domingo, 8 de enero de 2012

Provincia de Tarata, Tacna



PROVINCIA DE TARATA



Tarata, se ubica al Nor-Este de la región de Tacna, limita por el Norte con la provincia de Candarave, por el Sur y Oeste con la provincia de Tacna, por el Nor-Este con el departamento de Puno y por el Este con la república de Bolivia.



REPUBLICA

Ya durante la República, Bolívar decreta en 1824, la creación política del distrito de Tarata. Promulgando décadas más tarde, el presidente don Manuel Pardo, la creación de la provincia de Tarata, el 12 de noviembre de 1874. Señalándose entonces, como sus distritos a : Estike, Tarukachi, Tarata, Tikako y Kandarave. Al convertirse no hace mucho, Candarave en provincia, se incorporaron como distritos: Chukatamani, Sitajara y Susapaya, dividiéndose Estike en Estique Pueblo (antiguo y original poblado) y Estike Pampa.


LA OCUPACION CHILENA

Luego de la derrota en el Campo de la Alianza, el ejército peruano se replegó hacia el Norte y el boliviano, se retiró definitivamente hacia su patria. Se iniciaría entonces, un pasaje extremadamente duro en la historia de Tacna: la ocupación chilena. Luego de los desmanes y crímenes cometidos contra la población civil tras la batalla, se inició oficialmente la ocupación chilena. Mientras que la guerra continuaba su desarrollo en el Norte del Perú, los tacneños no se resignaron a su suerte. Un coronel del ejército, don Gregorio Albarracín y un valiente cubano llamado Juan Luis Pacheco de Céspedes, encabezaron la resistencia al invasor y lo hicieron desde la provincia libre de Tarata, específicamente desde la localidad de Chukatamani, que hoy lleva con orgullo el nombre “Héroes Albarracín - Chukatamani”. Tanto Albarracín, como Pacheco de Céspedes, junto a sus valientes, llegaron a convertirse en un dolor de cabeza para los invasores, poniéndoles a veces incluso en jaque durante sus incursiones en las cercanías de la ciudad de Tacna. Ello motivó que los chilenos planteasen una acción definitiva contra Albarracín y Pacheco en su base de Chukatamani, cayendo Albarracín en una celada junto a su hijo y algunos leales en quebrada Saucini donde se inmolaron luchando hasta el final, en las cercanías del pueblo de Chukatamani, lugar donde se les ha erigido un modesto monumento.
Ese fue el motivo por el cual, toda la provincia de Tarata fuera incorporada al territorio peruano ocupado por los chilenos que comprendía hasta entonces sólo la provincia de Tacna y su puerto de Arica. En Tarata, al igual que en Tacna, los chilenos iniciaron su política de “chilenización”, por la que los pobladores debían renunciar a su nacionalidad peruana y adoptar la chilena, debiendo abandonar también, toda costumbre propia adoptando las chilenas. Se prohibió así, el consumo de kuka, pisco, el uso de luces en las casas durante la noche (por lo que los tarateños debían poner una canasta encima del candil) y también, las fiestas tradicionales. Los tarateños, que en su gran mayoría permanecieron fieles al Perú, empezaron pronto a ser asesinados o desaparecidos, sin que se supiese más de ellos. Muchos hombres vivían a salto de mata, ocultos entre la floresta.
Los chilenos construyeron una serie de retenes, desde donde controlaban el tránsito de las personas. Estos retenes son conocidos por ser también, lugar donde hallaron su fin muchos tarateños, por el único delito de mantenerse leales al Perú. Esta práctica continuó, no sólo a fines del siglo XIX, sino incluso durante principios del siglo XX, pues como es conocido, la brutal represión chilena ejercida contra los peruanos de las zonas alto-andinas de las provincias de Tarata y Tacna, originó que muchos tuvieran que huir para salvar la vida, no sólo individualmente, sino a veces incluso, pueblos enteros, como el conocido incidente de Challaviento, en el cual todo un pueblo tuvo que huir para salvarse de la brutal represión, luego de matar a un feroz carabinero chileno por sus abusos. Esta movilización de pueblos enteros se dio también en la provincia de Tarata y ello se puede apreciar en el distrito de Chukatamani, donde en cuya capital, situada en la margen izquierda del río Sama se puede apreciar en la margen opuesta, un pueblo fantasma, construido por los habitantes de Chukatamani durante la ocupación y a donde se trasladaron en masa, al volverse el río Sama, la nueva frontera entre el Perú libre y el Perú ocupado por los chilenos y del cual ellos pretendían apoderarse definitivamente y al cual trataban ya, como parte de Chile.
Al trasladarse a la margen derecha, los habitantes de Chukatamani, asumieron una vida llena de estrecheces y dificultades, pues la margen derecha era abrupta, pobre en tierras agrícolas y carente de caminos, que esas personas tuvieron que construir, a lo largo de décadas, desde el distrito libre de Tikako (en las alturas) a lo largo de la estrecha quebrada del río Sama. Esta importante obra, por lo accidentado y abrupto del barranco en el que se le construyó, constituye hoy, un monumento a la dignidad y al valor de un pueblo que nunca claudicó frente a la opresión del feroz invasor y que decidió por cuenta propia y librado a sus suerte resistir contra toda esperanza, la política de “chilenización”, lo que a la larga sirvió para que el Perú, pudiera recuperar Tarata y Tacna, alejando así al enemigo del altiplano y de la fuente lacustre del Titiqaqa, que de haber logrado someter a los tarateños hubiera constituido sin duda, su próximo objetivo geopolítico.

LA REINCORPORACION A LA PATRIA

La entrega de Tarata al Perú, se celebró durante el gobierno del presidente don Augusto B. Leguía, el día 1 de setiembre de 1925. Representó al Perú, en aquella ocasión, don Manuel de Freyre Santander. La población tarateña, jubilosa, espectó la ceremonia y el izamiento del pabellón nacional, al son de las marchas, que interpretaba la banda de música del regimiento Húsares de Junín, que desfiló alrededor de la plaza de armas.
La fiesta del 1 de setiembre se transformó desde entonces, en la fiesta civil más importante para Tarata. Se celebra con devoción, pero donde se aprecia un respeto indescriptible, es en la parte alto-andina de Tarata, donde la población brinda ritualmente con la Ch’alla en honor a la bandera peruana, realizándole Wilanchas en la que le sacrifican ganado.


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