miércoles, 7 de diciembre de 2011

Manuel Gonzàles Prada


Chile
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Antes que el prusiano Bethmann-Hollweg tuviera el descaro de llamar a los tratados unas tiras de papel, Chile no les había concedido más importancia: ha carecido de franqueza para afirmarlo, pero no ha tenido reparo en practicarlo atribuyendo al Perú la mala voluntad de cumplirlos. No sabemos si el cinismo del alemán inspira más repugnancia que la hipocresía del chileno.

Como nuestro vencedor no ha cumplido con todas las cláusulas estipuladas en el Tratado de Ancón, ese tratado puede considerarse nulo: hasta cabe afirmar que Chile y el Perú se hallan en estado de guerra, en una mera suspensión de hostilidades. Los peruanos tendríamos derecho de atacar a los chilenos sin previa declaratoria de guerra. Y si, como se dice, alguno de nuestros mandatarios pensó en adquirir submarinos para hundir sorpresivamente a la escuadra chilena, ese mandatario habría encontrado la única solución de nuestras cuestiones con el tradicional enemigo del Sur.

Al circunscribir en sólo Tacna y Arica todos nuestros problemas pendientes con Chile incurrimos en un gravísimo error. Debemos recordar al país que entre el vencedor y el vencido de 1879 no existe la sola cuestión Tacna y Arica, sino la cuestión Tacna, Arica, Iquique y Tarapacá. Las razones que tenemos para no ceder el Morro las tenemos para reclamar las salitreras.

Con Chile no vale razones: su conducta pasada nos anuncia su conducta venidera, que nunca se guiará por un espíritu de justicia, nunca procederá de buena fe con nosotros: su americanismo no pasa de un gastado recurso oratorio: tiende la mano al Perú con tal que el Perú le conceda cuanto quiere pedirle. Se sorprende o finge sorprenderse de que algún peruano guarde el recuerdo de las abominaciones cometidas en la guerra del 79.

PERIODISMO LIMEÑO

Yo no he querido amansar a ningún periodista, sin embargo de que todos se domestican a precio de rufián; no he recibido bofetada de ninguno de ellos, porque no son hombres capaces de volver puntapié con puntapié; no estoy sordo, pues oigo muy bien el ruido que hacen los soles de Grace al caer en los bolsillos del apócrifo A., del liberto V., del mestizo C., del rinocéfalo T.A. y del mono A. Pero háblase conmigo de lo que se hable...
Venga un hombre honrado a ver lo que pasa en los periódicos de la capital del Perú y diga si en esos antros malsanos que se llaman redacciones hay personas acreedoras a la consideración de sus semejantes o rufianes dignos de ser azotados por mano del verdugo.
Alguien dijo que el Adán y la Eva de los yankees salieron de las cárceles de Londres; el Adán y la Eva de los periodistas de Lima nacieron en la tienda de un gitano.Un perro que lame las manos y los pies del amo brutal que le propina una lluvia de golpes ofrece una idea pálida de la bajeza que abruma las almas de nuestros embadurnadores de papel.
Ellos son los que, predicando día por día la "necesidad de medidas enérgicas", esto es, el amordazamiento de todas las bocas libres, han precipitado al Gobierno berberisco de Cáceres en una cruzada contra los periódicos independientes, en una verdadera caza de hombres contra los buenos peruanos que resisten al oro de Grace. Han querido operar en familia, tener francachelas a puerta cerrada, mentir y calumniar a sus anchas, falsear la opinión pública; y lo han conseguido: son dueños del campo. Los ladrones han derrotado a la policía.
Varias personas independientes desean publicar en la tipografía de Solís un periódico titulado La Verdad: el Intendente de Policía pone guardias a la imprenta, efectúa un registro minucioso en los originales, hace a viva fuerza devolver la licencia ya concedida, ofrece clausurar los talleres, amenaza encarcelar a los redactores de La Verdad...y ningún diario, ninguno de esos periódicos que se titulan defensores de las libertades públicas, dice una sola palabra.

Los redactores de La Luz Eléctrica van a la cárcel como simples bandidos, una edición del periódico es confiscada por las autoridades de policía, la imprenta queda cerrada... y ningún diario dice una sola palabra.
El Radical, órgano del Círculo Literario, sufre la misma suerte... y ningún diario dice una sola palabra.Dos jóvenes periodistas desaparecen súbitamente, la prefectura y la policía niega por tres días saber su paradero, el público teme que se haya repetido con ellos la tragedia de Tebes... y ningún diario dice una sola palabra.
Los periódicos de Cajamarca, Piura y otros departamentos enmudecen bajo la bota de un prefecto, como las hojas independientes de Lima... y ningún diario dice una sola palabra.
Por el contrario, celebran con cínico regocijo la muerte de lo que llaman hojas volantes: los autores de las hojas venales aplauden el silencio forzado de, las palabras honradas.
Pero eso sí, el día que conforme a un decreto del antiguo mantequero T. se exigió que uno de los periódicos subvencionados por Grace depositara la garantía de quinientos soles, entonces toda la jauría periodística enseñó los dientes, gruñó por lo bajo y, aunque con la humildad del perro, ladró un poco alto recordando Alos fueros de la prensa y las garantías del pensamiento. El Callao -que era el periódico de los quinientos soles- lamió las manos y los pies del Gobierno, y merced a ciertos arreglos nada santos de su Director con las autoridades, el diario quedó exonerado del depósito.
Se engañan los periodistas de Grace al imaginarse que las cosas no pasan de allí: han jugado con fuego. El mantequero T. no se detendrá en el camino de las arbitrariedades, así como en Arequipa no se detuvo en la requisición de mulas para su hacienda; y si empezó ayer por suprimir La Verdad, La Luz Eléctrica y El Radical, concluirá mañana con El Nacional, El Comercio, La Opinión Nacional, La Nación y demás diarios vendidos a Grace- tratará, en fin, a la prensa del Perú como trataba a los cerdos de su mantequería.
Para ello tiene por auxiliares a un prefecto salido del fondo del Mar Muerto; a un Intendente medio zurcidor de voluntades y medio soplón, y a sus propios hijos, mozos de esperanzas, angelitos de manopla que no desmienten la sangre del bisabuelo, del papá , ni de los tíos.
Cuando llegue la lucha eleccionaria en que otros amos paguen el sueldo a los domésticos y mercenarios de la prensa, cuando los periódicos sientan encima la mano del Ministro cuatrero, y saca ojos, entonces será lo bueno. Se iba un buque a pique y un loro guarecido en la punta del palo mayor.

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