martes, 29 de septiembre de 2020

Visiones de Futuro

 

OBRAS ESCOGIDAS DE MAO
(Mao Tse-tung)



TODOS LOS REACCIONARIOS SON TIGRES DE PAPEL

18 de noviembre de 1957

[Parte de una intervención del camarada Mao Tse-tung en la Conferencia de Representantes de Partidos Comunistas y Obreros celebrada en Moscú.]


En 1946, cuando Chiang Kai-shek inició su ofensiva contra nosotros, un buen número de camaradas nuestros y todo el pueblo se preocuparon mucho pensando si podríamos ganar la guerra. Yo, personalmente, también me preocupé. Pero teníamos una firme convicción. En ese tiempo, llegó a Yenán una periodista norteamericana llamada Anna Louise Strong. En una conversación con ella, abordé muchos temas, hablando de Chiang Kai-shek, Hitler, el Japón, los Estados Unidos, la bomba atómica, etc. Dije: Todos los reaccionarios, tenidos por fuertes, no son más que tigres de papel. La razón es que viven divorciados del pueblo. ¡Fíjense! ¿No era Hitler un tigre de papel?, ¿no fue acaso derribado? También dije que el zar de Rusia, el emperador de China y el imperialismo japonés habían sido todos tigres de papel. Corno ustedes saben, ellos, en su totalidad, fueron derribados. El imperialismo norteamericano no ha sido derribado aún y, además, posee la bomba atómica. Pero estoy seguro de que también será derribado, pues es igualmente un tigre de papel. Chiang Kai-shek era muy poderoso, tenía un ejército regular de más de cuatro millones de efectivos. En ese momento nosotros nos hallábamos en Yenán. ¿Cuántos habitantes tenía Yenán? Siete mil. ¿Y con cuántos afectivos contábamos? Con novecientos mil guerrilleros, que se encontraban divididos por obra de Chiang Kai-shek en decenas de bases de apoyo. A pesar de ello, afirmamos que Chiang Kai-shek no era más que un tigre de papel y que con toda seguridad lo venceríamos. En el curso de un largo período, hemos llegado a formarnos este concepto para la lucha contra el enemigo: Estratégicamente, debemos desdeñar a todos nuestros enemigos, mientras que, tácticamente, debemos tomarlos muy en serio. Es decir, al considerar el todo, despreciar al enemigo, pero tenerlo muy en cuenta en cada una de las cuestiones concretas. Si no lo despreciamos al considerar el todo, caeremos en errores de oportunismo. Marx y Engels, no obstante ser dos personas solamente, ya en su tiempo declararon que el capitalismo sería derribado en el mundo entero. Al enfrentar, sin embargo, las cuestiones concretas y a cada enemigo en particular, si no los tomamos muy en serio, cometeremos errores de aventurerismo. En la guerra, las batallas sólo pueden ser dadas una por una y las fuerzas enemigas, aniquiladas parte por parte. Las fábricas sólo pueden construirse una por una y los campesinos, arar la tierra parcela por parcela. Pasa lo mismo incluso con el acto de comer. Desde el punto de vista estratégico, consideramos poca cosa el consumir una comida: Estamos seguros de poder terminarla. Pero, en el proceso concreto de comer, lo hacemos bocado a bocado. No podemos engullir de un solo bocado lo ofrecido en un banquete. Esto se llama solución por partes y, en literatura militar, destruir las Fuerzas enemigas por separado.


LOS VOLUNTARIOS DEL PUEBLO CHINO DEBEN MIRAR CON CARIÑO CADA MONTAÑA, CADA RÍO, CADA HIERBA Y CADA ÁRBOL DE COREA

19 de enero de 1951

[Instrucción del camarada Mao Tse-tung para los Voluntarios del Pueblo Chino.]


Los camaradas chinos y coreanos deben mantener una unidad tan íntima como de hermanos, vivir las mismas penas y alegrías, compartir el mismo destino en la vida y en la muerte y luchar hasta el fin para vencer al enemigo común. Es preciso que los camaradas chinos consideren los asuntos de Corea como los suyos propios y que se eduque a nuestros mandos y combatientes para que miren con cariño cada montaña, cada río, cada hierba y cada árbol de Corea y no tomen del pueblo coreano ni una sola aguja ni una sola hebra de hilo, tal como es nuestra actitud y manera de proceder en el país; ésta es la base política para nuestra victoria. Siempre que procedamos así, lograremos la victoria final.


..........en una palabra, no debemos atacar en las cuatro direcciones. Si lo hiciéramos, pondríamos en tensión a todo el país, y esto sería muy malo. De ninguna manera debemos crearnos demasiados enemigos, sino hacer ciertas concesiones en una dirección y aflojar allí un poco la tensión para concentrar fuerzas y lanzar ataques en otra. Debemos trabajar bien para que los obreros, campesinos y pequeños artesanos nos apoyen y para que la gran mayoría de la burguesía nacional y de la intelectualidad no se oponga a nosotros. De este modo, quedarán aisladas las fuerzas remanentes del Kuomintang, los agentes secretos y los bandoleros, aislada la clase terrateniente, aislados los reaccionarios de Taiwán y el Tíbet, y aislados también de nuestro pueblo los imperialistas. Esta es nuestra política, ésta, nuestra orientación estratégica y táctica y ésta, en fin, la línea de la presente Sesión Plenaria del Comité Central.


EN MEMORIA DEL DR. SUN YAT-SEN

12 de noviembre de 1956

[Artículo escrito por el camarada Mao Tse-tung con motivo del 90.° aniversario del nacimiento del Dr. Sun Yat-sen.]


¡Rindamos homenaje al Dr. Sun Yat-sen, gran precursor de la revolución!

Honramos su memoria porque, en el período preparatorio de la revolución democrática de China, libró una aguda lucha contra los reformistas asumiendo una clara posición de demócrata revolucionario. En esa lucha, él fue el portaestandarte de los demócratas revolucionarios chinos.

Honramos su memoria por la grandiosa hazaña que realizó durante la Revolución de 1911 al dirigir al pueblo en el derrocamiento de la monarquía y el establecimiento de la república.

Honramos su memoria por la magnífica contribución que hizo en el período de la primera cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista al desarrollar los viejos Tres Principios del Pueblo convirtiéndolos en los nuevos.

EL nos dejó muchas cosas de valor en la esfera del pensamiento político.

Los chinos de nuestra época, excepto un puñado de reaccionarios, somos todos continuadores de la causa revolucionaria del Dr. Sun.

Hemos completado la revolución democrática que el Dr. Sun dejó inconclusa y la hemos desarrollado haciendo de ella una revolución socialista, en cuyo proceso de realización nos hallamos ahora.

Las cosas se desarrollan sin cesar. Han transcurrido sólo 45 años desde la Revolución de 1911 y, sin embargo, la faz de China ha cambiado por completo. Al cabo de otros 45 años, esto es, para el año 2001, en los albores del siglo XXI, China habrá experimentado cambios aún mayores. Será un poderoso país industrial socialista. Y así tiene que ser, pues con una superficie de 9.600.000 kilómetros cuadrados y una población de 600 millones, China debe hacer un aporte comparativamente grande a la humanidad. Durante un largo período, su contribución ha sido muy reducida, y esto nos apena.

Pero debemos ser modestos. Debemos serlo no sólo ahora, sino incluso cuando hayan pasado esos cuarenta y cinco años. Seamos modestos siempre. En nuestras relaciones con el extranjero, los chinos debemos desechar resuelta, definitiva, cabal y totalmente cualquier manifestación de chovinismo de gran nación.

El Dr. Sun era un hombre modesto. Escuché sus discursos en muchas ocasiones y quedé impresionado por su grandeza de espíritu. Su gran dedicación al estudio de la historia de China y de sus condiciones sociales contemporáneas, así como al estudio de la situación de los países extranjeros, entre ellos la Unión Soviética, fue para mí muestra de que era muy modesto.

Consagró toda su vida, con absoluta abnegación, a la transformación de China; de él se podría decir que dio lo mejor de sí, lo dio todo hasta que su corazón dejó de latir.

Al igual que muchas grandes figuras de la historia que se pusieron en el primer frente para guiar la corriente de su época, el Dr. Sun también tuvo defectos. Esto hay que explicarlo a la luz de las circunstancias históricas, de modo que la gente lo comprenda. No debemos ser demasiado exigentes con los precursores.


https://webs.ucm.es/info/bas/utopia/html/mao.htm




domingo, 20 de septiembre de 2020

LA GUERRA CON CHILE- Victor A.Garcìa Belaunde, el oscuro personaje Mariano I.Prado

El expediente Prado por Víctor Andrés García Belaunde 

Por: Ricardo Cuya Vera al jueves, marzo 2, 2017 

 La intención de publicar este libro fue la de abrir paso a la verdad sobre un personaje de la historia republicana, absurdamente convertido en casi un “Dios del Olimpo”, en un ser superior intocable porque era un héroe, un ciudadano ejemplar, un peruano representativo. Hubiésemos querido que fuera todo eso, pero la realidad es totalmente diferente, porque si alguien tuvo la culpa de la derrota que padecimos en 1879 fue él y la clase política y militar que lo rodeó, en este caso con muy honrosas excepciones, pues nos gobernó desde tres años antes que Chile declare la guerra, sin prepararse para ella, ni hacer nada para evitarla y luego desertó del mando supremo nueve meses después de producida, cuando ya estaba casi perdida.
Todas las afirmaciones sobre cada paso en la vida de Mariano Ignacio Prado están seriamente documentadas. Desde su nacimiento en 1825 (y no en 1826 como siempre se ha dicho) hasta su muerte en París en 1901, y la posterior inhumación en Lima un año después. Sus biógrafos siempre se detuvieron sospechosamente en la hora cenital de Prado: el combate del 2 de mayo y si alguno avanzó hasta el desastre de 1879, comprometió la verdad histórica con documentos falsos, oportunamente rechazados por instituciones respetables. 
 
El peregrinar de Prado en el extranjero no se conocía exactamente e incluso uno de los parientes de doña Magdalena Ugarteche hizo circular la versión que se sostenía gracias al aporte económico de sus amigos. 

 A lo que nunca se hizo referencia, lo que se ocultó siempre (o es posible también que se ignorase), fue la conexión Prado-Von der Heyde, su concuñado y testaferro. Y los negocios que emprendió “el héroe del Callao” con los chilenos antes, durante y después de la contienda del 79. 

Es decir, en la misma época que ejecutaron a su hijo Leoncio en Huamachuco en julio de 1883. Dueño de minas de carbón en Carampangue, en la región del Bío Bío, provincia de Arauco en Chile, se convirtió en proveedor de carbón de las embarcaciones que llegaban a esos puertos, adonde también recalaban los de la Armada chilena, sin importarle que ese carbón fuera transportado hacia una amplia bahía con destino a los buques que merodeaban por nuestro litoral y combatían a la pequeña pero heroica fuerza naval peruana. 

 Esta manera fenicia de actuar debió de haberse conocido en Lima, porque muchos extranjeros con residencia en Chile estaban en contacto permanente con sus parientes del Perú. Lo que pasó, o lo que debió haber sucedido, fue la adopción de un silencio cómplice. 

Nadie deseaba hablar, los que tuvieron noticias del caso prefirieron callar, incluso los militares. Ellos, cuando Prado regresó al Perú en julio de 1886 (por la benevolente decisión del presidente del Consejo de Ministros Antonio Arenas, en diciembre de 1885 durante el gobierno de Cáceres) no dudaron en elegirlo presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. Lo fue de 1890 a 1891 y de 1896 a 1897. 

¿Consideraron que Prado era un militar de grandes merecimientos y un “defensor calificado de la patria” en 1879? Lo cuestionable de estas honrosas determinaciones radica en el mutismo que adoptaron Lizardo Montero, Manuel Villar e Isaac Recavarren, los tres oficiales con una notable hoja de servicios. 

Sin embargo, el concepto que en verdad se tuvo de Prado está muy bien definido en la carta de José de la Riva-Agüero a Miguel de Unamuno (24 de diciembre de 1906). Lo llamó “inepto, desertor y rapaz”. 

Para Riva-Agüero su fortuna se inició con el contrato Raphael-Prado, aunque creo que ello se dio con la compra sobrevalorada de los monitores Atahualpa y Manco Cápac, tema que ha permanecido oculto por quienes se han referido a esta vergonzosa adquisición. 

A través de este trabajo he anotado el comportamiento del ejército de ocupación. Oficiales y soldados, convertidos en pirómanos, se dispersaron por haciendas y fundos; compañías selectas de soldados chilenos destruyeron factorías y fábricas y cuanto local del Estado encontraron a su paso. 

Y los jefes impusieron cuantiosos cupos a un sector de ciudadanos. En cada esquina de la ciudad se fusilaba a todos aquellos que defendían su hogar de estupros y robos. ¿Qué sucedió con la cuantiosa riqueza de Prado en Chile, convertida en minas, en tierras, en propiedades urbanas? ¿Incendiaron su residencia de verano de Villa del Mar, derrumbaron a cañonazos sus casas, almacenes y depósitos de Arauco? No, porque (y eso lo he demostrado documentadamente) Prado era un vecino notable de ese país. 

Epílogo es sinónimo de conclusión. Podemos decir entonces que el triunfo de las armas chilenas revaloró sus posesiones de Valparaíso, Santiago y Arauco. Se volvió más rico y, fiel a su costumbre, consiguió un nuevo testaferro en el Perú. 

Esta vez fue su hijo político Juan Manuel Peña Costas. Otra de las grandes sorpresas en la vida de este personaje fue la fundación del Banco Popular del Perú en 1899 por su hijo Mariano Ignacio Prado Ugarteche, un joven de 29 años sin trayectoria laboral, con excepción de los cursos que dictaba en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Marcos como profesor auxiliar. 

Curiosamente casi treinta años antes, el general Prado había fundado en Chile el Banco Montenegro, del cual era socio mayoritario con el 95 por ciento de su capital. El año anterior había promovido, comentan sus biógrafos, “el establecimiento de la fábrica de tejidos de Santa Catalina”. ¿De dónde salió el dinero? Los Ugarteche, familiares de doña Magdalena, carecían de bienes de fortuna. ¿Su cuñado Peña Costas le prestó lo necesario para sus aportes? Su riqueza no era tan grande como se ha pretendido. ¿Quién puso entonces económicamente en la cima a los hijos del general? 

 En definitiva, es posible concluir que: 

1. Prado fugó en plena Guerra del Pacífico porque defender al país en calidad de presidente del Perú le resultaba contraproducente a sus intereses personales, que estaban en función de sus cuantiosas inversiones en Chile. 

2. Lejos de lo que se ha especulado siempre alrededor de la historia del general Prado, éste no comenzó a multiplicar su riqueza a raíz de la fuga durante la guerra (pues en esa época ya era rico), cuando se llevó 3.000 libras (cifra que al cálculo actual podría llegar hasta los 600.000 dólares) del erario público, solo como viáticos —ya que los enviados de éste para la supuesta compra de armas ya habían partido a Europa— sin rendir cuenta alguna posteriormente. Sus malversaciones se iniciaron mucho antes, ya que desde su primer gobierno hizo una compra sobrevalorada de los inservibles monitores Manco Cápac y Atahualpa y de la emisión de vales en la revolución de 1865 contra Pezet; ambas situaciones detalladas con amplitud en el libro. 

3. La guerra benefició a Prado, pues, a raíz de dicho triunfo, el nivel de vida en Chile se elevó, lo cual repercutió en el aumento del valor de las inversiones que él tenía allá, de modo tal que dicho caudal multiplicó su valor inicial. 

4. Desde que apareció en la escena política del país, Prado comenzó a tejer importantes redes sociales con los principales personajes políticos chilenos, los que le resultaron sumamente útiles para emprender los diversos negocios que tuvo en Chile, invirtiendo el dinero que sacó del Perú en 1867. 

5. Finalmente, Prado, después de la guerra, decidió vender todos los negocios que tenía en Chile en 175.000 libras esterlinas (que según los diferentes métodos que utilizan los economistas para hacer las conversiones de actualización de la cifra, dicha suma varía entre 70 millones y 320 millones de dólares) para que pocos años más tarde, ya establecido en Lima, sus hijos emprendieran el camino empresarial con la creación de la Sociedad Santa Catalina y el Banco Popular. 

Todo ello no hace sino confirmar las serias dudas que siempre hubo sobre el origen del dinero que configuró el llamado Imperio Prado, el más grande poder económico del Perú durante la mayor parte del siglo XX. 

Definitivamente, el dominio económico de los Prado durante dicho siglo tuvo sin duda su origen en el patrimonio mal habido del general Mariano Ignacio Prado. 

Creo que El expediente Prado será una fuente importante de consulta para quienes deseen iniciar nuevos estudios sobre Prado, su entorno y su época; hoy con su verdadera faz y no como había sido presentado desde el siglo XIX. 

Fuente: voltairenet.org 

El Expediente Prado Víctor Andrés García Belaúnde

martes, 15 de septiembre de 2020

Ekekos

Ekeko, el aymara de la abundancia..... En sus inicios, el Ekeko era de piedra, jorobado, tenía rasgos indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta: su desnudez era el símbolo de la fertilidad. En la colonia el culto a la deidad tomó nueva fuerza y en La Paz (actual capital de Bolivia) durante el cerco que ésta ciudad soportó durante un alzamiento indígena contra el control español. La Iglesia Católica intentó erradicar su culto en tiempos de la conquista, sin mayor éxito, aunque la imagen llegó a sufrir ciertos cambios: fue vestida y sus rasgos cambiaron a los de un mestizo.Hoy en día, existe en la sierra sur del Perú como en el occidente de Bolivia la creencia de que el ekeko es capaz de conceder los deseos de sus seguidores si estos le ofrecen una copia de ellos en miniatura, y muchos tienen en casa una imagen para que les resuelva los problemas, dejando dinero a su lado y manteniendo un cigarro encendido en su boca, que sólo puede consumirse hasta la mitad. Las figuras que le ofrecen son de cerámica, metal o piedra, reproducciones exactas del objeto de sus peticiones: automóviles, electrodomésticos y alimentos. Cuando se desea amor, se le entregan miniaturas de gallos y gallinas. La deidad es conocida en los diferentes lugares del mundo donde colonias de emigrantes bolivianos han extendido su culto. La figura del Ekeko tomó gran popularidad en la provincia de Buenos Aires (Argentina) durante el periodo hiperinflacionario de los años ochenta. Allí sus adeptos lo tomaron como una especie de patrono de la fortuna. Algunos años atràs este personaje fue muy demandado, en Asia, Europa, Oceanìa, ahì donde hubo llegado un originario de la Amèrica del Sur. China como es conocido por todos, hizo la producciòn en masa del "ekeko" manteniendo los rasgos originales. Tuve la ocasiòn de realizar envìos a un paìs de Asia, se realizaron ventas por la web y en el corto plazo terminò esta novedad, novedosa. Al tratarse de personajes de historia y que siempre estaràn por su tradiciòn, mantengo en stock cierta cantidad, habiendo formado un pequeño ejèrcito de " ekekos ", a la espera de quien los quisiera reclutar. Tomarlo o considerarlo como un visitante de buena fe, con exquisito talante, que no compite con nadie, pero consideràndolo como una buena compañìa. Si algùn visitante de este amigable blog lo desea, puede solicitarlo y de inmediato coordinamos el envìo. Es una difusiòn de la cultura de la Amèrica del Sur, que comparte Perù, Bolivia y Argentina. El ekeko no es rival de nadie, no va contra alguna cultura religiosa, simplemente, es la tradiciòn de los pueblos americanos.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Manuel Gonzales Prada

 

Manuel Gonzales Prada: filosofía salvaje

Exploramos un lado poco conocido del pensador peruano más grande del siglo XX, cuyas ideas siguen vigentes


El artista gráfico Cherman revitalizó l aimagen de Gonzales Parada en este cuadro. Hizo lo propio con otros personajes de la historia del Perú. [Ilustración: Cherman]









Crítico de cine

spimentel@comercio.com.pe

En el Perú, las efemérides suelen ser oportunidades perdidas. Se cumplen cien años de la muerte de Manuel González Prada (1844-1918), y lo único que parece valorarse de su pensamiento, en la realidad nacional de hoy, es una frase que no suena trillada sino fuera porque es cada vez más certera: “El Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota el pus”. Palabras que, de tan actuales, amenazan con sepultar a un Prada inactual y más universal: el que habla menos de los vicios de la sociedad peruana, y más de la existencia, la vida, la fuerza, la naturaleza, la libertad, el poder, la ciencia, el arte y la filosofía.

La verdad es que Prada no fue un filósofo más. Fue uno muy original, que recién empieza a descubrirse. Hoy en día es uno de los autores peruanos más estudiados a nivel nacional e internacional. Y por varias razones. En primer lugar, es un precursor de dos movimientos intelectuales capitales en Latinoamérica: el modernismo y el indigenismo. En segundo, su obra, además de rebelde, fue generosa, proteica, multiforme, donde se dan cita múltiples géneros literarios: el diálogo y la prosa filosófica, la poesía, el aforismo, el ensayo social y político, la narrativa de ficción —en ese sentido también, sus semejanzas con un célebre filósofo alemán que nació, como él, en 1844 (Nietzsche), es sorprendente—. En tercer lugar, es un pensador cuyos conceptos de la ciencia, del arte y del ser humano tienen proyecciones muy contemporáneas.

Pero primero convengamos: el Perú es tierra filosófica, contemplativa y religiosa, desde sus orígenes prehispánicos. Con el mestizaje y el Virreinato, aparecieron filósofos de la Historia. El Inca Garcilaso, el primero. Luego, ya asentada la cultura colonial, fueron metafísicos escolásticos, como Juan Espinoza Medrano (‘El Lunarejo’). Hasta que, en el republicano siglo XIX, llegan dos filósofos de estilos modernos, y de pretensiones más abarcadoras. Ellos fueron González Prada y Alejandro O. Deustua (1849-1945). Un autodidacta revolucionario y un académico severo. Sin embargo, compartían más de una característica: ambos forjaron un pensamiento de pretensiones emancipadoras y, a la vez, radicalmente extrañas y hasta hostiles a devociones religiosas, esas que tanto definían la sociedad a la que pertenecían —a fines del s. XIX Lima era, con seguridad, una ciudad monacal—.

Y si, como dijo Luis Alberto Sánchez, Deustua y Prada marcan, como dos grandes troncos, el derrotero del pensamiento nacional posterior, el primero nos lleva a un tipo de filosofía llamada por muchos “espiritualista”: la de Víctor Andrés Belaúnde, Mariano Iberico, y Honorio Delgado; y el segundo, a una vertiente llamada “radical”, inclemente con la tradición, y de bases supuestamente materialistas, con el marxismo heterodoxo de Mariátegui y Haya de la Torre. Sin embargo, espiritualismo y materialismo son categorías que rápidamente pierden eficacia frente a la singularidad de estos autores. Y, sobre todo, frente a la obra de Prada, que como ya advirtió Thomas Ward —el más importante estudioso del autor de Pájinas libres de las últimas dos décadas—, es portadora de lo que llama un poder, o, diríamos nosotros, usando una palabra más precisa, una “potencia” espiritual.

                                                      ***
Según Ward, la potencia espiritual de Prada se opone al poder político. Con una revisión atenta de su obra, y desde una mirada transversal a todos los tipos de textos de nuestro autor —como sus poemas, por mucho tiempo no atendidos como modos de expresión válidos para un análisis de su pensamiento—, Prada presenta una metafísica sutil: la de la inmanencia, por contraposición a la de la trascendencia. El mismo Augusto Salazar Bondy, al hablar de él, ya mencionaba una “franca profesión de fe inmanentista”. Para muestra algunos versos: “¿Soy la parte o soy el Todo?/ No consigo deslindar/ Si yo respiro en las cosas/ o en mí las cosas están”. Una visión que rechaza la idea del dualismo entre mundo espiritual y mundo material, y que algunos pueden ver como un vago panteísmo. Lo cierto es que Prada, desde su peculiar metafísica, recusaba la idea de un Dios como principio trascendente, o de un mundo verdadero y espiritual, por contraposición a uno falso y material.

Teniendo, según Ward, a Lucrecio y a Baruch Spinoza como antecesores, Prada concebía al cosmos como ese gran flujo material lleno de energía, lleno de fuerzas que chocan entre sí, y dentro de las cuales nosotros somos una parte ínfima e insignificante —donde a la vez resuena el Todo—. En ese sentido hay un pensamiento muy contemporáneo que no subsume la Naturaleza como objeto de menor valor —al concebírsele como materia sin alma, como hizo Descartes— frente al valor del ser humano: “No diga el hombre al peñasco:/ -Yo soy un alma, tú eres la materia;/ No repita al infusorio:/ tú vas a la nada, yo voy a lo eterno”. Esta idea echa a tierra las lecturas simplistas de Prada como “cientificista”, “positivista”, o mero “racionalista”.


El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, contemporáneo a Gonzales Prada. Se pueden encontrar muchas similitudes en la producción intelectual de ambos, a pesar de que nunca se conocieron.

Pero, ¿cómo se opone esa metafísica inmanentista, ese espiritualismo sin trascendencia, frente al poder mundano? Ahí está la clave de la lectura de Ward. Prada identificaba esa inversión inmanente de la creencia en el mundo con una crítica feroz no solo al Estado, sino también a la Iglesia, a las instituciones históricas de la religión, a todo el conglomerado cultural clerical. De acuerdo con Prada, ellos se apoyan en una trascendencia —principio verdadero y “celestial” que solo detenta el sacerdote—, para someter la fuerza vital y mental de los seres humanos. Prada sería así, como su contemporáneo Nietzsche, un implacable destructor de los poderes intermedios entre falsas trascendencias de arriba, y el mundo “humano” de abajo: Tierra que, lejos de ver como falsa, Prada tenía como irradiación de conocimientos renovados y de belleza.

                                                        ***
Por lo dicho anteriormente, no debería llamar la atención los ensayos que Prada dedicó al cristianismo primitivo, y su admiración por polémicos investigadores de la vida de Cristo como el francés Ernest Renan. Desde esta óptica, ajena al constructo teológico y las doctrinas eclesiales, el Cristo histórico, para Prada, fue un revolucionario anarquista que rechazó todo el mundo de jerarquías, jefaturas sacerdotales, dinero, en función de la reivindicación del pobre, del débil, del desposeído. La anarquía, como oposición a todo Poder (Estado de cualquier ideología o bandera, Capital, Religión) se convertía, además, después de la estancia en España que el peruano haría en 1896-1897, y bajo las influencias de teóricos como Kropotkin, Bakunin o Reclus, en otro concepto que perfila su propia singularidad en la obra de nuestro autor.

Algunos no han dejado de reclamar a Prada una ideología y un programa de acción político que permitiera instalar un nuevo orden social. Habría que decirles que se equivocan. Prada recusó siempre esta vía: el pensamiento debía afirmar la vida, no oprimirla. Por eso pasó de un tenue liberalismo a un radical anarquismo, en la defensa del individuo de cualquier clase y nacionalidad, de la mujer — también fue un anunciador del feminismo— y su emancipación de instituciones que iban, desde el tan odiado Estado, hasta el matrimonio. Y como para Prada escribir era hacer, pensar era ser, la prédica anarquista no era una irresponsabilidad, sino una búsqueda, el llamado a un futuro de libertad que nunca vio como utópico, ni como producto de una imaginada guerra militar, sino como un estadio superior de evolución humana en la siempre impredecible y azarosa historia de la Humanidad.

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Por último, habría que reparar en un punto esencial del pensamiento pradiano: la Ciencia. Se ha hablado mucho sobre su papel en la filosofía de nuestro autor, pero siempre para encasillarlo en el burdo cientificismo decimonónico que tenía de contexto. Sin embargo, Prada tenía una visión escéptica de las verdades que podía conseguir la ciencia. Para él, siempre eran provisionales. En ese sentido, su mirada no era ingenua, y su fe en la razón y en la ciencia no eran deudoras de una evolución lineal y acumulativa. Para Prada, con intuiciones que lo acercaban a futuros teóricos como Thomas Kuhn, el desarrollo de la ciencia se hacía a partir de revoluciones conceptuales, siempre con el fondo de misterio de una naturaleza siempre sorprendente, que no puede esquematizarse en función de verdades absolutas.

Veamos un ejemplo. En un diálogo filosófico pradiano, aparece Zózimo, personaje conceptual que toma el nombre del primer alquimista del que se conservan escritos auténticos. Para Prada los científicos, en tanto experimentaban con los elementos de la Naturaleza, debían tener al químico como modelo. Y en el diálogo en mención, este mítico Zósimo, especie de fantasma que vive en el mundo de los muertos, le dice a Prada sobre la pregunta de qué hace “allá”: “Tenemos el inmenso trabajo de rehacer nuestra moral y nuestras ciencias: discípulos de una mala escuela, nos educamos de nuevo. Practicamos una ortopedia intelectual y moral. ¡Si tú supieras lo que vale casi toda la ciencia humana! Aquí, inter nos, solo hay verdadero el 2 + 2 = 4.”

El escepticismo de Prada, que relativiza todo el conocimiento científico salvo el matemático (2 + 2 = 4) —verdad que hace unos años enarboló el filósofo francés Quentin Meillassoux en su libro Después de la finitud, sin saber que repetía el postulado de un peruano que lo antecedió por más de cien años—, no solo está en consonancia con la idea contemporánea de que no hay una Ciencia del Todo —sino solo teorías parciales que dan cuenta provisional de determinados fenómenos de la realidad—. También reafirma una cierta humildad frente a la Naturaleza. Desde el lado del arte, esto implicaba, para Prada, la creación de imágenes que, en lugar de agotar la verdad del mundo, podían transmitir la belleza, fuerza y beatitud de este.

Prada es así un metafísico muy interesante que se opone al Poder y la Soberbia antropocéntrica que nos dirige, hoy en día, a un ecocidio. Por el contrario, postula un sistema de pensamiento que comunica la Ciencia con el Arte en favor de la Vida, y en contra de toda forma de opresión, ya sea esta física, psicológica, social o política.