domingo, 17 de junio de 2012

No al olvido de la obra y gracia del invasor


PROSTITUCIÓN, MENDICIDAD Y DELINCUENCIA: LIMA , 1882

Por: Luis Guzmán Palomino.
Sumilla: Se describe aspectos de la vida cotidiana en Lima bajo la
ocupación chilena, en especial lo relativo al quehacer de sectores lumpenescos.
La documentación proviene del Diario Oficial, que en Lima
publicaron los chilenos entre 1882 y 1883, cuya colección se guarda
en la Biblioteca Nacional del Perú.


Un aspecto novedoso en la investigación sobre la guerra del guano y del salitre, se
relaciona con lo que ocurrió en la Lima ocupada entre 1881 y 1884. Se cobijaron
en ella proditores ( traidores ) y felones, disfrutando de la protección chilena. Para ellos la vida
volvió a la normalidad: dieron fiestas para confraternizar con los invasores; reanudaron
las escandalosas orgías en sus reconstruidos palacetes; continuaron con sus
campeonatos de cricket, con sus veladas artísticas de elite y desfiles de modas. Disfrutaron,
asimismo, de corridas de toros y de peleas entre mastines y gatos en la
plaza de Acho.

A tanto llegó la frivolidad que Patricio Lynch, jefe del ejército de ocupación, pudo
jactarse de tener una corte de cumplidos vasallos peruanos en palacio, no exagerando
un ápice al señalar que fue el mejor virrey que tuvo Lima. Cabe recordar
además que no pocas familias de la clase dominante peruana optaron por marchar
a Europa, donde dieron principescas fiestas dilapidando las ganancias obtenidas
con los peculados que perpetraron estando al frente del gobierno.

DELINCUENCIA COMÚN

Si la minoritaria plutocracia limeña era blanca, buena parte de sus capas populares
era mayoritariamente negra. La apatía de éstas, más que secular, se hizo patente
con la ocupación, que pareció no incomodarle en lo más mínimo. Así, prosiguieron
en los callejones las jaranas de día y de noche. El sector lumpenesco continuó con
sus fechorías, llevando su audacia hasta el repetido enfrentamiento con patrullas
chilenas, como ocurrió en Malambo.
El Diario Oficial chileno del 14 de junio de 1882 informaba al respecto: “Un cabo
herido.- El cabo segundo del batallón Victoria, José Manuel Benavides, se encontraba
anteayer en una de las calles del barrio de Malambo. Como a las 2 de la tarde sintió
grandes gritos y algazara en una casa y como guardián del orden público fue a poner las
cosas en calma, empleando para ello palabras justas y corteses. Una partida de peruanos
salió a recibirle y sin decirle una palabra uno le disparó un tiro de revólver que le hizo
caer en tierra. Los individuos se escaparon y cuando llegó fuerza nuestra en auxilio de
Benavides, ya aquellos habían desaparecido. Se llevó la policía a algunas mujeres complicadas
en el crimen”.
Y el 13 de setiembre del mismo año se produjo otro asalto, según dio cuenta el
mismo periódico: “Malhechores.- Anoche, entre nueve y diez, se mandó aprehender por
los jefes del batallón Victoria a dos individuos que andaban perturbando con sus escándalos
el orden en la calle de Malambo. Cuando se les conducía al cuartel del citado
cuerpo, salió de las casas del barrio una partida de más de veinte forajidos que provistos
de armas blancas y de fuego atacaron a los soldados que escoltaban a los presos y los
obligaron a retirarse al cuartel abandonando a aquéllos, por no tener rifles con qué oponerse
a los titos de los malhechores. Inmediatamente después se mandó al lugar del hecho
una fuerza competente que persiguió a éstos en su huída, logrando capturar a algunos
que hoy gozan de sombra en los calabozos de la policía, y a quienes se aplicará, por la
respectiva autoridad, la pena a que se han hecho acreedores. Con inflexibilidad se logrará
escarmentar a los criminales y cortar sus planes para lo sucesivo”.

EN TRAGOS SE VIVABA A PIÉROLA

La vagancia y el alcoholismo era ya plagas sociales, y según el diario oficial (del
sábado 15 de julio de 1882) la policía se esmeraba en erradicarlas: “El comandante
de policía ha desplegado toda su actividad para desterrar de esta ciudad estas dos plagas
sociales que son la raíz de todos los vicios. Nosotros hemos tomado siempre una parte
activa en hacer presente a las autoridades la existencia de esas casas; y por eso nos congratula
el saber que la autoridad de policía sea tan diligente en el cumplimiento de sus
sagrados deberes. Su solicitud para extirpar la vagancia y la embriaguez será el complemento
del sistema correccional que se ha propuesto seguir, y que es la aspiración constante
de toda gente de orden, moral y trabajadora”.
Conviene decir que los chilenos consintieron la formación de una policía urbana,
que integraron principalmente extranjeros residentes en la capital, los que actuaron
como auxiliares de las patrullas chilenas. Nada arredró empero a los viciosos
porque las fiestas plenas de excesos prosiguieron sin remedio. Y hasta hubo borrachines
que se dieron el gusto de vivar a Taita Guaranguito, motivando alguna
alarma en los chilenos, según notició el Diario Oficial en su edición del 27 de julio
de 1882: “Anoche, a las nueve, una mujer del pueblo se presentó a nosotros y con voz
entrecortada nos anunció que en el cercado una gran cantidad de pueblo vivaba a Piérola
y se batía con una de nuestras patrullas. Llevados por la curiosidad y por el deseo de
ver algo nuevo, nos dirigimos en el acto al sitio de la alarma, y en vez de tiros y de pueblo
y de otras cosas vimos a una colección de hombres y mujeres que con las cabezas descompuestas,
lanzaban vivas frenéticos a Baco, sin acordarse del señor Piérola”.

PROSTITUTAS EN EL CENTRO DE LIMA

Asimismo, proliferaron los antros de prostitución, en las principales calles del centro
de Lima, prostitución que la autoridad chilena persiguió fingidamente puesto
que la consintió con el ejemplo: según el corresponsal del New York Herald, el
general Baquedano convirtió el propio palacio de gobierno en un inmenso burdel.
El Diario Oficial, publicado por los chilenos, informaba el viernes 14 de julio de
1882: “Las casas de prostitución se multiplican como por encanto en Lima e invaden ya,
en estos días, hasta los barrios más centrales de la culta población. Podríamos citar más
de uno de esos burdeles, centros de desmoralización infernal donde se comete todo género
de desórdenes, a toda hora del día y de la noche, escandalizando con su modo de ser a las
familias honradas y respetables que habitan en ciertas calles que no distan muchas cuadras
de la plaza principal; pero nos abstenemos de hacerlo, porque todo lo esperamos de
la saludable acción de la policía que, redoblando su celo, se encargará de extirpar esa
raza degradada, reprimiendo con brazo de hierro los escándalos que comete”.
Sólo al día siguiente daba cuenta de una ocurrencia en la que una tapada fue la
protagonista:
“¡Qué ganga!
Andando por estos mundos de Dios un quidam de los más despreocupados que es posible
suponer, encontró anoche una de esas tapadas que son capaces de hacer estornudar al
diablo y bailar el pelado a cualquier hijo de madre, la que con voz dulce como almendrado
de porotos le dijo :
- ¿Quiere venir a mi casa?
Excusado es decir que el mancebo se resbaló como quien cae en la trampa, y se fue con la
tapada.
Llegaron a una casucha de la calle Yaparió, y allí fue la de chuparse los dedos; pues luego
que la tapada le pidió plata al tapado y que éste declaró que no tenía ni un chico, ella
trató de expulsarlo y él trató de echar raíces.
Y allí se habría quedado hasta que llegase a viejo a no ser que la tapada, quitándose la
careta pidió auxilio, llamó al guardia y logró que el pobretón fuera a bailar a otra parte”.
Hasta podría sospecharse en ese suelto literario la autoría de Ricardo Palma, quien
por entonces seguía en Lima siempre fiel a Piérola. La presencia de los chilenos no
fue óbice para que figurase como redactor del diario oficial. Uno de sus correligionarios,
el señor feudal Luis Milón Duarte, principal cómplice del supremo traidor
Miguel Iglesias, daría noticia de ello en carta que firmó el 12 de agosto de 1883,
uno de cuyos párrafos mencionaba “el aumento de diarios en Lima, como El Peruano,
órgano oficial, cuyo redactor en jefe es el distinguido señor Ricardo Palma, de reputación
universal” (véase la Recopilación… de Pascual Ahumada Moreno, Valparaíso,
1890, t. VIII, p. 301).

ZONA ROJA CERCA DE LAS NAZARENAS

Respecto a la prostitución que se ejercía cerca al templo de las Nazarenas y barrios
adyacentes, el Diario Oficial del 16 de agosto de 1882 informaba: “Es muy laudable
la actividad que la autoridad de policía ha desplegado para reprimir los abusos y los escándalos
que venían cometiendo las mujeres privadas que habitan en los barrios de las
Nazarenas, Chillón, Aurora y El Huevo. Sabemos que el señor comandante Lazo las ha
notificado para que, dentro de un breve plazo, retiren su domicilio de esas calles tan centrales
y que allá, donde vayan a vivir, lo hagan con el mayor orden posible”.
Las hetairas poco caso harían de tal conminación, por lo cual serían reprimidas de
continuo. Al respecto, el lunes 4 de setiembre de 1882 el Diario Oficial daba la
siguiente noticia: “Los vecinos honrados de los barrios de las Nazarenas y Chillón nos
encargan de manifestar su reconocimiento al señor Comandante de Policía, por la inquebrantable
energía que ha desplegado para desterrar de estas calles a ciertas mujeres de
mala vida, que eran la causa de infinitos escándalos y desórdenes que diariamente se
cometían, y muy especialmente en las noches, que para ese vecindario han sido todo este
tiempo de verdadero tormento. Muy bueno y saludable sería que otro tanto pudiera decirse
del comisario del cuartel 5º donde la gente de orden se encuentra hoy en tortura por
la mala vecindad de las muchas mujeres perdidas que han ido como una plaga a habitar
aquellos barrios”.

COQUETAS, PIROPEADORES Y CACOS

No hubo aquel año la tradicional procesión del Cristo Morado, pero sí visitas a su
templo, no sólo de devotos, sino tambien de los piropeadores de oficio y de los
amigos de lo ajeno. Octubre limeño de siempre, aquel descrito por el Diario Oficial
el viernes 20 de octubre de 1882: “La romería que en estos dos últimos días se
acostumbraba hacer sacando en procesión por las calles de Lima la efigie del Señor de los
Milagros, no se ha realizado este año, contentándose los devotos y devotas con visitar el
templo de las Nazarenas, que es el santuario donde tal señor se venera. Con este motivo
ese templo ha estado, principalmente ayer, soberbiamente concurrido por las lindas beatitas
de la túnica morada y otras elegantes limeñas que con ricos zahumadores rodeaban el
altar de la imagen de Jesucristo. Tampoco faltaron algunos enamorados y piropeadores
de oficio, así como algunos escamoteadores de lo ajeno, perdidos entre la concurrencia.
Mañana comienzan las misiones en ese templo y terminarán el día 28 con la fiesta solemne
y la comunión general de todos los años”.

PROLIFERACIÓN DE MENDIGOS

La presencia chilena agravó la situación de los menesterosos, lo que fue advertido
por el Diario Oficial el martes 17 de octubre de 1882: “Mendigos.- Aumenta, según
parece, el número de éstos en las calles de Lima, de tal manera que no da uno paso sin
tropezar con alguno. La policía o la beneficencia, o ambas de acuerdo, debieran ingeniar
una medida que reprima esa notable injuria a la civilización, haciendo que aquella gente
que hoy mendiga se recoja en un asilo, hospital o establecimiento que ponga al transeúnte
a cubierto de las acometidas de los pordioseros y quite a la ciudad el repugnante aspecto
que esos desgraciados le dan”.
Hubo por doquier mendicidad infantil, siendo de notar la presencia de niños que
acompañados de tambores y flautas cantaban de calle en calle, y principalmente
cerca de donde habían jaranas, para ganarse con limosnas el sustento de cada día.
Sobre ello, en el Diario Oficial del 20 de noviembre de 1882 se consignó lo siguiente:
“Tenemos noticia de varios grupos de muchachos de diez a doce años, que andan
ofreciéndose por las calles, principalmente de noche, para cantar al son de un pequeño
tambor y una flauta en los lujares donde saben que hay reunión o jaranas. Dicen que
los chiquitines se portan a las mil maravillas, y que al fin de la jornada lo que exigen,
como remuneración por su trabajo, es cosa que no vale la pena. Por más que se crea que
esos niños hacen bien en buscarse la vida de ese modo, nosotros pensamos que mejor
estarían en un taller aprendiendo algún oficio, y no familiarizándose, desde tan temprana
edad, con la jarana y el abandono que son causa de tantos males”.

CHINOS, CHILENOS Y PUTAS

Otro caso digno de mención fue el de los mendigos chinos, que a decir de un documento
chileno formaban las cuatro quintas partes del total de mendigos existentes
en Lima. Se trataba de los mutilados a consecuencia de la bárbara explotación
sufrida en las haciendas de la costa.
Chinos proliferaron también en fondas, casas de juego, fumaderos de opio, etc.,
distantes de otros hijos del Celeste Imperio que figuraron entre los acaudalados
comerciantes extranjeros radicados en la capital. El jefe chileno Patricio Lynch
tuvo el acierto de congraciarse ron todos ellos, prometiéndoles incluso indemnizarlos
por los daños sufridos cuando la toma de Lima. No extraña entonces que fuese
proclamado padre y protector de la raza amarilla.
Los chinos estuvieron también involucrados con el proxenetismo, según informó el
Diario Oficial el jueves 8 de junio de 1882: “Los agentes de la policía secreta sorprendieron
ayer una casa de prostitución en la calle de Siete Jeringas (no era mala jeringa la
Casa de las Siete Jeringas). Los asiáticos Achin, Achón, Víctor y dos mujeres de apellido
Gacitúa y Balandran, que se encontraron allí, fueron conducidos al cuartel de la intendencia;
pasando el asiático Achin al hospital, por haber resultado herido de la cabeza en
la tentativa de fuga que hizo escalando las paredes”.

VENTA DE COMIDA ASQUEROSA

No sólo suciedad en los utensilios de cocina se advertía en los comercios de comida
barata; lo que es peor, la carne que se servía era de perros y hasta de ratas. Ello
ocurría específicamente en las fondas de los chinos. Así lo denunció el Diario Oficial,
el lunes 17 de julio de 1882: “Proverbial es en Lima el poco aseo que se observa
en estos establecimientos de asiáticos, y más proverbial todavía el olvido total que las
autoridades les han dispensado. Quien dijo fonda de chino dijo figón asqueroso, ratas en
el sancochado, carne saltada de perro, mondonguito perfumado y otras cosas semejantes,
siendo infalible un olor y un sabor y hasta un color especial en los potajes, como natural
consecuencia de las pailas mal frezadas. Pues bien: ahora es preciso que la reforma entre
en todo, y que el inspector de higiene dicte todas las medidas conducentes a vigilar esas
fondas, donde acuden a centenas las clases desheredadas en busca de papa-tache que allí
se vende barato; pero que, si no es tan bueno como en cualquier restaurant, eso sí, debe
ser limpio y no tener mal sabor, porque cualquier persona, por pobre y fea que sea, es tan
hija de su madre como la que gasta soles y no se queda a la luna”.

LAS DIVERSIONES DE LOS RICOS

Si la gente pobre se atrevía a molestar a los chilenos, éstos la reprimían con dureza;
incluso, se dieron fusilamientos. Pero si la oposición provenía de gente pudiente, el
trato era muy distinto. Para el caso, léase lo consignado en el Diario Oficial el
viernes 28 de julio de 1882: “Eso se llama abusar. Pequeños grupos de caballeros peruanos
insultaban anoche en la calle de Mercaderes y de Plateros de San Agustín a los
paisanos chilenos que por allí pasaban, sin que para ello hubiera el más pequeño de los
motivos. No comprendemos esta actitud en gente que se dice pertenecer a la buena clase.
En toda tierra, y cualquiera que sean las circunstancias, los caballeros se guardan consideraciones
entre sí. Lo cortés no ha andado jamás reñido con lo valiente. Lo único que
podemos decir sobre estas cosas, que ya van pasando de castaño a oscuro, es que nuestra
cortesía y nuestra calma han sido hasta ahora perfectamente sinceras y que la paciencia
no es una virtud muy duradera en las personas que en vez de agua tienen sangre en las
venas”.
La autoridad chilena procuró reabrir el coso de Acho para las tradicionales, y salvajes,
corridas de toros, a las que los sectores pudientes concurrían para exponer
en público su sadismo. Y cuando no hubo toros, se programaron allí peleas entre
perros y gatos, otra muestra de salvajismo de quienes se jactaban de ser cultos.
Como si no hubiese guerra, los exclusivos clubes reabrieron sus puertas y prosiguieron
los campeonatos de cricket, confraternizando la alta sociedad capitalina con
los visitantes extranjeros de turno.
En los días en que Cáceres denunciaba en Tarma la traición de Iglesias, en un fundo
limeño los ricos se divertían, según informaba el Diario Oficial el jueves 2 de
noviembre de 1882: “Una numerosa concurrencia de familias inglesas y de caballeros
pertenecientes a los clubs de ckriquet de Lima y el Callao, asistió ayer en Villegas al desafío
mediado entre los miembros de dichos dos clubs y los oficiales de la “Mutine”. La
partida fue ganada por estos últimos con un doble de puntos, y el triunfo fue amenizado
con un abundantísimo lunch y con las armonías de la banda de la “Swifsure”. Estuvieron
presentes a esta fiesta de gentleman, ladies y young ladies, el almirante jefe de la estación
naval inglesa en el Pacífico y varios comandantes de otros buques de la misma nacionalidad”.
Y al día siguiente, añadía: “Por un error dijimos ayer, en nuestro suelto titulado
“ckriquet”, que los de la “Mutine” habían ganado la apuesta de Villegas. Mejor informados
hoy, tenemos el gusto de rectificar nuestro involuntario error, afirmando que los marinos
ingleses fueron derrotados por sus contrincantes de los clubes asociados de Lima y
el Callao. Agregamos que los derrotados han tenido siempre la fama de invencibles en el
ckiquet. Queda, pues, la verdad en su lugar”.
Poco después empezó la estación veraniega y el tránsito de Lima a Ancón, balneario
de los ricos, fue garantizado por la autoridad chilena. De ello dio testimonio el
Diario Oficial del miércoles 13 de diciembre de 1882: “Consultada la comodidad de
las familias que están acudiendo en gran número a gozar de los baños y excelente clima
de este puerto, la empresa del ferrocarril ha establecido la salida diaria de un tren. Parece
que Ancón estará este año muy alegre y concurrido, pues un crecido número de personas
diariamente se traslada a ese lugar. La guarnición del batallón “Aconcagua” garantiza
su tranquilidad en esos hogares y su magnífica banda de música, contribuirá a hacer muy
agradable la permanencia de las familias durante la presente estación de verano”.
Eran los días en que Luis Pardo y el párroco Matías Velásquez, organizaban guerrillas
en el norte de Lima para combatir a los chilenos. Días también en que luchaban
heroicamente las guerrillas patriotas de Cañete e Ica. Días en que el teniente
coronel Nicolás Ortiz Guzmán, alistaba a los Húsares de Junín para resistir en Sama,
donde ofrendaría la vida.

EL ALTO COMERCIO FUE SERVIL ANTE LOS CHILENOS

La presencia chilena no perjudicó a los grandes comerciantes de Lima, nacionales
y extranjeros. Ellos se mostraron consecuentes con el lema: “Negocios son negocios”;
y hasta se dieron el lujo de otorgar un considerable préstamo al gobierno de La
Magdalena, acrecentándose así la deuda interna del Perú. Serviles ante los invasores,
conmemoraron el día nacional de Chile, siendo de notar que una actitud muy
distinta mostraron los pequeños comerciantes, a quienes se amenazó con represalias.
El Diario Oficial chileno, del miércoles 20 de setiembre de 1882, informó al respecto:
“El alto comercio de esta capital suspendió (casi totalmente) sus transacciones
durante los días de las fiestas cívicas del 18, por lo que merecen nuestro agradecimiento;
pero notamos con disgusto que algunos tenderos y almaceneros haciendo alarde de una
falta de atención que casi raya en desacato, mantuvieron sus establecimientos abiertos,
como para ostentar sin duda su poca deferencia por nuestras glorias y los días que las
recuerdan. Es preciso no echar en saco roto tal demostración de descortesía y falta de
educación. Hemos tolerado que de hecho se clausurara el comercio el 28 de julio y no
olvidaremos la manera cómo algunos corresponden a nuestra hidalguía. Les pagaremos
con usura”.

ACTITUDES CONTRAPUESTAS

Cáceres en Tarma reponía sus fuerzas tras la contraofensiva de 1882 que expulsó a
los chilenos de la Sierra Central, mientras Iglesias en Cajamarca preparaba su tristemente
célebre Manifiesto de Montán a favor de Chile. Y en la capital ocupada la
guerra ni se advertía, al extremo que de madrugada un rincón de la pomposamente
llamada Ciudad de los Reyes se convertía en el punto de reunión preferido para
gente de los tres sexos, tal y como señaló el Diario Oficial del viernes 28 de julio
de 1882:
La esquina de La Merced es el punto de reunión de todas las personas de gusto.
Desde las dos de la mañana comienzan a llegar los carruajes, de a pie y de a caballo,
y docenas de pares de curiosos de los tres sexos del mundo se agolpan delante de unos
hermosos mamparones donde hay …curiosidades elegantemente dispuestas para la venta
por el simpático caballero americano Mr. Peter Bacigalupi”.

Con más de cien mil habitantes y ocupada por menos de cinco mil chilenos, Lima
desoyó en todo momento el llamado de Cáceres, cuyos guerrilleros llegaron hasta
los suburbios de la ciudad repartiendo propaganda para motivar una sublevación
popular que ni siquiera llegó a vislumbrarse. Todo lo contrario, en la capital un
grupo de capitalistas reunió una bolsa treinta mil soles plata, recompensa que se
prometió a quien entregara a Cáceres, vivo o muerto.

La Sodoma y Gomorra de la colonia (véase los Trabajos de Historia de Pablo Macera)
no había cambiado sus costumbres. Ni las cambiaría, a juzgar por la realidad
tan parecida que vemos hoy en sus céntricas calles, donde al igual que en los días
de la ocupación chilena, proliferan delincuentes, prostitutas y toda la gama lumpenesca
propia de una ciudad caótica.


Divergencias historiográficas

Existe divergencias en la posición chilena sobre el saqueo en Lima. Para Sergio Villalobos, si bien existió un desvalijamiento de Lima por parte del Ejército de Chile, especialmente de la Biblioteca Nacional, la idea de un violento saqueo formaría parte de la mitología peruana. En el último capítulo de la serie Epopeya, Villalobos reiteró su postura, mientras el también chileno Alfredo Jocelyn Holt señaló que sí lo hubo; hechos de ese tipo han sido descritos en los diarios de los soldados chilenos Hipólito Gutiérrez y Justo Abel Rosales, que narran los sucesos en Chorrillos, Barranco y Miraflores.
A diferencia de la historiografía chilena mayoritaria, que omite los desmanes de sus propias tropas, la historiografía peruana describe ampliamente los saqueos de algunos soldados peruanos a los culíes y comercios de chinos en Lima tras la batalla de Miraflores, señalando que ello se debió en gran medida a la presencia de culíes entra las tropas invasoras chilenas y al extendido rumor de que espías culíes en Lima habían facilitado información a la fuerza invasora. Asimismo, se detalla que se trató de medidas extremas por la disolución de la Policía Nacional y la ausencia de una figura de autoridad en la ciudad tras la derrota de Miraflores.
http://es.wikipedia.org/wiki/Ocupaci%C3%B3n_de_Lima


Reproducciòn del testimonio del periodista del The New York Herald que ojalá se tome en cuenta para los próximos documentales de la supuesta "epopeya" de Chile entre 1879 y 1883. Además para que terminen de devolver todos los bienes culturales que sus tropas expoliaron en Perú durante la guerra .


"En las tres campañas de Tarapacá, Tacna y Lima ha habido un salvajismo de parte de la soldadesca chilena, que por cierto no reprimió la oficialidad, que era quizás incapaz para reprimir. Algunos de los oficiales la excitaban.

Después de la ocupación de Lima, el sistema de expoliaciones fue perseguido de un modo tan deliberado que legítimamente se puede estigmatizar con el nombre de sistema político.

La desgracia de Chile es que no puede desmentir ese testimonio. Los hechos son demasiado evidentes para cualquier observador. Los están afrontando en los recuerdos militares; los muertos en cada campo de batalla; las desmoronadas murallas de Chorrillos y Miraflores; las salas vaciadas y jardines expoliados de Lima también están afrontando en el rostro de los de Chile… podrían citarse otros muchos ejemplos de expoliación pero los que he citado son suficientes para dar a conocer una faz de esa larga guerra que no honra a los vencedores".

No hay comentarios: