestamistas de los "pecadores"; al no permitirse el acceso a la informaciòn que ellos consideran de caràcter privado y de accederse, firmar contrato de confidencialidad.

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/isabel-la-catlica-y-cristbal-coln-0/html/00abcd0c-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html

La financiación de viaje y las joyas de la Reina

La historiografía tradicional ha sostenido que la reina fue el principal apoyo con el que contó Colón para poder realizar su proyecto descubridor. Fue el propio Hernando Colón quien en La Historia del Almirante, la biografía que hizo de su padre, lanzó la pintoresca historia en la que aparece la reina católica ofreciendo empeñar sus joyas para financiar el viaje colombino. Una imagen sin duda muy bella que recogió gustoso fray Bartolomé de Las Casas -siempre ávido de adornar con bonitas anécdotas las noticias sobre la vida de Colón- en su Historia General de las Indias.

Todo parece indicar que se trata de una leyenda que contrasta con la visión más generalizada que presentaron los primeros cronistas de la Historia de Colón y el Descubrimiento. En efecto, mientras que los cronistas castellanos López de Gómara y Fernández de Oviedo no dudaron en afirmar que los dos reyes ayudaron a Colón por igual, los círculos catalanes e italianos se decantaron por Fernando. Así, por ejemplo, Zurita no mencionó para nada la intervención de la reina y Gerolamo Benzoni, aun concediendo que la reina Isabel fue quien primero se encandiló con Colón afirmó taxativamente que fue Fernando, una vez convencido por su mujer, quien tomó la iniciativa de ayudar al extranjero. Por su parte Pedro Mártir, que estaba ya en la corte cuando el navegante acudió en ayuda de los monarcas, escribió que Colón, «propuso y persuadió a Fernando e Isabel [y] ante su insistencia se le concedieron de la Hacienda real tres bajeles». Ante estas y parecidas afirmaciones Gómara se encargó de advertir: «sospecho que la reina favoreció más que el rey el descubrimiento de las Indias; y también porque no consentía pasar a ellas sino a castellanos».


Himno Nacional Del Perú , Fiestas Patrias 2020 y pròxima fiesta del Bicentenario



A pocos dìas del mes de la Patria, nuestro Himno Nacional.
Este 28 de julio se celebra el Bicentenario de la Independencia Nacional.

viernes, 25 de junio de 2021

Los ojos de Lina, Cuentos Malèvolos, autor Clemente Palma

 

 Jym teniente de la armada ingles sufre un suplicio al ver los ojos de su futura esposa, este suceso lo llevará a la desesperación y a pensar múltiples cosas sobre su amada. ¿Qué hará la pobre mujer para complacer a su marido? ¡DESCUBRELO! ....—

¡Hombres de Dios! ¿Creéis que haya mujer alguna capaz del sacrificio que os he referido? Si los ojos de una mujer os hacen daño, ¿sabéis cómo lo remediará ella? Pues arrancándoos los vuestros para que no veáis los suyos. No; amigos míos, os he referido una historia inverosímil cuyo autor tengo el honor de presentaros. 

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Redacción El Comercio, Lima, Perù 
Redacción EC Lima, 25 de febrero de 2014 Actualizado el 25/02/2014 07:17 a.m. 

Martha Hildebrandt, explicando el significado de " ni hostia "..... En las Crónicas de Corrales, Clemente Palma pone esta frase en boca de un oculista: “Con ese ojo no vas a ver ni hostia” (Lima 1938, p. 256)

La locución adverbial ni hostia expresa negación absoluta en la lengua familiar del Perú y otros países americanos. En España, se documenta la locución peyorativa ni hostias, que se usa como refuerzo de una expresión negativa; en el Diccionario fraseológico de Manuel Seco se consigna este ejemplo: “Quien es el guapo que conduce con este calorazo, ni aire acondicionado ni hostias”.

Clemente Palma, breves, Cuentos Malèvolos

 

JESÚS PALACIOS Periodista, escritor e historiador

El malévolo Clemente Palma.

Modernismo, decadencia y luciferismo


INTRODUCCIÓN

Mucho menos conocido como su padre,  el prócer de la literatura peruana Ricardo Palma, autor de las seminales Tradiciones peruanas, Clemente Palma es, sin embargo, uno de los más interesantes y singulares cultivadores de la narrativa modernista, quizá no solo en su patria natal, sino también dentro del panorama general del Modernismo hispanoamericano.

Mucho más significado en su día como periodista e incluso como político, son sus relatos fantásticos y una extraña novela de ciencia ficción —XYZ (1934)—, las obras que le sitúan en un lugar peculiar, ajeno en gran medida los tópicos costumbristas y criollistas que caracterizaban gran parte de la literatura peruana de su tiempo, incluso entre prosistas y poetas modernistas.

Por el contrario, Clemente Palma optará casi siempre por narraciones de ambiente indeterminado, cuando no extranjero, en las que personajes y trama carecen de cualquier signo de tipismo, para inscribirse en la mucho más amplia tradición del fantástico decadentista y simbolista internacional, que encuentra una de sus fuentes principales en la obra y figura de Edgar Allan Poe.


Clemente Palma " Cuentos Malèvolos "


Los canastos

Entre hacer un pequeño servicio que apenas labre huella en la memoria

del beneficiado o un grave daño que le deje profundo recuerdo, elegid lo

segundo. Os contaré lo que me sucedió una tarde de invierno con un

pobre hombre llamado Vassielich.

Os juro que yo soy bueno, que soy un buen padre de familia, pero sólo en

la época en que hay sol en este cielo brumoso. ¡Oh!, la bruma invernal me

hace daño y me convierte en malvado. Si yo fuera poppe, en verano

rendiría culto a Dios, pero en invierno le volvería la espalda y me

entregaría a darle gusto al diablo. En el invierno le amo, siento que se

introduce en mi ser, que estruja mi espíritu y aviva el fuego de mis malos

instintos; entonces me siento nihilista, capaz de ser ladrón y asesino; lo

rojo me excita, y lo afilado y lo agudo me fascinan. Cuando llega la época

de las primeras nevadas, mi mujer me dice: «Marcof, padrecito mío, ya las

malas ideas comienzan a fulgurar en tus ojos. Ya viene el tiempo en que

no vives sino gruñendo y blasfemando, en que nos aporrea a tus hijos y a

mí. Mira, no te alejes de la estufa, porque el hielo te hace malvado…»

Pero decía hace poco que iba a referiros una aventura que tuve: ya lo

había olvidado. Escuchadme:

Iba yo una tarde caminando, con mi pipa en la boca, por un largo y

estrecho puente. Un carretero sordo llamado Vassielich seguía el mismo

camino que yo, conduciendo en su carro más de veinte canastos de

pescado fino, que diferentes dueños le habían comisionado que llevara al

mercado para la venta del siguiente día. El carro, a causa de la curvatura

del puente, se inclinaba hacia el borde derecho, pero no había peligro de

que cayese, porque el pretil era suficientemente alto para impedir la caída.

Con todo, hubiera querido darle un buen susto a Vassielich. Creedme que

no soy malo, pero deseaba con toda mi alma darle un susto, aunque no

fuera sino arrojarle con carreta y todo al río. De repente, la cuerda que

sujetaba los canastos rompió o desató… A fe que sentí un vuelco en el

corazón. El puente es estrecho y largo, el carro caminaba despacio y

saltaba mucho, el suelo del puente tiene una inclinación sensible del

centro hacia los bordes… A los pocos segundos, ¡pum!, uno de los

canastos se desprendió, cayó pesadamente sobre el pretil y desde allí se

precipitó al río. Lo vi caer y una voz muy débil murmuraba dentro algo así

como: «avisa a ese infeliz carretero que su carga se va al río». Pero el

invierno me gritaba más alto: «cállate, hombre, y limítate a mirar, ¿no es

curioso y entretenido ver caer veinte canastos, uno detrás de otro, como

una manada de estúpida; carneros?» Y la verdad es que preferí esto.

Cierto que Vassielich, un buen hombre que jamás me había hecho daño

alguno, iba a sufrir mucho con esta desgracia, pero ¿a mí qué me

importaba?, ¿perdía yo algo con el desastre de Vassielich? No; al

contrario, ganaba una diversión durante el trayecto del puente, que tiene

unos cien metros de largo. Callé y vi caer la segunda canasta, luego la

tercera y la cuarta, y la quinta y otras muchas. El pobre Vassielich, sea

porque fuera sordo, o porque iba distraído, no advirtió el ruido delicioso de

los canastos al romper la superficie ondulosa del río, haciendo saltar

chorros de espuma. El caballo advirtió mejor lo que pasaba, pues, al sentir

el carro menos pesado, aligeró el paso. Cuando llegamos al término del

puente, corrí hacia la carreta:

—¡Eh, Vassielich, amiguito!

El carretero no me oía; tuve que avanzar más y tocarle la pierna con el

extremo de mi pipa, gritándole:

—¡Vassielich! ¡Vassielich!

—¡Eh!, ¿qué deseas? Tengo prisa…

—¡Ay, padrecito, no la tengas ya! Voy a comunicarte una gran desgracia.

—¡Dios de Dios! ¿Ha muerto Ivanowna, mi mujer?

—No, te juro que no; es algo peor y de más trascendencia social.

—¿Ha muerto el Zar?

—¿Eh? ¡Así reventara!…

—Habla, habla…

—Pues, detén el carro, que es algo grave lo que voy a decirte.

—Pero… está anocheciendo y tengo prisa de llegar a la ciudad.

—No la tengas ya.

—¿Por qué? Habla. ¡Dios de Dios! —exclamó Vassielich impaciente

deteniendo el carro.

Yo encendí lentamente mi pipa, que se había apagado:

—Te decía, padrecito, que no tuvieras ya prisa en ir a la ciudad… Verás si

tengo razón.

—¡Maldición! Pero ¿por qué?

—Porque… Créeme que me duele decírtelo, padrecito. Óyeme bien: no

debes apresurarte, porque, porque el señor río se ha engullido, bocado

tras bocado, tus canastos de peces. Soy testigo ocular. Te aconsejo que

otro día hagas uso de cuerdas más fuertes.

Vassielich volvió el rostro violentamente y al asegurarse de su desgracia

se puso horriblemente pálido, luego enrojeció y apeándose de la carreta se

asomó al río.

—¡Eh, amigo!, ¿buscas los agujeros que hicieron los canastos al atravesar

la superficie? Ya se taparon.

Vassielich se puso a llorar; no tenía dinero con qué pagar; le embargarían

sus cosas. Ivanowna y sus hijos sufrirían miserias espantosas, y si no

alcanzaba a pagar toda la deuda, le meterían en la cárcel. ¡Y el invierno

que era tan crudo! El pobre sordo lloraba amargamente. ¡Era cosa de

matarse!

—¡Sí, padrecito, es cosa de matarse! —afirmé yo con acento filosófico.

Y, en efecto, creí que iba a arrojarse al río de cabeza, pues asomó el

cuerpo por el pretil. Abrí los ojos desmesuradamente para ver con toda mi

alma el chapuzón. Quizás el caballo por una de esas asombrosas

fidelidades de que hablan las historias se precipitaría también arrastrando

consigo el carro. Y si no lo hacía yo le obligaría a ello. El puente estaba

solitario y la ciudad distaba dos verstas. Pero no, lo que hizo Vassielich fue

ponerse a gritar y a maldecir su suerte… Se desvaneció mi esperanza, e

irritado por la estupidez de ese carretero que por un cobarde amor a la

vida no cumplía con su deber, le dije sonriéndome:

—Pude avisarte, padrecito, desde que vi caer el primer canasto. Mas

¿para qué? Mañana habrías olvidado el favor que te hacía: en cambio,

cuando te lleven a la cárcel, y tu mujer y tus hijos lloren en la miseria, te

acordarás de mí, cierto que para maldecirme, pero te acordarás…

Vassielich no me respondió, sea porque no me oyera, sea porque estaba

aturdido con su desastre. Me encogí de hombros y proseguí mi camino,

fumando mi pipa. Después de todo, el sitio de los peces era el río y no los

canastos. He restablecido, pues, el equilibrio de la naturaleza.


Idealismos


Una noche encontré en un asiento de un coche de ferrocarril un cuadernito

de cuero de Rusia, que contenía un diario. En las páginas finales estaba

consignado el extraño drama, que trascribo con toda fidelidad:


Noviembre 14


Estoy contentísimo: mi buena Luty se muere. Luty era hasta hace poco

una muchacha rozagante, alegre y que ofrecía vivir mucho. ¡Quién la

reconocería hoy en esta jovencita pálida, delgada y nerviosa! ¡Cuán

hermosos eran sus grandes ojos azules y su amplia cabellera de color de

champaña! Mi novia se muere y afirman los sabios que ello es debido a la

doble acción de una aguda neurastenia y de una clorosis invencible.

Hoy la he visto; tenía la cabeza entre los almohadones de fino encaje,

parecía una flor de lis desfallecida. Luty me miró con los ojos brillantes de

fiebre y me tendió su mano alba y enflaquecida; me estrechó la mía con

misteriosa intención. Me pareció comprender su pensamiento: «No olvides,

amigo mío, de poner en mi ataúd pensamientos y gardenias, esas flores

amadas que yo he colocado tantas veces en tu pecho; no olvides, amigo

mío, mientras los que velen mi cadáver dormiten rendidos por el cansancio

y el dolor, no olvides el darme un beso muy largo y apretado en los pálidos

y rígidos labios». ¡Pobre amada mía! Se moría sin guardarme rencor, y, sin

embargo, era yo quien la mataba, yo, que la adoraba. Vosotros, los

espíritus burgueses, si leyerais estas páginas no podríais comprender

jamás que la muerte de mi adorada prometida, de mi inocente Luty,

pudiera alegrarme profundamente. Al contrario, sentiríais hacia mi viva

repulsión y gran horror por mi crueldad. ¡Bah, pobres hombres!, no pensáis

ni amáis como yo, sino que sois simplemente ridículos sentimentales.

Quiero a mi novia con todas las energías de mi juventud —y oídme bien,

que esto os espeluznará, como si sintieseis pasar rozando vuestro pecho

una serpiente fría, viscosa y emponzoñada—: si el beso que he de dar a

su cadáver pudiera resucitarla… no se lo daría.


Noviembre 18


Cuando comenzaba Luty su adolescencia le hablé de amor. ¡Pobre

nerviosa! El primer amor fue penetrando paulatinamente hasta lo más

profundo de su ser. La gestación de su alma, el modelado de su corazón y

de su cerebro se realizó conforme a mi deseo, formé su alma como quise,

en su corazón no dejé que se desarrollaran sino sentimientos

determinados, y su cerebro no tuvo sino las ideas que me plugo. ¡Oh!, ¡no

sé qué prestigio tan diabólico, qué cohibimiento tan absoluto, qué

influencia tan poderosa llegué a ejercer y ejerzo aún sobre Luty! Era tan

grande la sugestión que obraba mi alma sobre la suya, que podía hacer

llorar a Luty como una chiquilla o enfurecerla, hacerla gozar las mayores

delicias ideales o mortificarla con las más horribles torturas y casi sin

necesitar hablarla. Cuando yo iba donde ella, mortificado por algún

pensamiento doloroso o por alguna pesadumbre, la pobre muchacha

palidecía como un cadáver, como si sintiera súbitamente la repercusión

centuplicada de mis angustias íntimas. Asimismo sentía resonar en su

espíritu la jovialidad y la ventura con que el amor inundaba mi alma. A

pesar de la temprana perversión con que estaban contaminadas mi

filosofía y mi vida íntima, jamás había tratado de pervertir el alma de Luty,

ni de poner en juego sus energías sensuales. Luty era pura aún, sin

malicia, sumida en la ignorancia más profunda de las miserias e

ignominias del amor.

Una noche de insomnio, sentí rebullir en mi cerebro la tentación inicua, y

como un escarabajo de erizadas antenas, el deseo de corromper la

inocencia de mi Luty. ¡Ah!, ¡maldito insomnio! Felizmente, vi con colores

sombríos el derrumbe espantoso de la pureza moral de mi prometida, vi la

explosión de fango salpicando la albura incólume de su alma. Yo era el

amo absoluto de Luty, el tirano de su vida interior, ¿para qué someterla a

una nueva tiranía, a la tiranía innoble de la carne?; ¿para qué someterla a

esa inicua autocracia, en la que el dogal acaba a la postre por estrangular

el cuello del mismo tirano? Ya era yo bastante infame con haber

esclavizado el alma de Luty. Más de una vez sentí, en las agitaciones del

insomnio, las impulsiones malvadas de mis instintos, y más de una vez me

vencí. Pero ¿podría vencerme siempre? Mi deber era libertarla. ¿Cómo?

Casarme con mi novia era sujetarla para siempre entre mis garras; y mi

dignidad, en una violenta sublevación, rechazaba con horror ese

anonadamiento del alma de Luty, esa absorción de su ser por el mío, ese

nirvana de la voluntad, del pensamiento y del deseo revelados en esa

sumisión incondicional, en esa fe irreflexiva y confiada que había nacido

entre las inocentes expansiones del amor puro y había de terminar en las

ignominias carnales de la vida conyugal, en las que muere toda ilusión y

todo encanto, para ceder el sitio a una amalgama de animalidad y respeto.

Yo la amaba, la amo con todas las fuerzas de mi alma y me horrorizaba,

por ella y por mí, el inevitable desencanto, el rebajamiento del espíritu de

Luty y al mismo tiempo el remache de esa cruel tiranía de mi alma. Mi

deber era libertarla de la demoniaca influencia que yo ejercía sobre Luty,

libertarla por un último acto de la tiranía moral, que había de ser la única

forma noble posible de mi absolutismo; crear la libertad por un acto de

opresión, puesto que ya el regreso a la primitiva independencia era

imposible; esto os parece, señores burgueses, una absurda paradoja. Y

desde ese momento toda una labor sugestiva fue la de imponer al alma de

Luty la necesidad de morir, la necesidad dulce y tranquila de desaparecer

del mundo, de este mundo ignominioso. —Te amo —la decía mentalmente

a mi Luty—, te amo y eres mi esclava. La mayor prueba de amor que te

doy es la de romper la cadena que te une a mi ser, envileciéndote; muere,

Luty mía, muere sin sufrir, muere de un modo paulatino, como por una

recobración lenta e inconsciente de tu dignidad moral…


Noviembre 19


No hay temor de que mi Luty se salve. Se muere, se muere. Apenas tienen

fuerzas sus grandes ojos azules para mirarme y absorber la matadora

influencia de mi amor. Luty, con mis caricias apasionadas, con mis frases

de amor tóxico, se estremece y cada emoción de Luty es un salto que da

la muerte hacia ella. Bien claro lo dijo el médico: «Evitadla emociones

fuertes, que le son mortales…»


Noviembre 21


Siento la necesidad de evocar recuerdos. Mi obra, desde hace tiempo, ha

sido imbuir en Luty cierto pesimismo celestial, ir matándola moralmente

con nociones ideales mortíferas. La convencí de que la muerte es una

dulce ventura, un premio inefable de los amores profundos y castos, el

nudo infinito del amor. Todas mis palabras y mis caricias llevaban escritas

con caracteres invisibles, pero hipnóticos, la orden: «Muere, Luty mía,

muere». Y yo sentía que desde el fondo de su ser había algo que me

respondía: «Se te obedece como siempre». La idea de la muerte era el

sedimento impalpable que quedaba en el alma de Luty después de todas

nuestras conversaciones, aun de las más apasionadas.

¡Oh!, lo recuerdo muy bien. Una noche estrellada estuve hasta muy tarde

conversando con Luty en la terraza y haciendo observaciones con el

telescopio. ¡Qué paseos tan hermosos dimos con la imaginación por los

mundos astrales! ¡Todo ello sentaba la premisa de la muerte de ambos!

Nuestras almas con formas imponderables, unidas en abrazo

estrechísimo, cruzaban los espacios planetarios, como visiones del

Paraíso de Alighieri. Yo, con amoroso desvarío, prendía a Aldebarán, rojo

como un rubí incendiado, en los rubios cabellos de mi amada; arrancaba

perlas a la Vía Láctea y formaba collares para la garganta de Luty. Luego

seguíamos en maravillosos ziszás recorriendo eternamente mundos

encantados en donde los seres tenían sentidos nuevos, en donde la

corporeidad desaparecía y las formas se esfumaban entre gasas sutiles y

tules luminosos… En Urano vimos una flora colosal, en que las rosas eran

como catedrales y entre los pétalos vagaban microzoarios humanos, de

formas vaporosas, repartidos en enamoradas parejas, que se entregaban

a deliquios sublimes, aspirando deliciosas fragancias. Luego seguíamos

subiendo; siempre teníamos delante mundos nuevos, y a cada instante

encontrábamos en nuestro camino amantes, como nosotros, que hacían la

misma peregrinación. La ruta era interminable, eterna; la creación infinita.

Con frecuencia nos deteníamos para ver algo esplendoroso: ya era un

cometa que surcaba el abismo, ya la explosión de una estrella. Vimos

llegar a Venus trayendo sus idilios de amor: pequeñita, lejana primero,

creció luego, creció hasta que percibimos sus enormes bosques

perfumados, poblados por hermosas jóvenes, bellos mancebos y niños

alados que atravesaban las praderas bailando bulliciosas farándulas y

luego se perdían en la poética umbría de una selva. Pasó Venus ante

nuestros ojos deslumbrados con tanta dicha, y bien pronto se confundieron

los suspiros, los besos y los cantares de ese mundo feliz, con el estallido

de un bólido chispeante o con el zumbido de algún cometa que pasaba

agitando su deslumbradora cauda…

Para ver esto era necesario morir: morir joven, morir antes de que la vida

nos encenagara y obturase nuestra facultad de apreciar las bellezas del

ideal; cortar a tiempo la cuerda que sujetaba el globo cautivo de nuestra

alma a las miserias de la tierra. Luty, entusiasmada, anhelosa, viajaba

conmigo por las profundidades insondables del Cosmos. Temblorosa,

cogida a mi cuello, me escuchaba desvanecida, como si sintiera el vahído

de lo infinito, sin sospechar que detrás de mi narración estaba embozado,

como un bandido hidalgo, mi deseo de verla muerta, de verla libre de esa

tiranía infernal a que la tenía sujeta.

Poco después Luty cayó enferma, con gran contentamiento mío, y

entonces continué con más bríos mi obra matadora. La anemia, esa

enfermedad romántica, acudió en auxilio de mis deseos y de mi trabajo

sordo. Luty se muere; sus nervios, enfermos y espoleados por mí,

contribuyen eficazmente a estrangular, en una red de emociones vivísimas

y de extravagancias increíbles, esa vida que yo deseo aniquilar. Hoy Luty

está agonizando, es decir, está reconstituyendo su dignidad moral de

persona; resucita…


Noviembre 21


3 de la madrugada

Todo ha terminado, Luty ha muerto; ha muerto tenuemente, como yo

deseaba, contenta, feliz, satisfecha de mi amor, sospechando acaso en la

lucidez de los postreros instantes, mis escrúpulos por su esclavitud y mi

alegría profunda y noble por su muerte. Creo que me agradece mi

conducta. Guardo en mis labios, como un tesoro, su último beso: el de la

cita para la eternidad venturosa.

¡Pobre Luty! Siento alegría melancólica de haberla libertado y, además, la

satisfacción de haber creado su alma y haberla extinguido. ¿Contribuye

esto a hacer impura mi alegría? No sé; pero pienso que quizá la felicidad

es, más que el poder de crear, el placer de destruir.

Ahora comprenderéis espíritus burgueses, que desear y cooperar en la

muerte de una novia joven, bella, inocente, amada y amante, no es en

ciertos casos, una paradoja espeluznante, ni mucho menos una crueldad

espantosa, sino un acto de amor, de nobleza y de honradez.


Leer en este blog ( buscador Alberto Hidalgo) 

sábado, 29 de septiembre de 2012

Alberto Hidalgo L. genio del desprecio

SIMPLISMOS (fragmentos) por Alberto Hidalgo



sábado, 19 de junio de 2021

En estos tiempos de pandemia covid-19, para continuar como materia fìsica, debemos cuidarnos todos.

 

Hola y gracias a todos

 

Quiero conocer a mis lectores en cualquier lugar del mundo en que se encuentren.

Me gusta conocer personas, sus ideas, sus experiencias y compartir con ellas las mias. Gracias por su tiempo y espero sus comentarios para establecer una muy buena comunicaciòn.

Ahora, junio de 2021, me encuentro en Japòn y pronto regreso a mi paìs. Estoy en Japon desde diciembre 2020.Antes he residido, por espacio de 15 años.

Email :  carsmar@gmail.com

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Japanesse 
 
世界中の読者から話を聞きたいです。

私は人々、彼らのアイデア、彼らの経験に会い、彼らと私のものを共有するのが好きです。お時間をいただきありがとうございました。ご意見をお待ちしております。今、20216月、私は日本にいて、まもなく私の国に戻ります。私は202012月から日本に滞在しており、以前は15年間住んでいました

 

 

Swedish

Jag vill höra från mina läsare var som helst i världen.

Jag gillar att träffa människor, deras idéer, deras erfarenheter och dela mina med dem. Tack för din tid och jag väntar på att dina kommentarer skapar en mycket bra kommunikation. Nu, juni 2021, är jag i Japan och kommer snart att återvända till mitt land. Jag är i Japan sedan december 2020, jag har tidigare bott i 15 år.

 

English

I want to hear from my readers anywhere in the world.

I like meeting people, their ideas, their experiences and sharing mine with them. Thank you for your time and I am waiting for your comments to create a very good communication. Now, June 2021, I am in Japan and will soon return to my country. I have been in Japan since December 2020, I have previously lived for 15 years.

 

Russian

Я хочу услышать от моих читателей из любой точки мира.

Мне нравится встречаться с людьми, их идеями, их опытом и делиться с ними своими. Спасибо за ваше время, и я жду ваших комментариев, чтобы создать очень хорошее общение. Сейчас, июнь 2021 года, я нахожусь в Японии и скоро вернусь в свою страну. Я в Японии с декабря 2020 года, до этого прожил 15 лет.

 

French

Je veux entendre mes lecteurs partout dans le monde.

J'aime rencontrer des gens, leurs idées, leurs expériences et partager les miennes avec eux. Merci pour votre temps et j'attends vos commentaires pour créer une très bonne communication. Maintenant, en juin 2021, je suis au Japon et je retournerai bientôt dans mon pays. Je suis au Japon depuis décembre 2020, j'ai vécu auparavant pendant 15 ans.

 

Czech

Chci slyšet od svých čtenářů kdekoli na světě.

Rád se setkávám s lidmi, jejich nápady, zkušenostmi a sdílím je s nimi. Děkuji za váš čas a čekám na vaše komentáře k vytvoření velmi dobré komunikace. Nyní, v červnu 2021, jsem v Japonsku a brzy se vrátím do své země. V Japonsku jsem od prosince 2020, předtím jsem žil 15 let.

 

 

Norwegian

 

Jeg vil høre fra leserne mine hvor som helst i verden.

Jeg liker å møte mennesker, deres ideer, deres erfaringer og dele mine med dem. Takk for tiden din, og jeg venter på at kommentarene dine skal skape en veldig god kommunikasjon. Nå juni 2021 er jeg i Japan og kommer snart tilbake til landet mitt. Jeg har vært i Japan siden desember 2020, jeg har tidligere bodd i 15 år.

 

 

 


domingo, 13 de junio de 2021

Historia mundial del amor masculino : Alejandro el Grande

 

Alexander the Great

LOS AMORES DE ALEJANDRO III

DE MACEDONIA,CONOCIDO COMO 'EL GRANDE'


Alexander the Great
Alejandro Magno

Han circulado rumores de que Oliver Stone ha estado pensando en hacer una película sobre la vida del legendario hijo del rey Filipo II de Macedonia y la reina Olimpia, la orgullosa niña epirota de la que se enamoró en los Misterios Samotácratas en el año 358 a. C. Sólo se ha presentado un obstáculo para este proyecto: el Gobierno griego. No quiere que el nombre de uno de sus más grandes héroes de la antigüedad sea 'mancillado' por el conocimiento público de su pasión por el amor masculino y su indiferencia hacia el sexo justo.

Nota tardía: A partir del 12/1/2004, la película se ha hecho y se ha lanzado con aplausos tibios.

La película, que Stone ha estado tratando de conseguir en la pantalla durante 15 años, fue filmada principalmente en Marruecos y Tailandia. No se rodó ninguna escena en Grecia, como explica la Agencia de Noticias de Atenas, debido a la oposición del gobierno a la interpretación de Stone del héroe griego.
Increíblemente, estos "negacionistas de la realidad erótica" están proporcionando al Sr. Stone publicidad gratuita y alivio cómico: Un grupo de abogados griegos homofóbicos está amenazando con demandar a Warner Bros. y al director por insinuar que Alejandro Magno era bisexual. Los abogados, pisoteando su propia herencia heroica, han enviado una carta al estudio exigiendo que incluyan una referencia en los créditos del título diciendo que su película es un cuento de ficción.
Para añadir a la atmósfera de Keystone Cops que rodea este tema, parece que hace un par de años una turba de griegos macedonios cientos de personas asaltó un simposio arqueológico después de que un orador presentara un documento sobre la homosexualidad de
Alejandro. La policía fue llamada para evacuar a los participantes.
No es que el resto del oeste sea mejor. Aparentemente, el estudio presionó a Stone para que cortara todas las escenas del romance de Alexander con ese peligroso mocoso Bagoas. ¡No es de extrañar que los críticos encontraron las sobras aburridas! 

Alejandro
 Magno comandó sus primeras batallas con sólo dieciséis años de edad, y pasó a conquistar todo el mundo conocido, dirigiendo a sus tropas desde las montañas del norte de Grecia hasta las tierras fronterizas de la India, sometiendo a todos los oponentes a su paso, desde las ciudades estado griegas hasta los reinos del norte de África, Asia Menor y Persia.

Su crueldad en la batalla, a menudo atemperada por su magnanimidad hacia los vencidos, era legendaria, pero también lo era su devoción por sus amigos y compañeros, y el amor que compartió casi exclusivamente con sus compañeros varones desde la más tierna infancia.

Este no fue un evento fortuito.

Nacido en agosto del 356 a. C., bajo el signo del león, fue el producto por excelencia de una cultura guerrera patriarcal, el parangón mismo de un mundo dominado por los hombres regido por valores masculinos y una estética masculina. Su tutor a partir de los trece años fue el filósofo Aristóteles, que documentó los excesos, así como los valores de la pederastia. Alejandro debía encarnar esos valores durante el resto de su breve pero volcánica vida, e incluso estirar los límites aceptados del antiguo amor masculino viviendo su gran romance con un hombre de su misma edad, su amigo de la infancia Hefestión.

Lo que nos puede parecer normal hoy en día, el amor de un hombre por otro, en la antigüedad estaba mal visto como una amenaza a la estructura de la sociedad, una en la que se esperaba que los hombres adultos se emparejara con los adolescentes para educarlos y llevarlos a la edad adulta, mantenidos cerca por el poder del amor erótico.

Pero en el mundo de palacios, poder y pasión de Alejandro, el modelo pedagógico se honraba más en la brecha que en la observancia. Sin embargo, los niños siguieron siendo el centro del afecto de los hombres y el propio Felipe II, el propio padre de Alejandro, persiguió incansablemente a los jóvenes amantes durante toda su vida. Su misma muerte se produjo a manos de un antiguo amante vengativo, Pausanias, que había sido despreciado por el rey por un chico más bonito.

A diferencia de los asuntos de Felipe, el amor entre Alejandro y Hefestión nunca decayó.

Hay una tradición de que Alejandro vio su amor como una emulación de ese amor heroico entre Aquiles y Patroclo, con Alejandro encarnando Aquiles y Hefestión, Patroclo. Cruzando de Europa a Asia en su camino a Persia, los dos detuvieron su campaña en Illium por las ruinas de Troya. Allí Alejandro sacrificó y ofreció guirnaldas en el santuario de Aquiles, mientras que Hefestión hizo lo mismo en el de Patroclo. Siguiendo la antigua costumbre, Alejandro corrió desnudo alrededor de la tumba del héroe, declarando su admiración por Aquiles, "afortunado en la vida de tener un amigo tan fiel, y en la muerte de tener un poeta tan famoso".

El amor masculino no cegó a los griegos, ni a Alejandro, al señuelo de las mujeres hermosas: se casó con Roxane, una princesa persa, hija de Oxiartes de Bactriana, y engendró un hijo con ella. Más tarde, como informa el historiador romano/griego Arriano, Alejandro, mientras estaba en Persia, en Susa "... celebró ceremonias de boda para sus compañeros; también tomó [otra] esposa él mismo — Barsine, la hija mayor de Darío, y, según Aristóbulo, otra también, a saber, Parsatis, la hija menor de Ochlus.... Su amor por las mujeres, sin embargo, puede haber sido un gusto adquirido. El historiador romano Curcio informa que "despreciaba los placeres sensuales [femeninos] hasta tal punto que Olimpia, su madre, estaba ansiosa por no poder engendrar descendencia". Para abrir su apetito por el sexo justo, el rey Felipe y Olimpia hicieron traer a Kallixeina, una hetaira tesalia (una cortesana profesional). Y uno de sus biógrafos contemporáneos, Eumenes, afirmó que Alejandro "no estaba a gusto con el sexo".

Otro gran amor de la vida de Alejandro fue el eunuco Bagoas.

Los dos se conocieron mientras Alejandro estaba en campaña contra el rey Darío de los persas. La guerra había hecho estragos durante algún tiempo, con Darío finalmente huyendo y abandonado por sus vasallos, para finalmente ser asesinado por uno de sus propios hombres. Su general, Nabarzenes, fue a jurar lealtad a Alejandro, y a ofrecer ricos regalos, entre los que se encuentra el hermoso muchacho. Curcio lo describe como, "... Bagoas, un eunuco excepcional en belleza y en la flor misma de la niñez, con quien Darío era íntimo y con quien Alejandro más tarde sería íntimo". El carácter tormentoso y franco del niño coincidía con su impresionante aspecto, y la amistad que crecía entre él y el rey guerrero duraría el resto de sus vidas.

Alejandro se opuso a que su querida estuviera bien provista. Como cuenta Eumenes, el rey instaló a Bagoas en una villa fuera de Babilonia y requirió que todos sus oficiales y cortesanas, tanto griegas como persas, le rindan honores (es decir, que le entregaran ricos regalos).

Todos lo hicieron menos uno, el fiel sátrapa Orsines, que afirmó que había venido "a honrar a los amigos de Alejandro, no a sus putas", y que "no era costumbre de los persas tomar hombres en matrimonio que habían sido convertidos en mujeres por el bien de ser folladas". Enfurecido, el joven Bagoas forjó la destrucción de Orsines por medio de interminables calumnias, despertando la mente de Alejandro a la ira hasta que condenó al hombre. Todavía no satisfecho con su trabajo, Bagoas golpeó a Orsines mientras lo llevaban a la ejecución, quien se volvió y dijo: "Había oído que las mujeres una vez reinaron en Asia; sin embargo, esto es algo nuevo, para que reine un eunuco!" [Curtius, X.1.22]

El favor de Alejandro a Bagoas también es evidente en su posterior nombramiento de Bagoas como uno de los trierarcas, hombres de sustancia que supervisaron y financiaron la construcción de la marina para el viaje a casa. Su romance es atestiguado por muchos historiadores de la época, entre los que Plutarco, que relata un episodio que sugiere que el amor entre los dos era de conocimiento común entre las tropas.

Como diría Plutarco, después de un concurso de baile en el que Bagoas había ganado los honores, se fue a sentar al lado del rey. "que agradó tanto a los macedonios que le gritaron que besara a Bagoas, y nunca dejaron de aplaudir y gritar hasta que Alejandro lo tomó en sus brazos y lo besó calurosamente". [Plutarco, Las Vidas]

Este nuevo amor de ninguna manera afectó la profunda devoción que lo unía a Hefestión, que era famosa en toda la Magna Grecia. El propio filósofo cínico Diógenes, escribió a Alejandro al respecto: "Si quieres ser kalos kagathos [hermoso y bueno], tira el trapo que tienes en la cabeza y ven a nosotros. Pero no podrás hacerlo, porque estás gobernado por los muslos de Hefestión". [Diógenes de Sinope, Cartas, 24] Su amor se deshizo sólo por la muerte de la Hefestión durante las festividades de verano en Ecbatana, en Persia, en su camino a casa desde la India.

Alejandro, que hasta entonces había soportado sin romper las penurias y heridas que habrían derribado a un hombre menor, se deshizo de esta
pérdida. Se dice que yacía sobre el cuerpo de Hefestión durante un día y una noche, y finalmente tuvo que ser arrastrado por sus amigos. Durante otros tres días permaneció mudo, llorando, ayunando. Cuando se levantó fue para cortar todo el pelo, y para ordenar que todos los adornos de la ciudad se quitaran de las paredes y las melenas y colas de todos los caballos esquilados también.

 Finalmente prohibió toda la música en la ciudad, y ordenó a todos los pueblos del imperio que llevaran a cabo rituales de luto. Más tarde enviaría enviados al oráculo de Ammón en el oasis de Siwah en Egipto para pedir que se otorgara honores divinos a su amigo muerto.

El cuerpo de Hefestión fue embalsamado y llevado a Babilonia para ser quemado en una pira funeraria en un funeral en el que planeaba gastar sumas astronómicas.

Poco sabía Alejandro que Babilonia se convertiría también en su última parada. Obligado a permanecer en la ciudad durante los calurosos meses de verano plagados de mosquitos, se enfermó y murió después de una corta enfermedad. Para nuestra contabilidad el año era 323 aC. Alejandro tenía 33 años.

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