miércoles, 23 de mayo de 2012

Cuidàndonos de los puñales traicioneros



Presidente Manuel Apolinario Odrìa recibiendo a comitiva de Tarapaqueños

Tarapacà en El Callao siglo XX,segunda mitad
La Urbanizaciòn Tarapacà en la Provincia Constitucional del Callao, tiene caràcter de històrica, ignorada por sus autoridades y en consecuencia, desatendida, desprotegida, descuidada y cual costumbre desde antaño cuando llegan los tarapaqueños y lugareños del sur, de las provincias perdidas por  razones de estado. Lìos internos, como perros y gatos, entre peruanos, de un lado los serviles a los "chilenos invasores y saqueadores", y del otro, los que dan cara al invasor por donde transitaban. como mencionaba Gonzàles Prada: "Los ricos ven muchas veces menos daño en la victoria rápida del invasor que en el triunfo lento y gravoso de la causa nacional. Una batalla cuesta vidas; una resistencia de meses y años cuesta no sólo vidas, sino destrucción de las propiedades, pérdida del crédito. A la salvación de la patria, los burgueses acaudalados y los aristócratas prefieren la conservación de sus casas, de sus haciendas y de sus privilegios. Más le duele al rico perder su dinero que al pobre derramar su sangre.Mas hay algo peor que los ricos: los hambrientos de riquezas, los políticos mercantiles o mercaderes políticos. Cuando esos hombres se adueñan del poder, hunden a las naciones: en la paz, con las finanzas; en las luchas internacionales, con los tratados. El Perú (la Càrtago sin Aníbal) nos ofrece un ejemplo".

Jorge Basadre y otros historiadores en su obras referidas al conflicto desastrozo para el paìs,cuentan los episodios tràgicos, resaltando los actos valerosos de Miguel Grau, Francisco Bolognesi, del mariscal Càceres y otros, pero, en realidad son muy pocos los que resaltan la figura de ciudadanos anònimos que tambièn tuvieron participaciòn heroìca, entregando su vida en una guerra que ellos no  habìan desatado.Y ni hablar de aquellos que, por mantener el espìritu fiel a su nacionalidad, salieron de los territorios ocupados, como si salieran a su rutina diaria, ùnicamente con lo que se llevaba encima, sus ropas. No hubo ocasiòn ni oportunidad para preparar maletas. La chilenizaciòn fue tan violenta que no quedaba alternativa, el objetivo salir, dejando lo propio, el terruño y la vida realizada, para dar vuelta a la pàgina y mirar las perspectivas que ofrecìan los señores de Lima.
Càceres con sus pocos oficiales y apoyado por los campesinos logra importantes victorias contra el invasor que se atreviò por el valle del Mantaro. Los terratenientes de la zona para no sufrir los estragos de los encuentros ni levantamientos campesinos, optan por pagar cupos a los chilenos, logrando su protecciòn y ayudàndolos incluso en Huamachuco, donde realizan la cobarde acciòn que tanto demèrito le cae al ejèrcito invasor " el repase " de los indìgenas.

Manuel González Prada, escritor y agudo ensayista con una
ácida visión del Perú de su tiempo; fue director de la Biblioteca Nacional e incursionó brevemente en la política como jefe de la Unión Nacional

ManueGonzàles Prada
“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? Sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros caudillos? Agentes de grandes  sociedades financieras, paisanos astutos impulsivos que veían en la presidencia de la República el último grado de la carrera militar”. Por ello, en el Politeama decía a los estudiantes de Lima: “Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna generación recibió herencia más triste, porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más  graves  que remediar  ni  venganzas  más  justas  que satisfacer”.Tampoco ocultó su odio a Chile: “Si somos versátiles en amor, no lo somos menos en el odio: el puñal está penetrando en nuestras  entrañas y ya perdonamos al asesino. Alguien ha talado nuestros campos y quemado nuestras ciudades y mutilado nuestro  territorio y asaltado nuestras riquezas y convertido al país entero en ruinas de un cementerio; pues bien, señores, ese alguien a quien jurábamos rencor eterno y venganza implacable, empieza a ser contado en el número de nuestros amigos, no es aborrecido por nosotros con todo el fuego de la sangre, con toda la cólera del corazón. Si el odio injusto pierde a los individuos, el odio justo siempre salva a las naciones”.

No hay comentarios: