¿POR QUE AVANZA Sendero Luminoso DURANTE LOS AÑOS 80-82?
Mencionemos en primer lugar dos factores que si bien no resultan decisivos,
contribuyen de manera importante al avance senderista. Por un lado, las acciones
se desencadenan precisamente cuando las FF.AA. se retiran desgastadas después
de 12 años de gobierno militar y al parecer ni ellas deseaban hacerse cargo de la
represión, ni el gobierno civil de Fernando Belaúnde deseaba encargarles la tarea.
Esto deja a SL enfrentado durante todo ese período únicamente con las Fuerzas
Policiales. Por otro lado, resulta imprescindible tomar muy en cuenta el
componente de voluntad política mostrado por la dirección de SL, su
audacia, su capacidad de organización y de funcionamiento descentralizado, que
han sorprendido posiblemente a todos. SL avanza, además, porque en el campo
ayacuchano existían en cierto modo las "condiciones objetivas y subjetivas" para
ello. Pero queremos precisar que no son exactamente las "condiciones
revolucionarias" definidas clásicamente por Lenin, sino más bien las condiciones
precisas para la implantación y desarrollo de una propuesta y una estrategia como
la de "Sendero Luminoso". Desarrollemos esta idea.
Las acciones de SL se inician en ambas márgenes del Alto Pampas, que forma
justamente el límite entre las provincias de Cangallo y Víctor Fajardo; luego se
extienden hacia la cuenca del río Ccaracha en Víctor Fajardo; hacia el Bajo
Pampas, entre la provincia ayacuchana de La Mar y la provincia apurimeña de
Andahuaylas; y hacia las alturas ubicadas entre Huanta y La Mar. En la primera
parte de este trabajo, hemos mencionado las condiciones de pobreza extrema de
esas provincias, especialmente Cangallo y Víctor Fajardo, que a nuestro parecer, y
a diferencia de lo que postula Cynthia McClintock (1984), no bastan para entender
el éxito senderista en la zona.
La dicotomía puna-valle propuesta por Favre (1984), según la cual los
campesinos de las zonas bajas apoyarían a SL mientras que los de las alturas
estarían en su contra, nos parece también demasiado parcial, pues tanto las punas
como los valles son a estas alturas bastante heterogéneos. Una cosa es
Huancasancos, por ejemplo, comunidad de altura ganadera y rica; otra es
Uchuraccay, también en las punas pero extremadamente pobre. En Huancasancos
hay campesinos ricos, laneros, hay escuelas y colegio secundario, hay hijos del
pueblo que han estudiado en la UNSCH… y en una época Huancasancos llega a
ser zona semiliberada. Igualmente, en cierto período SL tiene éxito en el valle de
Huanta, pero no en el de Huamanga.
Ensayaremos, por tanto, una explicación que nos parece más cabal. Tanto el Alto Pampas y el Caracha, como las alturas ubicadas entre Huanta y La Mar. son
justamente las zonas de mayor densidad comunal en Ayacucho (Urrutia. 1981).
Pareciera que SL hubiera acertado en su estrategia, si se tiene en cuenta que según
las posiciones desarrolladas entonces por la izquierda peruana y también de
acuerdo con antropólogos especialistas en el tema, comunidades campesinas como
las allí existentes, relativamente alejadas de haciendas, podrían ser uno de los
principales motores de una "guerra popular": campesinos "libres" de zonas
periféricas o "campesinos tácticamente móviles" como los denomina Wolf (1972.
p.396). Pero más que por ser zonas de comunidades o además de ello, las acciones
se inician allí porque al ser zonas comuneras son zonas de escuelas, ya que las
comunidades son las que más han reclamado y conseguido la apertura de centros
educacionales y son, por consiguiente, las zonas rurales con mayor proporción de
estudiantes y maestros, estratos originarios del senderismo ayacuchano.
Pero a pesar de la existencia de escuelas, en muchos casos de implantación
reciente, son comunidades con poca tradición de organización moderna, cuya
población adulta no ha pasado en su gran mayoría por los grandes movimientos de
tomas de tierras de los años 60 y 70, ni por los grandes movimientos de
organización gremial en la CCP y la CNA durante los años 70. A pesar de sus
limitaciones, estos procesos proporcionaron una nueva perspectiva que sacó a las
comunidades de sus estrechos linderos, las llevó a desarrollar nuevos niveles de
organización democrática: asambleas, elecciones con voto universal. etc. y les
proporcionó una mayor apertura hacia la escena política nacional. Por ejemplo, las
delegaciones de Ayacucho que asisten al V Congreso Nacional de la CCP
realizado en 1978 en la comunidad de Chacán (Anta. Cusco), posiblemente el
evento campesino más grande y espectacular realizado en el Perú actual, son muy
pocas, la única importante es la Federación de Campesinos del río Apurímac
(FECVRA) y algunas pequeñas federaciones y comunidades dispersas
influenciadas por la UDP, pero prácticamente ninguna de la zona del Pampas y el
Ccaracha. Estas son, pues, comunidades muy encerradas en sí mismas y, además,
reticentes al Estado. Tanto la zona de Huanta-La Mar como la zona de Cangallo
Víctor Fajardo tienen una antigua tradición de lucha antiestatal expresada, por
ejemplo, a través de los llamados "movimientos fiscales", desde por lo menos
fines del siglo pasado cuando los campesinos iquichanos se levantan contra la
elevación del impuesto a la sal (ver Husson. 1983), hasta los movimientos de la
Mar en la década de 1920 (ver. por ejemplo. Kapsoli. 1984). Incluso en 1979,
campesinos de Mollepata, en el distrito de Cangallo, expulsan a la policía y se
niegan a aceptar un puesto policial en su localidad. Asimismo, en Vilcashuamán y
sus anexos Pomacocha. Chanen y Chito, escenario del único movimiento
campesino de envergadura en la zona durante la década de 1960, los campesinos
se negaron persistentemente a la instalación de un puesto policial en el distrito.
Era factible, por consiguiente, que Sendero Luminoso asaltara los puestos
policiales diseminados por la región durante 1981 y 1982, con cierto beneplácito o
al menos neutralidad campesina. Pero el rechazo a la cara represiva del Estado no
se hacía extensivo a otros aspectos estatales como la escuela o los registros
públicos. Finalmente, no existía tampoco un rechazo al mercado. Todo esto saldrá
a luz hacia fines de 1982, cuando comiencen a hacerse visibles los límites del
avance senderista.
¿Cómo llega Sendero a esas comunidades? No como el resto de la izquierda.
por más errores de iluminismo que ésta haya tenido durante la década pasada.
Su llegada es distinta y se inscribe netamente dentro del aspecto autoritario de la
tradición andina. SL aparece realmente como un nuevo terrateniente bueno, casi
una especie de Inkarri que llega desde arriba a imponer un nuevo orden o
restaurar, quizá, otro antiguo, más justo pero no necesariamente democrático.
Tomemos un caso que parece ser típico. Un testigo relata:
"En el 82 aparecen más o menos en agosto; han venido trayendo
cinco abigeos, cinco me parece, cinco abigeos que según ellos eran
personas que habían hecho sufrir a los comuneros, robaban su
ganado, y así. Entonces llegan con cinco abigeos. a cuatro los azotan,.
son cincuenta golpes en la espalda, y al quinto lo asesinan, porque
éste es un perro que ya no tiene cara para seguir viviendo y pam...".
Con esta medida se ganan de un solo golpe la simpatía de buena parte de la
población. Los "ajusticiamientos" comienzan antes, en bolsones del Bajo Pampas
y Huanta, donde todavía sobrevivían algunos rezagos terratenientes. En realidad,
ya no quedan para entonces grandes hacendados sino pequeños terratenientes
comerciantes intermediarios y gamonalillos sin mayor poder económico o político,
pero altamente perjudiciales para el campesinado, y que SL equipara a los "shensis
malvados" de la revolución china. A principios de 1982 SL ajusticia al
terrateniente del fundo Ayzarca y la medida tiene gran acogida entre el
campesinado. A partir de entonces los ajusticiamientos de estos personajes se
multiplican y crece la adhesión a SL. Poco después la escena se traslada a las
comunidades del Alto Pampas, de donde proviene el anterior testimonio. Allí las
víctimas no son ya terratenientes sino abigeos y elementos delincuenciales que
viven a costa del campesinado, 5 así como malas autoridades.
Casi sin solución de continuidad, la estrategia del castigo se extiende del
campo económico y político al moral. SL comienza a implantar un nuevo orden
social y a azotar o cortar el pelo a todo aquel que trasgrede las normas de la
familia monogámica, bebe demasiado alcohol. etc. En algunas comunidades del
Pampas llegan incluso a prohibir el vida michiq, tradicionales encuentros de
adolescentes para cantar, bailar y buscar pareja. (Sobre el vida michiq ver
Roncalla. 1977).
SL gana así la adhesión de la gente: “ah, porque ahora nadie nos va a robar...
ah, porque si mi esposo me saca la vuelta, le aviso a los compañeros… ". Esta
estrategia va a tener posteriormente consecuencias imprevistas y explosivas, pero
en un primer momento su éxito es notorio.
Por otra parte, luego del asalto al CRAS (cárcel) de Huamanga y la fuga de
casi un centenar de senderistas presos en marzo de 1982, surge una especie de
sentimiento regionalista entre los ayacuchanos urbanos, hartos del secular
abandono del gobierno central. El multitudinario entierro de la joven jefa guerrillera
Edith Lagos, a mediados de ese año, marcó el momento más alto de apoyo
urbano a SL.
EL FIN DE LA UTOPIA
Es durante la segunda mitad de 1982 que el tiempo -político se acelera en la
región. Para entonces. Sendero Luminoso ha desalojado a la policía de amplias
zonas rurales, empujándola hacia los pueblos más grandes y las capitales
provinciales. Alcaldes, jueces y otros representantes del, Estado han sido
obligados a renunciar o huir, cuando no han sido ajusticiados. En varios lugares. SL
comienza a conformar "Comités Populares" que se encargan del gobierno
comunal. No son estrictamente zonas liberadas en el sentido clásico maoísta, pero
están cerca de serio: son algo más que bases de apoyo. “zonas rojas" donde SL
vuelve a imperar de manera absoluta -como antes en el Frente de Defensa, en la
Universidad o el Guamán Poma- y donde, al iniciarse el año agrícola 82-83, se
apresta a organizar la producción. Es entonces que SL decreta el "levantamiento
de las cosechas", copiando el nombre de un episodio de la guerra de liberación en
China. y pretende, además, comenzar a "cercar las ciudades desde el campo" ,
específicamente Huamanga, durante la temporada de lluvias que se inicia a fines
de 1982. Nuevamente el partido lo dirige todo, pero esta vez a una escala pocos
años antes impensada. Y una vez más, es entonces, en pleno apogeo, que
comienzan a aflorar sus deficiencias y a mostrarse los límites de su avance.
Ya desde sus inicios, la implantación de SL en el campo tiene fragilidad al
basarse demasiado en estudiantes y maestros, y no tanto en los propios
campesinos. Esta debilidad se agrava cuando SL desconoce buena parte de las
organizaciones tradicionales de las comunidades y las reemplaza por Comités
Populares conformados por representantes de organismos previamente
conformados por el propio partido: Movimiento de Obreros. Trabajadores y
Campesinos (MOTC), movimiento juvenil, femenino e intelectual. Esta concepción,
que pronto revelará sus grandes debilidades, tiene que ver con la antigua
tesis senderista de "reconstitución desde sus cimientos" de las organizaciones
gremiales, basada a su vez en la tradición de exacerbado iluminismo que hace del
partido y el ejército las formas exclusivas y casi únicas de organización. También
desde esta tradición se explica la táctica de "batir al campo", es decir. "limpiarlo"
de cualquier elemento que no sea SL y el campesinado, para a partir de allí
construir la nueva sociedad a imagen y semejanza de su utopía partidaria. Con
este objetivo. y dados los éxitos de los primeros ajusticiamientos, comienzan a
buscar "shensis malvados" allí donde ya no los había, profundizando diferencias
reales entre campesinos ricos y pobres. El frágil equilibrio comunal, construido a
partir de múltiples vínculos de parentesco, compadrazgo y participación en
instituciones cívicas y religiosas (sistemas de cargos. hermandades. cofradías.
etc.) que atraviesan las diferentes capas sociales existentes en las comunidades
colapsa en muchas partes rápidamente.
Es con estas debilidades, producto de su estrategia, que SL se lanza a
"levantar las cosechas", a cercar Huamanga y a organizar la producción en
amplias zonas, especialmente de Víctor Fajardo y Cangallo. El énfasis está puesto
en los trabajos colectivos, no sólo a nivel comunal sino en escalas mucho
mayores, que hacen recordar de alguna manera las antiguas formas prehispánicas
de producción en gran escala con mitayos. Así, por ejemplo, centenares de
campesinos de Cangallo convergen sobre Allpachaca, la antigua hacienda
experimental de la Universidad saqueada poco antes por Sendero, para cultivar
colectivamente sus tierras. Relatos similares sobre grandes trabajos colectivos en
los fundos abandonados del Bajo Pampas se multiplican hacia fines de 1982. En
todos los relatos, los participantes aparecen tomando parte al menos parcialmente
de manera voluntaria e incluso con entusiasmo.
No sabemos si este renacer del colectivismo tuvo igual aceptación en todas
partes, pero los problemas surgen cuando SL pretende regresar a una economía
más autárquica, bloqueando carreteras, amenazando con cerrar ferias o
cerrándolas, e incluso tratando en otros casos de restringir las extensiones
sembradas. En otros artículos (Degregori y Urrutia. 1983), hemos sostenido que
esto tenía que ver con una utopía autárquica de SL. Ahora nos parece más bien
que la raíz de estas acciones está en la concepción de guerra popular clásica que
manejan y que los lleva a tratar de crear áreas inaccesibles, buscando casi
ingenuamente cerrarle el paso al Ejército a través del bloqueo de carreteras, por
ejemplo. El discurso autárquico les sirve de justificación y la práctica autárquica
surge como una necesidad dentro de una estrategia militar que les exige cerrar
caminos (y. por consiguiente. ferias) en un momento en que la represión, todavía
policial, se intensifica y en que hay que defender, aislándolas, las "zonas rojas" .
Lo cierto es que el malestar campesino se extiende a partir de estas medidas
en los sitios más disímiles. Es cuando cierran la feria de Lirio (Huanta), que los
iquichanos, campesinos pobres y de relativamente poco desarrollo mercantil, se
rebelan contra SL.6 En el otro extremo, geográfico y social, los campesinos ricos
de Huancasancos se rebelan también, entre otras causas, cuando SL pretende
paralizar la construcción de la carretera hacia Lucanas y la costa "porque por allí
podría subir más fácilmente la represión".
El andamiaje senderista comienza pues a crujir a nivel económico y se
desploma en el plano militar con la entrada de las FFAA en el escenario de la
guerra, a fines de diciembre de 1982. En efecto, la estrategia de SL de replegar
sus cuadros militares al llegar el Ejército, provoca una decepción generalizada
entre la población campesina. De muchas partes se recogen testimonios como el
siguiente:
"Por qué no nos cuidan, nos han metido en este problema y no
nos cuidan; deben cuidarnos, deben defendernos. ¿Cómo nos han
dicho que ellos iban a luchar primero y nosotros íbamos a ir atrás?
¿Dónde están? Acá no se ve la presencia de ellos, ellos nos meten en
este lío y se quitan, no puede ser"
Poco después, en varias zonas rojas, comienzan a aparecer banderas blancas.
Complementariamente, fracasa el cerco físico de la ciudad de Huamanga
durante la temporada de lluvias 82-83: los puentes destruidos son repuestos por el
Ejército, las carreteras cerradas van poco a poco reabriéndose. Finalmente, dentro
de la ciudad misma, el apoyo a SL decrece ya desde fines de 1982 cuando los
atentados contra el alcalde, el director de la filial del Instituto Nacional de Cultura
y otros, crean un clima de inseguridad especialmente entre los sectores medios y
agudizan la represión en la ciudad que repudia, por otra parte, el saqueo, la
voladura de tractores y la destrucción de valiosos laboratorios en los fundos
experimentales universitarios de Allpachaca y Huayllapampa.
Al parecer, la estrategia de Sendero era doble. Buscaba, por un lado. "comprometer"
comunidades enteras a partir de la inclusión en sus filas de algunos de
sus miembros, los cuales arrastrarían la solidaridad del resto, voluntaria o
impuesta por la represión que no distinguiría entre senderistas y familiares. Este
procedimiento tendría, al parecer, antecedentes, tanto en la "Campaña de la
Breña" desarrollada por Andrés Avelino Cáceres durante la Guerra del Pacífico
(1879-1883), como en la guerra de liberación de Vietnam. Pero, en este
caso, el "compromiso" fracasa porque el Ejército es capaz de "comprometer" más
efectivamente que SL, por su mayor capacidad represiva y económica. Si de
"señores" se trata, el campesinado opta con frecuencia por ponerse a la sombra del
señor más poderoso.
Por otra parte. SL esperaba que la represión militar generara tal descontento y
odio entre la población, que ésta se volcaría masivamente hacia SL que podría
entonces regresar victorioso a las zonas de las cuales se replegaba temporalmente.
En realidad la "guerra sucia" ha producido ciertamente ingentes cantidades de
odio, pero sobre todo un gran cansancio frente a ambos bandos y a la guerra en
general. Por otro lado, ha desatado una serie de conflictos y acontecimientos
impensados, que han escapado de las manos de los actores centrales, produciendo
gran confusión y desencadenando un clima de violencia y brutalidad infinita, que
pocos en el Perú de 1980 podían haber previsto.
1983: UNA SANGRIENTA CAJA DE PAN DORA
Sometido a una insoportable presión contradictoria por parte de las FFAA y SL. el
campo ayacuchano explota a partir de 1983 en una serie de conflictos no
previstos.
Por un lado. se agudizan las rivalidades intracomunales. La posibilidad de
acusar y castigar al adúltero o al que abusa del alcohol, degenera en
enfrentamientos entre familias, muchas veces largamente contrapuestas por
infinidad de problemas. Afloran entonces las peores facetas de la ideología
campesina: acusar a un vecino de "soplón" ante los senderistas, o de senderista
ante las FFAA, puede llevar a su eliminación física y abrir la posibilidad de
apoderarse de sus escasos o muchos bienes, por ejemplo.
La figura se repite a nivel mayor, exacerbándose los enfrentamientos
intercomunales. Estos pueden tomar a veces la figura que enfatiza Favre (1984),
con la capital adherida a SL y los anexos enfrentados a éste; pero también puede
suceder exactamente lo contrario, como es el caso de Huahuapuquio (Cangallo); o
la figura puede ser todavía más compleja como en Chuschi (Cangallo), donde la
capital se adhiere más o menos entusiasta mente a SL a fines de 1982, pero nunca
como el vecino anexo Quispillacta, donde la implantación senderista resulta más
profunda, mientras un tercer anexo, la comunidad de Canchacancha, nunca vio
con buenos ojos a SL y estuvo entre las primeras en enarbolar banderas blancas en
la zona. Hemos intentado explicar este caso rastreando diferentes variables, pero
ninguna funciona cabalmente: en los tres lugares hay escuelas y maestros; los tres
se ubican más o menos a igual altitud. por lo cual no funciona la oposición puna-valle;
los tres tienen un nivel económico similar y similar grado de integración al mercado.
Quizá la realidad ayacuchana sea demasiado fragmentada como para aventurar
generalizaciones; pero existe una variable que puede darnos pistas y es la configuración
étnica de la región.
Dijimos al principio que las zonas del Pampas y del Caracha, y en general las
cinco provincias del norte de Ayacucho, constituían una zona de gran diversidad
étnica desde el s.XV, Chuschi, por ejemplo estaba poblada en el momento de la
Conquista por mitimaes Antas Orejones provenientes del Cusco, mientras que al
lado se asentaban los Quispillactas, también del Cusco, que dieron nombre a la
comunidad vecina. Ambas comunidades han estado secularmente enfrentadas por
problemas limítrofes y en sus alegatos han mostrado documentos donde indican
que están allí desde la época del emperador Huayna Cápac. En este caso, el
enfrentamiento no se exacerbó; por el contrario, durante el brevísimo lapso de su
hegemonía, la administración senderista trató de solucionar definitivamente los
problemas limítrofes. Distinto fue el caso de la cuenca del Ccaracha donde los
enfrentamientos sangrientos y sucesivos entre Huancasancos y Lucanamarca
llegaron varias veces durante 1983 a las primeras páginas de los diarios por su
ferocidad. En Huancasancos, fueron ubicados hace cinco siglos mitimaes huancas
de la zona del valle del Mantaro; Lucanamarca fue poblada en esa misma época
por Lucanas o Rucanas. Ambas comunidades se encuentran secularmente
enfrentadas. al parecer desde antes de la llegada de los españoles. según señalan
John Earls e Irene Silverblatt (1979).
Si en algunos casos se exacerban los conflictos interétnicos, en otros son las
viejas coaliciones étnicas las que parecen, aún cuando efímeramente revivir. Es el
caso de los iquichanos de las alturas de Huanta. Pocos días antes de la masacre de
periodistas en Uchuraccay, una gran asamblea de las comunidades que
antiguamente conformaron la etnía iquichana: Uchuraccay. Huaychao. San José
de Secce, Culluchaca, entre otras, había decidido expulsar de la zona a SL.
Finalmente, atrapadas entre dos fuegos, agotadas, desangradas, despobladas.
las comunidades han optado en muchos casos por replegarse sobre sí mismas,
enconcharse, aumentando así su cohesión interna, pero perdiendo toda perspectiva
regional o nacional. SL encendió pues la chispa en una pradera a todas luces
reseca, pero llena de ocultos avisperos.
1984: "MONTONERAS" y CATACLISMO REGIONAL
En esta situación. ya de por sí extrema, una nueva desgracia se abate sobre la
población rural ayacuchana a partir de 1984. En efecto, una vez que restauran a
sangre y fuego la presencia estatal en buena parte del campo ayacuchano. las
FFAA pasan a una segunda parte de su estrategia contrainsurgente al crear en un
número creciente de comunidades y centros poblados de sierra y selva los
“Comités de Defensa Civil" o "montoneras", llamados "mesnadas" por SL, la
creación de montoneras está precedida por la centralización de pequeñas
poblaciones, o de campesinos que vivían dispersos, en un solo centro poblado
convertido en una mezcla de campamento militar y campo de concentración. Se
trata, en cierta forma, de reproducir en los Andes las "aldeas estratégicas" creadas
por los norteamericanos en Vietnam. Pero esa práctica tiene antecedentes en
nuestra propia historia, en la estrategia desarrollada por el Virrey Toledo durante
la segunda mitad del s.XVI, para el mejor control de la población aborigen, las
FFAA reeditan en Ayacucho, en pleno siglo XX, las "reducciones" toledanas con
una gran diferencia: que esta vez, aparte de lo que significan como opresión y
violación de derechos humanos de las poblaciones afectadas, no resultan en
absoluto viables económicamente, la “reducción" de campesinos en aldeas
estratégicas está acabando de arruinar la economía regional, especialmente en la
selva, donde la naturaleza de los cultivos exige un patrón disperso de población.
Estos campesinos así "reducidos" son precariamente armados con piedras y
palos, superficialmente entrenados y enviados a combatir contra SL, entendiéndose
como senderistas muchas veces simplemente a aquellos individuos o
centros poblados que no aceptaron o no llegaron todavía a nuclearse en alguna
aldea estratégica, las montoneras sancionan la fragmentación del campo
ayacuchano y nos enfrentan con la triste realidad de campesinos brutalmente
enfrentados entre sí (ver al respecto. Gonzáles. 1985). Peor aún, sin posibilidades
de desarrol1ar sus labores agropecuarias y especialmente cultivar la tierra, las
"montoneras" degeneran en bandas paramilitares que asolan el campo o se
enfrentan entre sí, según testigos muchas veces con el beneplácito o la
complicidad de las fuerzas militares, las "montoneras" marcan así la
descomposición final del campesinado ayacuchano, que tardará muchísimo en
recuperarse de este verdadero cataclismo.
Paralelamente se multiplican los hallazgos de fosas comunes que según
diversos órganos de prensa y organismos de defensa de Derechos Humanos, son
producto de fusilamientos sumarios a cargo de las FFAA.
En estas circunstancias, SL se repliega al parecer en desorden hacia la
selva del río Apurímac, donde lo esperan también las “reducciones", las "mesnadas"
y los yana urnas (cabezas negras) como ellos llaman a los campesinos
enrolados en los Comités de Defensa Civil. la mayor parte de las veces por la
fuerza y sin alternativa posible. La respuesta de SL es desesperada y brutal:
acuchillamientos, degüellos y mutilación de "montoneros" que ensangrientan
todavía más y sin ninguna perspectiva el campo ayacuchano, atrapado entre las
fosas comunes y los degüellos de los contrincantes enfrentados en esta, con razón
llamada "guerra sucia".
Pero al tiempo que recibe fuertes golpes en Ayacucho. SL logra expandir sus
acciones fuera de la zona inicialmente declarada en estado de emergencia. El
análisis de la expansión de la violencia a otras zonas del país escapa a los límites
del presente trabajo. Podemos, sin embargo, aventurar la hipótesis siguiente: son
otras historias regionales, otros contextos sociales y otra implantación -más
reciente y superficial- de SL en esas zonas. Consideramos por tanto muy difícil -
más aún con las FFAA en acción-la reproducción de situaciones similares a las
que vivió el campo ayacuchano durante el apogeo de la utopía autoritaria
senderista hacia fines de 1982.
CONCLUSIONES
1. La lucha armada desencadenada por SL a partir de 1980, si bien muestra la
altísima voluntad política de su dirección, el potencial de reclutamiento de
cuadros para tales acciones y los amplios flancos que ofrece el Estado burgués
revela, tras más de cuatro años y especialmente a partir de 1983, la inviabilidad en
el Perú de una estrategia victoriosa de "guerra popular" semejante a la
desarrollada en China.
2. Existen, sin embargo, altas probabilidades de que, una vez más. SL convierta
una derrota a nivel de masas en fortalecimiento orgánico. Es enorme el
grado de cohesión y endurecimiento ideológico (aunque lo duro puede resultar a
veces más fácil de quebrar) mostrado en diferentes reportajes por los presos
senderistas recluidos en diferentes establecimientos penales. Sus reglas internas:
rechazo del venusterio porque "desvía de la preocupación principal que es la
guerra", revisión de cartas de familiares para evitar la filtración de ideas
derrotistas, reducción de raciones para los mayores y repartición de ese excedente
entre los más jóvenes "porque son más útiles para la guerra", castigos corporales a
quienes no se comporten dentro de las normas establecidas por el grupo,
confianza sin fisuras en la "jefatura única" del presidente Gonzalo; son signos
exteriores de esta evolución que coloca a SL -dicho esto sin ningún ánimo
peyorativo sino estrictamente científico- a nivel de fenómenos como los que
tuvieron o tienen lugar en el Irán de los Ayatollahs, la Kampuchea de los Khmer
Rouge, algunos moviemientos anarquistas mediterráneos o la respuesta de algunos
grupos étnicos preclasistas frente al avance destructor del capitalismo.
3. Es posible, además, que el mensaje autoritario de SL y su gran voluntad
política le permitan reproducir una cierta base social a nivel nacional, entre la
franja relativamente estrecha pero explosiva constituida por sectores juveniles
empobrecidos, especialmente de origen andino, que no encuentran lugar en el país
en medio de la crisis y sus efectos corrosivos.
4. Pero existen límites a nuestro parecer infranqueables para la expansión
significativa de SL más allá de esa franja. al menos en las actuales condiciones del
país. Por un lado, la tradicional estrechez de sus alianzas se ve agudizada por un
balance, desde nuestro punto de vista erróneo del fracaso de la Revolución
Cultural China dirigida por el "grupo de Shangai" o "Banda de los cuatro". Según
dicho balance, el gran error de Mao fue plantearse un gobierno de cuatro clases,
incluyendo a la burguesía nacional. El intento de rectificar ese error lleva a SL a
proponer un "gobierno de obreros y campesinos", fórmula que se asemeja
curiosamente a la del trotskismo clásico.
Esta estrechez de alianzas, unida al vanguardismo exacerbado que necesita que
el partido lo dirija todo, marca los límites de SL para extenderse hacia otros
sectores. A ello contribuye también la ubicación social de su liderazgo, situado en
un extremo del espectro social, demasiado provinciano y pre-capitalista para la
complejidad del país.
Pero el límite más grave para la expansión de SL radica en que éste lanza con
coherencia total lo que sería en términos de Gramsci una "estrategia de asalto
frontal" al poder, justamente cuando la sociedad civil en el Perú se fortalece y.
sorpresivamente, en vez de polarizarse con la crisis, corre relativamente hacia el
centro-izquierda del espectro político. Son índices de este fortalecimiento de la
sociedad civil la infinidad de organizaciones obreras, campesinas, barriales,
Populares, juveniles, femeninas: el funcionamiento de colegios profesionales,
órganos periodísticos y partidos políticos: el fortalecimiento de una opinión
pública a nivel nacional. etc. Es el desarrollo masivo de este tejido organizativo.,
especialmente en los últimos 10 ó 15 años, y no el Estado incapaz y represivo, el
que pone el límite central y al menos por ahora infranqueable. a la estrategia de
SL, y son esta sociedad civil y sus representaciones políticas democráticas, las que
pueden encontrar una alternativa de reconstrucción nacional y democracia. frente a
la violencia que desangra Ayacucho y amenaza engullir todo el país.
5 La repulsa Que despierta el abigeato entre el campesinado andino y las grandes
dimensiones de esta plaga pueden verse, por ejemplo, en el "ajusticiamiento" de abigeos
por la comunidad de Huayanay (Huancavelica). Que provocó un debate nacional a
mediados de la década pasada. Y en el desarrollo exitoso de las "rondas campesinas",
especialmente en Cajamarca y la sierra de Piura.
6 Es por entonces -enero de 1983- Que se produce la masacre de ocho
periodistas en la comunidad iquichana de Uchuraccay.
http://www.iep.org.pe/textos/DDT/senderoluminosoparte1y2.pdf
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