Durante el Holocausto, un gran grupo de mujeres judías polacas fueron detenidas para ser enviadas a las cámaras de gas. Una vez reunido el grupo se les despojó de sus pertenencias.
Los oficiales nazis, comunicaron a los aldeanos que estaban observando: «Todo lo que estas judìas dejan pueden tomarlo, ya que es seguro que no van a volver a recogerlo». Dos mujeres polacas que se encontraban cerca vieron a una mujer en la cola del grupo, con un gran abrigo pesado y caro.
No queriendo esperar antes que otros se les adelantaran, fueron hacia la mujer, la tiraron al suelo, le quitaron el abrigo y se marcharon.
Estas dos mujeres polacas comenzaron a buscar lo oculto en el abrigo y se pusieron a dividir el botín. A medida que buscaron en los bolsillos, descubrieron joyas de oro, plata, candelabros y otros valores que fueron sacando, pero aún así, al levantarlo, parecía más pesado de lo que debería ser. Siguieron buscando y en un bolsillo secreto y escondido dentro de la capa había un pequeño bebé del sexo femenino.
Impresionada por su descubrimiento, una de las mujeres se dirigió a la otra diciendo: «Yo no tengo hijos, y soy demasiado vieja para tener ahora, toma tù el oro y la plata, y yo me llevo al bebé».
El acuerdo se llevò a cabo y la mujer polaca se llevó a la casa su nueva "hija", su marido quedó encantado. Criaron a la niña judía como su propia hija, pero nunca le contaron su historia. La niña sobresalió en sus estudios y se convirtió en una pediatra de éxito, y trabajó en el mejor hospital de Polonia. Cuando sus padres fallecieron y ella volvió del entierro de su madre, una vieja señora la invitó a a su casa y le dice: «Quiero que sepas que la mujer que falleció la semana pasada no fue tu verdadera madre», y procedió a contarle la historia.
La chica no le creyó al principio, pero la anciana le dijo: «Cuando te encontramos, llevabas un colgante de oro con una hermosa escritura extraña en él que debe ser hebreo, estoy segura que tu madre conservò el collar, búscalo», y con esas palabras se despidió.
La muchacha fue al cofre de las joyas de su "madre" y encontró el collar igual al que la mujer describió. Lo recogió y lo usaba siempre, a diario, pero no pensó en sus raíces judías. Algún tiempo después, de vacaciones en el extranjero, ve a dos muchachos de Lubavitch.
Aprovechando la oportunidad les contó la historia y les mostró el collar. Los chicos confirmaron que un apellido judío fue inscrito en el collar. Ellos le recomendaron que envíe una carta al Rebe de Lubavitch explicándole todo.
Envió la carta y recibió una respuesta rápida, diciendo que se desprende de los hechos que ella es una muchacha judía, y dado que ella tenía un talento especial, debería utilizar sus inestimables habilidades en Israel, que allí había necesidad de pediatras con talento.
Ella tomó el consejo del Rebe y se trasladó a Israel, donde se acercó a un Beit Din, que la declaró judía. Fue aceptada en un hospital, trabajò, conoció a su marido y crió una familia.
Algunos años más tarde se produjo un ataque terrorista en la cafetería Sbarro en el centro de Jerusalén, fue en agosto de 2001, ella estaba caminando cerca con su esposo. Le dijo a su marido que regresara a casa con los niños y corrió a la escena del atentado y ayudó a auxiliar a los heridos y trasladarlos al hospital.
Cuando llegó al hospital conoció a un anciano que estaba en estado de shock, buscando por todas partes a su nieta, que se había separado de él. Ella lo tranquilizó y fue con él a buscarla entre todos los pacientes. Al preguntarle como ella puede reconocerla, el abuelo le dio la descripción de un colgante de oro que llevaba.
Después de buscar entre los heridos, finalmente encontró a la nieta que llevaba el collar. Al ver este collar, la pediatra se congeló.
Se volvió hacia el anciano y le dijo: «¿dónde compró este collar?»
- «No se puede comprar este tipo de collar», respondió...
- «Soy orfebre y yo mismo lo hice. En realidad hice dos iguales para cada una de mis hijas. Esta es mi nieta, de una de ellas, y mi otra hija no sobrevivió a la guerra»…
...y así fue como la niña judía polaca se reunió con su padre.
Los oficiales nazis, comunicaron a los aldeanos que estaban observando: «Todo lo que estas judìas dejan pueden tomarlo, ya que es seguro que no van a volver a recogerlo». Dos mujeres polacas que se encontraban cerca vieron a una mujer en la cola del grupo, con un gran abrigo pesado y caro.
No queriendo esperar antes que otros se les adelantaran, fueron hacia la mujer, la tiraron al suelo, le quitaron el abrigo y se marcharon.
Estas dos mujeres polacas comenzaron a buscar lo oculto en el abrigo y se pusieron a dividir el botín. A medida que buscaron en los bolsillos, descubrieron joyas de oro, plata, candelabros y otros valores que fueron sacando, pero aún así, al levantarlo, parecía más pesado de lo que debería ser. Siguieron buscando y en un bolsillo secreto y escondido dentro de la capa había un pequeño bebé del sexo femenino.
Impresionada por su descubrimiento, una de las mujeres se dirigió a la otra diciendo: «Yo no tengo hijos, y soy demasiado vieja para tener ahora, toma tù el oro y la plata, y yo me llevo al bebé».
El acuerdo se llevò a cabo y la mujer polaca se llevó a la casa su nueva "hija", su marido quedó encantado. Criaron a la niña judía como su propia hija, pero nunca le contaron su historia. La niña sobresalió en sus estudios y se convirtió en una pediatra de éxito, y trabajó en el mejor hospital de Polonia. Cuando sus padres fallecieron y ella volvió del entierro de su madre, una vieja señora la invitó a a su casa y le dice: «Quiero que sepas que la mujer que falleció la semana pasada no fue tu verdadera madre», y procedió a contarle la historia.
La chica no le creyó al principio, pero la anciana le dijo: «Cuando te encontramos, llevabas un colgante de oro con una hermosa escritura extraña en él que debe ser hebreo, estoy segura que tu madre conservò el collar, búscalo», y con esas palabras se despidió.
La muchacha fue al cofre de las joyas de su "madre" y encontró el collar igual al que la mujer describió. Lo recogió y lo usaba siempre, a diario, pero no pensó en sus raíces judías. Algún tiempo después, de vacaciones en el extranjero, ve a dos muchachos de Lubavitch.
Aprovechando la oportunidad les contó la historia y les mostró el collar. Los chicos confirmaron que un apellido judío fue inscrito en el collar. Ellos le recomendaron que envíe una carta al Rebe de Lubavitch explicándole todo.
Envió la carta y recibió una respuesta rápida, diciendo que se desprende de los hechos que ella es una muchacha judía, y dado que ella tenía un talento especial, debería utilizar sus inestimables habilidades en Israel, que allí había necesidad de pediatras con talento.
Ella tomó el consejo del Rebe y se trasladó a Israel, donde se acercó a un Beit Din, que la declaró judía. Fue aceptada en un hospital, trabajò, conoció a su marido y crió una familia.
Algunos años más tarde se produjo un ataque terrorista en la cafetería Sbarro en el centro de Jerusalén, fue en agosto de 2001, ella estaba caminando cerca con su esposo. Le dijo a su marido que regresara a casa con los niños y corrió a la escena del atentado y ayudó a auxiliar a los heridos y trasladarlos al hospital.
Cuando llegó al hospital conoció a un anciano que estaba en estado de shock, buscando por todas partes a su nieta, que se había separado de él. Ella lo tranquilizó y fue con él a buscarla entre todos los pacientes. Al preguntarle como ella puede reconocerla, el abuelo le dio la descripción de un colgante de oro que llevaba.
Después de buscar entre los heridos, finalmente encontró a la nieta que llevaba el collar. Al ver este collar, la pediatra se congeló.
Se volvió hacia el anciano y le dijo: «¿dónde compró este collar?»
- «No se puede comprar este tipo de collar», respondió...
- «Soy orfebre y yo mismo lo hice. En realidad hice dos iguales para cada una de mis hijas. Esta es mi nieta, de una de ellas, y mi otra hija no sobrevivió a la guerra»…
...y así fue como la niña judía polaca se reunió con su padre.
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