Manuel González Prada (1844-1918) fue un hombre de grandes rechazos. Nacido en la aristocracia limeña, se apartó de ella para acercarse al obrero. Fue socio del Ateneo de Lima (el Club Literario de Ricardo Palma), pero poco a poco fue desilusionándose con la tradición literaria que predominaba allí. Participó en la fundación del Círculo literario, vehículo para proponer una literatura basada en la ciencia y orientada así hacia el futuro. Se alejó del partido Civilista para fundar con sus amigos del Círculo un partido radical, la Unión Nacional. Este partido lo nombró candidato presidencial, pero él negó su propio caudillaje, huyendo a Europa. En sus ensayos, divulgó las ideas positivistas de Auguste Comte. Sin embargo, terminó convirtiéndose en partidario del anarquismo, el elemento social más criticado por el filósofo francés. González Prada siempre fue rebelde. Después de la Guerra del Pacífico, salió de su casa (donde había permanecido como signo de protesta contra los chilenos), y se puso a criticar todo lo que fuera conservador, en discursos, en congresos y en el periódico de mayor importancia, El Comercio. Después de poco tiempo, había ofendido a todos. El Comercio negó a publicarlo más, y el joven anarquista se frustró.
Después de su estadía en Europa (1891-1898), vuelve al Perú. No más daría discursos sobre la literatura, ahora se acerca al proletario. Negado sus vínculos con la prensa del Establishment, publica sus ensayos en la prensa efímera.
Al final de su vida tomó por primera vez un trabajo en el gobierno. Como director de la Biblioteca Nacional del Peru, en la Avenida Abancay, reorganizó y elevó las materias. Murió de un infarto cardíaco el 22 de julio de 1918. Su influencia se quedó registrada en escritores y políticos tan diversos como José Santos Chocano, César Vallejo, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre.
EN EL AÑO 2000
Creemos que en el siglo XXI o XXIII (cuando el inglés haya sucedido al quechua y el antiguo Imperio de Manco forme parte de los Estados Unidos) algún amigo de antiguallas y conocedor de la lengua castellana podrá leer en el libro de un historiador imparcial:
"... En el huano de las islas y en el salitre de las playas tuvieron los peruanos un asombroso venero de riqueza que habría podido convertirles en una de las naciones más prósperas y felices; pero la riqueza, en vez de servirles para su bien, les produjo guerras exteriores y contiendas civiles. Por el salitre y el huano, Chile les declaró una guerra de asalto y conquista; por el huano y el salitre, se acostumbraron los hombres a improvisar fortunas colosales, menospreciar el trabajo honesto y vivir en el ocio de los cargos públicos. Bastaba a un pobre diablo estampar una firma, para acostarse millonario habiéndose levantado mendigo.
"Siendo ricos, poseyendo una población de tres o cuatro millones, fueron ignominiosamente vencidos por Chile, nación pobre y con menor número de habitantes. En la guerra de 1879, los peruanos perdieron no sólo el salitre y el huano, sino también una gran parte de su territorio; pero ni la derrota, ni la mutilación, ni el ultraje, ni el azote, nada les sirvió de escarmiento ni de lección: en lugar de fortificarse para evitar los sucesivos ataques del enemigo ausente, se debilitaron para facilitar las nuevas conquistas. Cayeron en la más necia de las ilusiones en que puede caer un pueblo: en figurarse que la salvación les vendría de algún amigo desinteresado y generoso: por eso adularon a Bolivia, por eso lamieron humildemente los pies de la Argentina. ¿Cómo era posible dignidad y nobleza en nación caída tan abajo?
"En el Perú del siglo XIX, en esa Cartago sin Aníbal, en esa monarquía mercenaria con ínfulas de República, reinaban los presidentes, gobernaban los Dreyfus y los Grace. Ahí no había más sed que la sed del oro, ahí no había más idea que locupletar el vientre: la conciencia de todo político se vendía, la pluma de todo escritor se alquilaba. Los hombres inteligentes eran pícaros, los honrados eran imbéciles. Hoy no podría citarse el nombre de un individuo que merezca llamarse honrado; porque no se consideraba cosas indignas el asaltar la riqueza pública, traicionar a sus convicciones ni traficar con la honra de sus propias familias. Hubo un tal Meiggs, un negociante convertido en millonario gracias a los contratos leoninos con el Gobierno; pues bien, las hermanas, la esposa y las hijas iban a prostituírsele. ¿Qué era el Poder judicial? almoneda pública, desde la Corte Suprema hasta el Juzgado de Paz. ¿Qué los Congresos? agrupaciones de mala ley, formadas por los familiares, los amigos, los paniaguados y los domésticos de los Presidentes. ¿Qué las autoridades políticas, desde el Gobernador hasta el Prefecto? torsionarios que encarcelaban, flagelaban, violaban y fusilaban. ¿Qué el pueblo?, una especie de animal doméstico y castrado que tanto sufría el azote del soldado chileno como el palo de la autoridad peruana. Invadía y petrificaba los corazones una religión grosera, primitiva y más digna de gorilas que de gentes civilizadas, pues no les servía de freno para los vicios ni de estímulo para la virtud: en los hombres, la chulería y el alfonsismo; en las mujeres, el fanatismo y la concupiscencia. . .".
Iniciando el 2012,la situaciòn es tal cual la describe Manuel Gonzàles Prada. El poder econòmico en manos de algunos, el poder judicial corrupto, el congreso agrupaciones de mala ley, el ejecutivo completado con amigos,paniaguados y domèsticos de los presidentes,el enriquecimiento vaciando las arcas pùblicas, mientras al otro lado el felòn y traidor chileno,comprando armas e invirtiendo en tecnologìa militar.
" All those who do not remember the past are condemned to repeat it". Es decir, "todos aquellos quienes no recuerdan el pasado estan condenados a repetirlo"
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