sábado, 28 de enero de 2012

De Ricardo Palma a Nicolàs de Pièrola(1881)


Hombres sin fe, mujeres sin vergüenza

La siguiente carta resume la crisis social, la desunión y la desconfianza que existía (y aun existe) en la mentalidad de los peruanos, que, frente a un problema de tal gravedad, como la guerra con Chile, solo buscaron el beneficio personal.

Lima, abril 5 de 1881
(Recibida) Jauja, abril 7 de 1881
(Contestada) Jauja, abril 8 de 1881
Excmo. Señor Don Nicolás de Piérola
Mi distinguido amigo:
En nuestro país se ha perdido no solo el sentimiento del deber sino hasta la vergüenza. La policía secreta de los chilenos está servida por hombres y mujeres peruanos. “Parece imposible (escribe Cornelio Saavedra) la degradación de nuestro pueblo, frailes, oficiales, jefes, y hasta mujeres vestidas iban a denunciarme los depósitos de armas, por el mezquino interés de la gratificación pecuniaria. De buena gana habría fusilado a tanta gente infame. Al fin, Baquedano y yo declaramos que no queríamos mas rifles y cerramos nuestras puertas a los denunciantes”. Estas líneas (fragmento de una carta publicada en chile) hacen enrojecer el rostro de todo buen peruano, porque, desgraciadamente, son verdaderas las afirmaciones.
Hombres que por gratitud, ya que no fue por patriotismo, estaban obligados a ser leales para usted son hoy los mas ruines cortesanos de García Calderón. Hasta consejeros de estado, Benavides y Loayza por ejemplo, son patrocinadores de una farsa. Aquí no hay carácter ni energía en los hombres, y diariamente palpo transacciones que creía imposibles. Mejor que a Génova es aplicable a Lima aquel proverbio: hombres sin fe, mujeres sin vergüenza.
Don Nicanor Gonzales va de prefecto a Huaraz. ¿Era esto creíble? Huaraz, por el momento, se adherirá a Calderón, pues Gonzales es prestigioso en esos pueblos.
Rufino Torrico, después de firmar la enérgica nota que usted conocerá ya, salió haciendo, lo que llamamos los criollos, carrera de caballo, parada de borrico. ¡Guapo señor Torrico! Todo estaba combinado para que la farsa calderoniana recibiera el golpe de gracia, cayendo en medio de la rechifla popular y sin quemarse un grano de pólvora. Pero don Rufino y don Francisco se entendieron y la argolla salvó el conflicto.
Hasta Cesar Canevaro se ha ligado a los farsantes y para disculparse alega que ha sido desdeñado por usted.
Yo tengo intima fe en que el pecador gobierno de la magdalena desaparecerá muy pronto, sea porque los chilenos lo derrumben a puntapiés, sea porque la fuerza de los acontecimientos  lo traiga a usted a Lima. Tengo también fe que esta vez tendrá la energía que no quiso desplegar antes para reducir a la impotencia a los hombres de la argolla. Por Dios, señor Don Nicolás. ¡Que no vuelva a ser letra muerta el artículo 8º del estatuto! Fue usted generoso hasta la debilidad, sembró bienes y ha cosechado horribles desengaños. Sea usted, pues, en adelante justiciero hasta el rigorismo, rompiendo los anillos de esa serpiente que se llama argolla. El cuerpo social está amenazado de gangrena: quizá una buena sangría alcance aun a salvarlo. Si llegase a ser preciso ni aun a sus amigos nos liberte usted del paravalo. Que contenga a todo el temor de la pena, y si ni aun así alcanza usted a regenerar el país, quédele hora la conciencia, pues habrá usted puesto de su parte todos los medios. ¿No lo amaron a usted los argollistas, misericordioso para con ellos?
Pues bien amigo mío, que lo teman al menos. No cure usted al enfermo con agua de malvas, sino con un tratamiento enérgico.
Su amigo.
Ricardo Palma.
Gonzales Prada en paseo campestre por Lima. A su derecha, la significativa presencia de Ricardo Palma, con quien luego mantendría acalorados debates.
Foto adquirida de la revista peruana, CARETAS.

1 comentario:

Anónimo dijo...

uiso desplegar antes para reducir a la impotencia a los hombres de la argolla. Por Dios, señor Don Nicolás. ¡Que no vuelva a ser letra muerta el artículo 8º del estatuto! Fue usted generoso hasta la debilidad, sembró bienes y ha cosechado horribles desengaños. Sea usted, pues, en adelante justiciero hasta el rigorismo, rompiendo los anillos de esa serpiente que se llama argolla. El cuerpo social está amenazado de gangrena: quizá una buena sangría alcance aun a salvarlo. Si llegas https://idheas.org/jose-bernardo-alcedo/