jueves, 29 de abril de 2021

Pandora, La Bien Dotada

 

Mujer, La primera

Después de que Zeus conquistara el Olimpo derrotando a los Titanes, encargò a Prometeo y Epimeteo que repoblasen la tierra, que había quedado destrozada. Prometeo creo una nueva y esplèndida raza de hombres, pero envidiaba la  fuerza y la astucia que Epimeteo había  otorgado a los animales y decidió darles un poder exclusivo, para lo cual robó el fuego del cielo,

Zeus, enfurecido por el robo, castigò terriblemente a Prometeo y ordenò a Ios dioses que pensaran un castigo para los hombres mortales. Entre todos tramaron una venganza sutil pero eterna. Moldearon en arcilla la figura de una hermosa mujer, a la que dieron todas las cualidades de una diosa, y le pudieron de nombre Pandora. La Bien Dotada, porque todos los dioses le otorgaron sus dones. Como regalo de despedida le entregaron una urna de oro sellada, de exquisito diseño, advirtiéndole que nunca debía abrirla para mirar el contenido.

Pandora fue la primera mujer que apareció entre los hombres, los cuales sintieron nuevas y extrañas emociones al contemplar su belleza  y sentir el magnetismo de su dulce voz y sus claros ojos. Pero ella escogiò como esposo a Epimeteo, que se había establecido a vivir entre los mortales.

Podrìan haber vivido felices si no hubiera sido por las discusiones acerca de la urna de oro. Epimeteo le advertía que era preciso obedecer a los dioses, pero estos la habían creado con un carácter auténticamente femenino y sabían que tarde o temprano la mujer se saldría con la suya.

Y por fin, un dìa Pandora quitò la tapa de la urna y se oyò un fuerte zumbido, como el de un enjambre de abejas. Alas invisibles rozaron sus mejillas, pero cuando mirò el interior de la urna la encontró vacìa, a excepción de la Esperanza, que permanecía acurrucada en el fondo. Pandora se apresurò a cerrar la urna, para evitar que también la Esperanza se esfumara.

La primera mujer había liberado a la codicia, la lujuria, el orgullo, la avaricia, la envidia y todos los demás pecados y vicios, que se desparramaron por la tierra con la velocidad del rayo. Los dioses estaban vengados y sòlo queda la Esperanza para compensarnos del mal que hacen los hombres.

De:Enciclopedia de las cosas que nunca existieron 1988.



No hay comentarios: