sábado, 20 de octubre de 2012

Anécdotas del Mariscal Ramón Castilla y Marquesado

                                Cuestiones gramaticales

   Gracias a don Miguel del Carpio, Ricardo Palma había obtenido plaza de oficial del cuerpo político de la armada, y en tal calidad recibió el encargo de llevarle personalmente al Mariscal Castilla el mensaje destinado a la instalación de la Legislatura. Había dado la mano a la redacción de tan solemne documento don Manuel Ferreyros, antiguo liberal de la Independencia y Director General de Estudios de la República; y queriendo esmerarse en esquisiteces gramaticales había escrito al principio del párrafo relativo a la amenaza da paz pública : Los falsos alarmas. (1).

    Palma entregó respetuosamente al Mariscal los dos ejemplares del Mensaje que le traía: uno para la imprenta del Estado y otro para lectura en el Congreso. Castilla leyó en alta voz, enterándose del texto definitivo que le sometían sus consejeros. Al llegar al pasaje de los falsos alarmas, se detuvo sorprendido:
 
  - Eh ! dijo....qué cosa ? Vamos a ver joven, preguntó dirigiéndose a Palma; Ud. que es escritor  ¿ Cree que ésto está bien así?....
  
    - Así debe ser, Excmo. señor, respondió algo perplejo Palma...desde que el señor Ferreyros lo ha escrito....

     - Diga con franqueza, ¿ no le extraña ?

      - Si señor, nunca había oído esa palabra en masculino.

      - Y ¿ cómo la pondria usted ?
  
      - Diría las falsas alarmas, que es como dice todo el mundo.

  - Eso es...eso es; FALSAS ALARMAS....lo demás son pedanterías..pedanterías...repitió, según su costumbre Castilla.- Vaya a decirle a Ferreyros ahora mismo, que ponga FALSAS ALARMAS.
  
 A los pocos momentos, Palma notificaba al Director de Estudios la corrección que deseaba Castilla.
  
 - Y cómo se le ha podido ocurrir eso ? preguntó Ferreyros...El Mariscal sabrá de milicia y gobierno, pero no de Gramática...Ademas la decisión de la Academia Española es formal y contundente sobre este género masculino, añadió hojeando el Diccionario....Ah ! ya caigo. Sería usted, señor literatuelo, el que ha ido a llevarle al Presidente tan buen consejo y a corregirme la plana....
  
- El me preguntó mi opinión y yo le dije lo que me parecía, contestó Palma, que no se atrevió a negar la verdad.
  
Ferreyros se enojó.
  
 - Pues valiente consultor gramatical se ha buscado S.E. Ya se ve con lo que estudian y saben estos mozos románticos, y con el lenguaje que emplean....Venga, venga acá, y lea lo que dice el Diccionario de la Academia.
  
 Y acabó de abrumar al atortolado joven con las autoridades y textos de Moratin, Quintana y Martínez de la Rosa, oráculos del clacisismo de entonces.
  
 El final de la bronca fué más o menos como sigue :
  
 - Vuélvase por donde ha venido. Yo no cambio esa concordancia, porque soy el responsable de la publicación del Mensaje y no puedo autorizar disparates. Y otra vez, jovencito, no se ponga a corregir a quien sabe mas que usted. Si no, me veré obligado a pedir su destitución en el Ministerio por ignorante, presuntuoso y entrometido.
  
    Palma refería que muy cabisbajo y sofocado salió de la casa de don Manuel Fereyros; pero que a las dos horas escasas de la escena, sin haber vuelto a hablar con Castilla, saboreó el desquite, al escuchar que, en la ceremonia de la lectura del Mensaje ante el Congreso repetía el Presidente con gran énfasis, mirando fijamente a Ferreyros:

   LAS FALSAS ALARMAS; sí señor...así es....LAS FALSAS ALARMAS. (1)



(1) José de la Riva Aguero- D Ricardo Palma. Mercurio Peruana Vol. IX.1920

------------------------------------ ---------------------------------                               Ascenso por palos

  Una mañana, estando algo contrariado y de mal humor, se le presenta en su casa un joven subteniente, y de buenas a primeras le manifiesta el deseo que tenía de que lo ascendieran a teniente.
  
   Castilla lo repele bruscamente, y le pregunta los méritos que tiene, y si ha leído las ordenanzas por las que se prohibe al oficial pedir ascensos.
  
   Sin arredrarse, el pretendiente le arguye, con no menos brusquedad:
  
- Es que...como a todo el mundo le están ascendiendo, no sé por qué razón a mí también no se me hace la misma gracia.

   El Mariscal, montando en ira, y dejándose llevar de sus arranques, levanta el bastón, lo deja caer en la cabeza del importuno y le hace sangrienta lesión.

   Al ruido, aparece la benéfica doña Francisca, y condolida del caso, se lleva al joven, restaña la sangre de la herida, la venda, y sale con él, para, en su presencia reprochar el procedimiento duro de su esposo.

   Corrido el general, y arrepentido de su violencia, no encontró a la mano otro mejor expediente para desagraviar al joven, que concederle el grado y la efectividad de teniente.

   Compresa y bálsamo excelente serían para su herida, un pliego de papel timbrado, conteniendo el título cuando se retiró alegre y satisfecho !

   Transcurrió un año, y el mismo oficial herido tuvo necesidad de presentarse al general Castilla. Penetra en la casa y lo saluda.

   No bien hubo apercibido el Mariscal al joven, cuando le sale al encuentro, y sin dejarle hablar, le dice, entre chancero y colérico:

- ¿ Ya viene Ud. a buscar también el grado de capitán, por medio de palo ?
 
   El joven se acordó, volvió cara, y contramarchando, tomó los umbrales de la puerta de calle, (1)


(1) Jotagel - en "La Prensa",marzo 15, 1921.




Biografía en Anécdotas del Gran Mariscal don Ramón de Castilla y Marquezado por Carlos Wiesse.1924

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