Glicerio Tassara y el cobarde ataque a La Idea Libre.
La historia que El Comercio trató de borrar de la memoria popular
Renzo Forero*
Universidad del Estado de la Florida
* Realizó estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad del Estado de la Florida. Director del documental Andes Libertarios: El anarquismo en el Perú (2014).
No somos redactores de La Idea Libre, ni venimos a defender causa propia; solo queremos protestar de hechos brutales, y manifestar nuestra simpatía hacia un combatiente valeroso y noble. Habíamos tenido gobiernos que destruyeron o cerraron imprentas; habíamos visto a «seides» y potentados que apalearon a escritores, pero nunca habíamos presenciado el espectáculo novísimo que nos ha ofrecido El Comercio, un diario que se
arma en guerra y va, no solo a destrozar prensas y deteriorar un edificio,
sino a garrotear, infamar y tal vez a suprimir un semanario radical.:
MANUEL GONZÁLEZ PRADA. «Una lección», Propaganda y ataque
Érase una vez, en la capital gris de un país despojado de riquezas
por siglos de espolio extranjero, que un grupo de hombres y mujeres,
ajenos a intereses económicos y personales, lanzaron un movimiento
sociocultural ligado al anarquismo y el libre pensamiento,
cuyas ideas fueron expuestas en periódicos independientes, realizados
con las donaciones de sus propios lectores. La historia recuerda
al más famoso de ellos, Manuel González Prada; pero en realidad
el movimiento estaba compuesto por decenas de empleados, obreros
e intelectuales, educados o autodidactas, todos ansiando el porvenir
de una sociedad sin clases ni autoritarismo.
Uno de esos periódicos fue La Idea Libre (figura 1), fundado un
domingo 5 de agosto de 1900 por Glicerio Tassara Nureña y Alfredo
Baldassari; ambos descendientes de italianos que llegaron a Lima
desde Génova debido a la represión luego de la revolución italiana de
1870, liderada por Giuseppe Garibaldi (1807-1882) (Sánchez 1977,
228). Glicerio Tassara era un hombre particular, había dejado su
carrera de derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
y su cargo como Fiscal del Tribunal de Cuentas para dedicarse enteramente a la causa del libre pensamiento.
En 1898, Tassara toma el cargo de administrador del periódico
masónico El Libre Pensamiento (1896-1904) (figura 2), dirigido por
Christian Dam (figura 3), Gran Maestre de la Gran Logia del Perú.
Este periódico tuvo dos periodos distintos: el primero, que corresponde
a su primer año, caracterizado por el patrocinio de la masonería
limeña; y un segundo periodo, en el cual la dirección se aparta de
la masonería y vira hacia un librepensamiento acompañado de otros
elementos radicales. En este segundo periodo también destaca la
subdirección de Manuel González Prada y la participación de mujeres
librepensadoras como la escritora moqueguana Mercedes Cabello o la
educadora chiclayana Sara Bullón Lamadrid (Valdivia 2010, 168-169)¹.
Hacia 1901, un conflicto emerge entre Glicerio Tassara y Christian
Dam. El segundo acusa al primero de no realizar un balance
económico desde hace 5 años y de otros problemas ligados al manejo
de ingresos (2010, 181-182). La ruptura estaba cantada, y Glicerio,
quien simpatizaba cada vez más con el anarquismo, decide aliarse
con Alfredo Baldassari para fundar un nuevo periódico, La Idea Libre.
De su padre, Juan Tassara Figallo, Glicerio recibió una importante
cantidad de dinero con la condición de que se mantuviera alejado
de su adinerada familia. Fiel a sus principios, Tassara importó desde
Italia la mejor maquinaria tipográfica para armar su propia imprenta,
la imprenta de La Idea Libre².
Luis Alberto Sánchez recuerda a Glicerio Tassara y lo describe de
la siguiente manera:
Glicerio Tassara, casado con una dama de origen francés, De Baillet, era
un combatiente nato. Físicamente alto y robusto, erguido, generalmente
empuñaba un bastón, elemento de elegancia y de defensa: su rostro era
curioso, más parecía el de un mandarín que el de un genovés. Tenía los
ojos oblicuos tras las gafas de aro dorado: un bigotito nada italiano
orlaba su labio superior. Tengo la impresión de haberlo conocido con
una ligera barbiche que le daba un aire mefistofélico. Era pálido e impasible.
La imprenta de La Idea Libre quedaba a pocos metros de El Comercio:
éste en la calle de La Rifa, aquél en la de San Antonio. (1977, 228)
El periódico La Idea Libre, de 61 cm de largo y 42 cm de ancho, se
definía a sí mismo como «Semanario liberal-Político-Independiente».
Sus páginas estuvieron divididas en secciones: La Idea Libre (Editorial),
Actualidad, Ecos de la semana, Sección Doctrinaria, Crónica
Religiosa, Literatura, Prensa, Correspondencia, entre otras. Incluía
también espacios para la poesía y avisos publicitarios (Machuca 2006,
110). Su carácter radical y polémico le trajo más de un problema.
Jorge Basadre relata como en 1901, los redactores de La Idea Libre
fueron condenados por elogiar el asesinato del presidente estadounidense
William McKinley (1843-1901), por el anarquista de origen polaco León Czolgosz (1873-1901). El artículo en cuestión se llamó
«La ejecución de Mc Kenley» y vale la pena retranscribir algunos extractos:
[…] En la frustrada muerte de Mc Kinley hai que ver una consecuencia
lógica de sus actos políticos; eso que el vulgo suele llamar el dedo de
Dios, el castigo necesario de un delito o de una serie de crímenes.
¿Quién puede negar que la política imperialista de Mc Kinley ha
arrastrado al pueblo yanquee a una senda peligrosa de violencias i de
infamias?
[…] Dejémonos, pues, de lamentaciones ficticias i convencionalismos;
deploremos el acto en sí, moralmente considerado; pero pensemos
también en que para librarse de las fieras dañinas, llámense estas
Weyler, Cánovas o Mc Kinley, no hai más que un medio: suprimirlos.
(Machuca 2006, 112)³
Pero vayamos al grano. En 1902, Alfredo Baldassari critica la actuación
del gobierno de Eduardo López de Romaña (1899-1903) y sus
maniobras para elegir un sucesor presidencial. Luis Miró Quesada y
de la Guerra, el más vehemente entre sus hermanos, respondió insultantemente a Baldassari y éste replicó con violencia. Fue así como,
por venganza, Luis Miró Quesada y un grupo de operarios y
redactores de El Comercio invaden las oficinas de La Idea Libre
buscando a Baldassari, que por suerte estaba ausente. Se topan con
Glicerio Tassara quien tuvo que defenderse a balazos, hiriendo de
muerte al joven agresor Luis Pazos Varela (1977, 230-231). Alfredo
González Prada relataría el suceso más de treinta años después: El 3 de mayo de 1902, en lo más encendido de una polémica entre dos
periódicos de Lima, La Idea Libre y El Comercio, un grupo de redactores
y timoratos de este último diario (capitaneados por Luis Miró Quesada,
hijo del director propietario de El Comercio) asaltó las oficinas de La
Idea Libre, abaleó y apaleó a los redactores y deterioró las maquinarias.
Revólver en mano, Glicerio Tassara (director de La Idea Libre) trató de
repeler el asalto. En la refriega, Luis Pazos Varela (uno de los agresores,
mozo de veinte años) cayó herido de muerte. Ileso de las balas, pero
con feroces magulladuras de garrote y manopla, Tassara fue detenido y
sometido a juicio criminal. Después de una larga detención en la cárcel
de Guadalupe fue absuelto por los tribunales de Justicia, gracias a la
brillante defensa de su abogado Alberto Químper. A raíz del ataque, los
redactores de La Idea Libre lanzaron un boletín explicando los sangrientos sucesos. En esa hoja suelta que lleva fecha del 6 de mayo de
1902, y pie de imprenta de un taller comercial de Lima, publicó
González Prada «Una lección».⁴
En efecto, en respuesta a este dramático acontecimiento que le
costó la vida a un hombre, Manuel González Prada escribe los artículos
«Una lección» y «La ley del palo», que fueron posteriormente
compilados en el libro póstumo Propaganda y Ataque (1938). El primero
parece haber sido escrito justo luego de la bifurca, ya que describe
rápidamente los hechos y demuestra un alto contenido de
emoción e ira. La citación que encabeza este ensayo forma parte de
los primeros párrafos de aquel artículo. El resto lo transcribo a continuación, la brevedad del articulo y su importancia lo permite y amerita:
¿El motivo? una cuestión de prensa, el miedo a un ataque de pluma.
¿Qué personajes, qué semidioses, qué divinidades son estos hombres
que no admiten la discusión de sus ideas ni soportan el análisis de sus
vidas? Estamos en presencia de unos cuantos individuos que presumen de infalibles y se declaran intangibles. Insultan y no quieren ser
insultados, provocan y no sufren la contradicción, perpetran un delito
y llaman delincuente a la víctima, acometen con el garrote del palurdo
y se quejan de verse rechazados con el arma del caballero. Se les debe
preguntar si se muestran audaces y descarados porque se atienen a
sus propias fuerzas o porque se hallan seguros de la impunidad,
resguardados por los excelsos encubridores de Pazul. Sesenta años
hace que El Comercio vive defendiendo todas las malas causas, escarneciendo todos los buenos propósitos y mancillando la honra de todas
las personas honradas; pero ya no le basta el lodo y pide sangre: el
escatófilo quiere transformarse en tigre.
Felizmente, el conato de homicidio se ha convertido en escarmiento
moralizador y oportuno. Tassara nos ha dado una lección de energía:
la necesitábamos. No la olvidarán todos los que manejan la pluma. La
recordarán también los pandilleros que se figuran cosa muy fácil y
muy sencilla el estampar los puños en una cara o blandir el garrote en
unas espaldas.
Al escribir estas líneas, nos hacemos el eco de la indignación pública:
no es únicamente un hombre, es todo el pueblo de Lima quien abofetea
el ensangrentado rostro de El Comercio. (González Prada
2004[1938], «Una lección»)
El artículo «La Ley del palo» es mucho más extenso, por lo que
no podremos transcribirlo en su totalidad. Su contenido resalta por
los ataques de orden moral, a diestra y siniestra, a El Comercio. Si esto
fuera una contienda, podríamos afirmar que González Prada gana
por knockout. Citemos algunos pasajes para ilustrar nuestras
afirmaciones:
Palpamos el hecho curioso de que entre un diario y un gobierno haya
comunidad de intereses o alianza ofensiva y defensiva. El que censure
la conducta de El Comercio, se atrae las iras de Romaña; y el que no ensalce a Romaña, sufre las procacidades y embestidas de El Comercio.
¡Quién sabe si el origen de todas las polémicas y del asalto a La Idea Libre estuvo en que el semanario radical hacía una denodada oposición al
desgobernado gobierno de Romaña: el socio industrial se arrojó a la defensa del socio capitalista!
El Comercio ha llevado su locura o cinismo al punto de afirmar axiomáticamente que la pluma se corrige con el palo, que a las impetuosidades de un artículo se responde con las magulladuras de un garrote. Y no se le acuse de hacer una cosa y decir lo contrario: antes de enunciar el axioma, le había enseñado prácticamente, lesionando a Baldassari en el Callao, hiriendo a Tassara en la redacción de La Idea Libre. […] En el caso de Glicerio Tassara, por mucho que los culpables pretendanfalsear los hechos y no dejar oír el grito de horror que resuena en toda la República, el responsable de la muerte de Pazos Varela, el verdadero criminal, no es el hombre que defendió su vida con el revólver: son los garroteros y matones que asaltaron un domicilio, los que pudiendo evitar el crimen le dejaron realizarse o, desde un lugar muy seguro,
sirvieron de agentes provocadores. O ¿se pretende que Tassara debió
dejarse matar humilde y ovejunamente? Los primeros en reírse de él serían hoy sus matadores. Desde que el palo causa heridas mortales, hay
derecho de contestar al garrotazo con el tiro de revólver. Puede El Comercio dorarse con el oro de la Caja Fiscal; con toda el agua del Amazonas no se lavará la sangre derramada en los talleres de La Idea Libre.
El Comercio, a más de su alianza defensiva y ofensiva con el Gobierno,
disponía de valiosas influencias en la Magistratura. Con plena seguridad
y garantía, puede seguir asaltando imprentas y blandiendo su arma
favorita. Corre un solo peligro: algunos que tengan dignidad en el alma
y fuerza en el músculo, preferirán sufrir una prisión indefinida (pero no
deshonrosa) antes que dejarse ultrajar por una seudo aristocrática gavilla
de matones sin barbas y garroteros con levita. (González Prada
2004[1938], «La ley del palo»)
A raíz de la muerte del agresor Luis Pazos Varela y a pesar de
haber actuado en defensa propia, Glicerio Tassara fue arrestado. Su
casa fue asaltada y deteriorada, y ya podemos deducir por quienes:
los mismos que gozaban de plena libertad, incluyendo al jefe de los matones, Luis Miró Quesada (1977, 231). ¿Y ante tanto escándalo,
cuál fue la reacción de El Comercio? No hemos encontrado nada al
respecto, pero parece que trataron de pormenorizar los hechos y el
tiempo hizo el resto. En cambio, periódicos como El Bien Público,
Germinal e, incluso, el conservador La Opinión Nacional apoyaron a
Tassara y protestaron contra la agresión (1977, 231, nota 195).
Felizmente, Glicerio Tassara fue defendido judicialmente por el
brillante abogado Alberto Químper, quien logró su eventual liberación
(De Vernueil 1947, 370)⁵. Lamentablemente, no han llegado
hasta nosotros números de La Idea Libre que contienen información
adicional sobre el suceso, incluyendo una carta de Tassara desde prisión⁶.
Parece ser que Glicerio Tassara retó a duelo a algún miembro
de la familia Miró Quesada, probablemente a Luis, el cabecilla de la
agresión armada, práctica muy común entre la aristocracia y
burguesía latinoamericana hasta los años 1950⁷. Lo cierto es que, con
el paso de los años, el dramático suceso fue olvidado y solo se lo
menciona en algunos libros especializados que hemos utilizado para
narrar los hechos.
Así termina el breve relato sobre el asalto armado de la familia
Miró Quesada a las oficinas del periódico La Idea Libre, pero la
historia no queda allí, pues la descendencia de Glicerio Tassara
Nureña heredó el carácter crítico y rebelde de su antepasado. Por
ejemplo, su hijo Glicerio Tassara De Baillet (figura 4) se codeó con
personajes como Mariátegui y Vallejo, y también dirigió un
periódico, Trinchera Aliada en la década de 1940. Como su padre, se
adhirió al anarquismo, pero luego se inclinó por el mariateguismo⁸.
En mayo de 1948, un artículo publicado en Trinchera Aliada causó
revuelo e indignación en toda la ciudad. El artículo afirmaba que un
obrero de origen chino había caído muerto en uno de los pozos de la
fábrica de la Coca-Cola en Lima, propiedad de la familia Barton. A pesar
de la gravedad del hecho, la fabricación de la bebida no se detuvo,
el cadáver se convirtió en un ingrediente más mientras flotaba en el
pozo ante la indiferencia de sus avaros dueños capitalistas. Según
Gianna Tassara, hija de Glicerio Tassara De Baillet, su padre arriesgó
su vida entrando a la fábrica para fotografiar el cadáver⁹.
Ante la indignación general, la familia Barton no tuvo mejor idea
que acudir a los brazos del dictador Manuel Odría para censurar Trinchera Aliada y detener a Glicerio Tassara De Baillet¹⁰. La familia Tassara tuvo que pasar a la clandestinidad para evadir la represión y
persecución de Alejandro Esparza Zañartu, Director del Gobierno y
hombre responsable de detenciones, torturas y asesinatos de opositores
apristas, comunistas y sindicalistas durante el Ochenio de Odría.
Glicerio Tassara De Baillet pasó muchos años en la cárcel y prácticamente salió para morir de cáncer. Sin embargo, la familia Tassara
contaba con varias propiedades en los distritos más acaudalados de la
ciudad, los que alguna vez tuvieron problemas económicos. Es por
ello que resulta injurioso y difamatorio el artículo del periodista Juan
Gargurevich, «Siempre hubo ese otro periodismo», donde afirma que
Tassara había inventado la historia del obrero chino en el pozo porque
la Coca-Cola no quiso poner publicidad en Trinchera Aliada. Citaremos
el pasaje entero para luego demostrar lo absurdo de la acusación:‐Podemos imaginar la sorpresa y horror de los ejecutivos de la empresa de los Barton en aquel mayo de 1948 cuando el mensajero les dejó una copia del periódico Trinchera Aliada. Era un auténtico pasquín que salía cuando podía, con pocas páginas y artículos irrelevantes… pero esta vez extendía un
título en primera página que gritaba «Chino se ahoga en tanque de Coca
Cola». Quizá alguno no le concedió importancia como lo había hecho antes
el jefe de publicidad al negarse a conceder un avisito al periódico. Dicen que el director, Glicerio Tassara, molestaba tanto que dieron órdenes de no dejarlo siquiera entrar a la fábrica y que entonces le dijo al guardián: «Dígale a ese Ulloa que se va a acordar de mí». Y resultó inolvidable pues ese título colgado en kioskos, voceado por algunos canillitas, reunió aquella mezcla de racismo, novelería, ignorancia, rumor mal intencionado que nos caracteriza y provocó el cese automático de la venta de la famosa soda. La empresa gastó una pequeña fortuna en demostrar que no había ni un solo chino en la fábrica, que no existían tanques donde caerse y mucho menos ahogarse, que la vigilancia de la pureza y calidad eran extremas, etc. Pero por mucho tiempo y me consta, se dejó de vender pues apenas alguien la compraba no faltaba un amigo que le decía: «Oye, cuidado, que sabe a chino…
¿Enjuició la poderosa Coca-Cola a Tassara? No. Sus abogados,
acertadamente, lo consideraron inútil porque no hubieran podido lograr
que la justicia lo castigara y simplemente porque Trinchera Aliada pertenecía a esa oscura zona que siempre ha existido en todos los
periodismos de siempre y que la sociedad consiente en la creencia de
que no hacen daño alguno y que son, sencillamente, periódicos de
chantaje, «mermelada» (en el argot del oficio). (Gargurevich 2005)
Desde el inicio, se nota el desprecio por el investigador hacia Trinchera
Aliada, lo trata de «pasquín […] con pocas páginas y artículos
irrelevantes». Luego relata los hechos describiendo a Tassara casi como
un matón capaz de dar órdenes a una poderosa multinacional, y a
ésta como una pobre compañía que tuvo que gastar una fortuna para
demostrar la supuesta verdad. ¿Nos debería dar pena el dinero gastado
por una millonaria multinacional ante las acusaciones de un pequeño
diario de bajos fondos y poco tiraje? Más adelante, argumenta que la
Justicia le hubiera dado razón a Tassara. ¿Es creíble que nuestro corrupto
sistema judicial, al servicio de quien más plata tiene, hubiera favorecido
a alguien contestatario como lo fue Glicerio Tassara de Baillet durante
una de las peores dictaduras que atravesó el país? Alguien por favor,
regálele un pañuelo a Gargurevich para que seque sus lágrimas por las
pérdidas financieras que sufrió la Coca-Cola.
Podríamos continuar infinitamente con una serie de preguntas que
demuestran lo absurdo de la acusación. Tassara no tenía nada que ganar
con exponer tal hecho, ni tenía problemas económico para exigir que
una multinacional le pague por publicidad. El hecho de que haya sufrido
represión y de que su periódico haya sido censurado es prueba de que el
Estado y la Coca-cola se aliaron para tapar la verdad. Queda
compañeras y compañeros, mucho por investigar. Terminaremos este
ensayo con una frase que, según Gianna Tassara, reduce el pensamiento
de su familia y al cual adherimos: «Peruano, el patrón no se enriquecerá
más de tu dolor».
Notas:
1. La figura de Sara Bullón merece ser rescatada; ella fue una de las más destacadas corresponsales de El Libre Pensamiento, fundadora y directora de el Instituto Ferreñafe, y miembro de la Junta Patriótica de Ferreñafe y de la Liga de Librepensadores de Chiclayo (ibid.).
2. Entrevista con Gianna Tassara Navarrete, nieta de Glicerio Tassara Nureña. Mayo de 2015.
3. Es curioso que el artículo esté escrito según las reglas de la ortografía de Bello, reforma ortográfica latinoamericana adoptada oficialmente en Chile en 1844 y utilizada en Latinoamérica hasta que fuese reemplazada por las normas de la Real Academia Española. Sería interesante contrastar y comparar las innovaciones ortográficas de Manuel González Prada con la ortografía de Bello, pero aquello necesitaría de un trabajo aparte.
4. Relato de Alfredo González Prada publicado en Propaganda y ataque, extraído de Luis Alberto Sánchez (1977, 205)
5. Alberto ímper era, al igual que González Prada, miembro fundador del partido Unión Nacional.
6. Gianna Tasara nos ha indicado que existe información adicional sobre el juicio a Glicerio Tassara en el libro de José Santos Chocano, El libro de mi proceso. Lima: Imprenta Americana, 1927.
7. Entrevista con Gianna Tassara Navarrete. Mayo de 2015.
8. Ibid.
9. No contamos con el periódico para ver si la fotografía figura dentro del artículo. Es su asunto que merece ser investigado al igual que el asalto a La Idea Libre.
10. Entrevista con Gianna Tassara Navarrete. Mayo de 2015.
Fig 1. La Idea Libre (Machuca 2006) |
Fig. 4. Glicerio Tassara de Baillet Cortesìa Gianna Tassara |
Fig. 2. El Libre Pensamiento (Machuca 2006) |
Fig. 3. Christian Dam |
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