El 'Cave Canem' más famoso, en Pompeya. Foto: Eufrosine (<a |
Feliciana y Chispita
La historia va por este lado, doña Feliciana es
una adulta mayor ( 67 años ), no tiene pareja, separada, tiene hijos y vive
sola, eventualmente trabaja en actividad comercial y de servicios, lo que
satisface apenas las necesidades diarias.
Desde hace varios meses, se ha mudado y ahora reside en localidad,
distante de la anterior, que convivìa
casi con la playa de uno de los lugares màs tranquilos del sur peruano, bañada por el pacìfico mar de su
ocèano; su piel oscurecida por ese contacto ambiental; hoy la ventisca y sus
arenas, se la van aclarando. Su locación, ha llegado, hasta las alturas,
contrariamente al llano de su past morada,
lo que para ella, es un gran cambio, que lo ha aceptado, de repente, porque
quiso un poco, perder el contacto con el
ocèano que durante años fue su compañero, que nunca se detiene, tampoco se
envejece y bañándose, deja sus espumas, como el habitual uso de los jabones y
shampùs. Me voy desgastando dijo Feliciana, me paso el tiempo mirando las
tranquilas aguas, en antaño, hoy, los arenales del cerro que me alberga, la
rutina de siempre, poco que ver y nada de què disfrutar, acota la doña. Esto
genera la costumbre, que te lleva al desgaste de la vida, y que es el paso,
próximo o no tanto para la existencia no física.
Hora del cambio dijo y se marchò, llevando
consigo enseres y todos los cachivaches posibles al nuevo lar. Instalada
después de arduo trabajo, teniendo en cuenta que iba del llano hacia las
alturas, màs arriba de las faldas del cerro ( parte inferior de una montaña o
colina). Resquebrajada su salud, casi
mínimo contacto con la familia, màs cerca de los vecinos, donde la nueva era
ella, en el lugar, màs no en la vida, ni en su mundo actual.
Carga con dos perritos, sus inseparables
compañeros, juguetones y enanos o de raza pequeña.
Feliciana se pone enferma, se dirige a la posta
mèdica màs cercana, le dan algunas medicinas, genéricas, paliativos que a la
larga complican màs al cuerpo que lo beneficien, soluciones de momento. Le
recomiendan análisis y demás. El SIS ( Sistema Integral de Salud, en Perù ), se encargarà le dijeron. Conocido este SIS por
ineficiente, falto de recursos económicos, compras amañadas y todo lo que
conlleva este tema de la administración pública o del estado inepto. Bueno es
tema generalizado y que forma parte de la cultura chicha, que beneficia a las
conexiones de la logística y sus ramas en los interiores administrativos del
gran aparato que se llama Estado.
Sucede que el dìa menos pensado, Feliciana, de
un momento al otro, se va al piso, afirmado sobre la arena de su cerromorada, se
desvanece, le viene desmayo, vueltas de cabeza, debilidad de piernas. Las
mascotas ladran pero no son escuchados al estar la morada a puertas cerradas.
Los vecinos en sus asuntos. Preocupante la situación, desesperados los
animalitos, uno de ellos es Chispita. Se muerde la cola, se golpea su cabeza,
no ve reacciones en su dueña, al borde de la locura Chispita. De repente se le
enciende la chispa y què hace este fiel can, levanta su patita, coloca su
tripita delante de rostro de Feliciana y la mea. Al sentir el tibio lìquido, la
ama, reacciona y a rastras, abre su puerta y solicita auxilio a los vecinos
quienes acuden y la trasladan a centro mèdico para la atención debida.
Chispita ha sido el héroe de la historia y por
ello le tiene gratitud Feliciana. Aunque dijo que iba a adoptarla y consolidar
su acta de nacimiento, para que pase de vida perruna a la otra.
Cuànto o tanto cariño puede dar un animal por
su ser querido, ya no es su amo. Son como uña y tierra, solamente les
diferencia el ADN.
En el
caso de Feliciana, se relaciona con su entorno, menos familiar, màs un
hìbrido, entre el humano y el animal, casi humano, con grandes cualidades, le
falta el habla, la postura, el orinar parado si es macho, el que presiente los
sucesos, el que tiene como decìamos, oìdos de tísico, tan sensible que cuando
pasa el vendedor ambulante, aquel triciclero, o motorizado ofreciendo sus
productos frutícolas: piñas, papayas, sandìas, paltas o el que distribuye sus
pescados, sean bonitos, caballas y fureles; o, los que compran de todo:
artículos en desuso: refrigeradoras, televisores, fierros, etc., con su
perifoneo incesante y molestoso ( que es su trabajo ), derrame su aulle como
que si lo estuvieran pateando y sean los últimos instantes de su perra vida.
La relación histórica entre los perros y los
seres humanos desde el paleolítico
El arqueólogo Emilio Campomanes explica en este
artículo de Historia cómo se formó la estrecha relación de los canes con el
hombre. Basándose en los hallazgos de su disciplina indican que los perretes, e
incluso sus antepasados, comparten nuestro día a día desde hace mucho más
tiempo del que se creía, en el paleolítico. La tumba de un perro más antigua
conocida tiene más de treinta mil años.
El perro procede de los lobos. Es obvio nada
más mirar a algunas de nuestras peludas mascotas. Y la duda es cómo un
depredador –el lobo– se fue a vivir junto a otro depredador –el hombre–, cuando
ambos son enemigos potenciales. El peligro es evidente.
Existen varias teorías sobre la domesticación
del perro. Que si se capturaron unos ejemplares que se 'amaestraron', que si
merodeaban por los campamentos humanos. A mí la teoría que más me gusta es que
domesticación se hizo a través de los niños. Es la menos seria... y sin duda la
más creíble.
La época de la vida en que somos más receptivos
a los cambios es la infancia, tanto en la especie humana como en la animal.
Compartirnos con los perros tres rasgos: la curiosidad, el atrevimiento y las
ganas de jugar. Un niño o un cachorro de lobo desconocen el peligro y pueden
jugar o mostrarse sociables, e incluso una especie puede adoptar cachorros de
la otra y criarlos.
Hay no pocas
historias sobre lobas que han criado niños y que se ha demostrado que tienen un
trasfondo real: El libro de la Selva, que conocemos por las películas de
dibujos animados, pero en origen es una novela de Rudyard Kipling contando
historias de su India natal. O bien los míticos Rómulo y Remo dos gemelos
amamantados por una loba a orillas del Tíber.Ambas especies durante el juego
aprenden y también adquieren vínculos que pueden durar a largo plazo. Los
lobos, como los humanos de la prehistoria, eran seres de manada.
La teoría es más o
menos es factible, aunque tiene sus partes débiles, como todas. Los lobos se
mueven mucho por el territorio, tienen periodos de celo y apareamiento, que
complican el proceso y la domesticación de un depredador no es tan sencilla, ni
mucho menos rápida.
¿Desde cuándo somos amigos?
En la actualidad hay
diferencias en los huesos de un perro y un lobo, que es lo único que un
arqueólogo encuentra. De ahí se deduce mucho más de lo que usted pueda
imaginar. De los hallazgos deducimos comportamientos, vínculos, cariño... ¿no
se lo creen? Cuando terminen de leer me cuentan.
La amistad del ser
humano con los lobos y después los perros es mucho más antigua de lo que se
creía. Antes se pensaba que los perros se domesticaron durante el Neolítico, es
decir, cuando domesticamos ovejas, cabras, vacas... y ya puestos, nos pusimos y
hasta domesticamos lobos.
Pero la Arqueología
nos dice que nuestra amistad es más antigua. Mucho más antigua. Procede del
paleolítico cuando se pintaban las cuevas prehistóricas como Altamira y
contamos los periodos de 10.000 en 10.000 años. Si nos remontamos muy atrás en
la prehistoria existe un momento en que no es sencillo distinguir el esqueleto
de un lobo salvaje y otro domesticado, por que los cambios en el animal se
produjeron tras varias generaciones.
Pero la Prehistoria es una auténtica caja de sorpresas.
En una cueva de Bélgica ha aparecido un ejemplar de 'protoperro' de hace 36.000
años, que no es el único. De hace unos 30.000 años hay otros ejemplares en
Siberia que parece ser un lugar donde se domesticaron y dieron una raza
autóctona asiática. Y más o menos de la misma época hay otro perrete aparecido
en una colina de Chequia. Alguien le enterró cerca de unas tumbas humanas, con
un hueso en la boca. Vamos, no me digan que no debía ser amigo de nuestros
antepasados prehistóricos.
La enorme antigüedad de estos hallazgos hace
que nuestra relación perruna no haya nacido ni siquiera con nuestra especie,
sino que se remonta a los Neandertales, que en las últimas décadas tampoco
paran de darnos sorpresas. Algunos de estos perros acompañaron a nuestros
ancestros Neandertales, aunque nosotros pensamos que nuestra amistad era
exclusiva de nuestra especie, los Sapiens Sapiens (los más antiguos los
estudiaron como Cromañones).
Estos perros, probablemente más parecidos a un
lobo que a un chucho doméstico, empezaron viviendo cerca de los campamentos
humanos y después vivirían con los grupos humanos. Se cruzarían entre ellos o
con otros lobos cuando el instinto apretaba, así que para la ciencia a veces es
difícil determinar la diferencia. Durante el paleolítico debieron acompañarnos
en la caza y hubo dos razas diferentes, de Europa occidental y otra asiática.
El largo viaje del perro
Hace unos diez mil años en Oriente Próximo la
gente que vivía allí empezó a hacer cambios y a cosechar cereales salvajes y
después a cultivarlos. Acabaron por ser agricultores y pasaron de la caza a
hacerse pastores hace 7.500 años y probablemente nuestros amigos perrunos
vivieron ese cambio que trasformaría la humanidad. Ha sido el cambio más
importante de ambas especies. Así que el perro encontró un nuevo empleo a
nuestro lado y empezó a especializarse en el cuidado del ganado.
Y merece la pena detenerse en esto. El cambio
en el comportamiento perruno fue que espectacular. De acompañarnos en la caza,
nuestro amigo evitó atacar al ganado y a vigilarlo. Gracias a generaciones de
selección de individuos buscando cambios en el comportamiento.
Los pastores fueron los que extendieron el
Neolítico por toda Europa. Esta actividad es muy propicia a la movilidad y a
desplazarse a lugares donde no había agricultores con los que entrar en
conflicto y así llegó a nuestra península ibérica, primero aparecieron los
pastores con sus perros y más tarde nos hicimos agricultores.
Pero aquí ya vivíamos con perros. Hace unos
años apareció en la prensa el hallazgo del enterramiento de un perro en Sado
(Portugal), de ocho mil años de antigüedad. Los que tienen una
mascota pueden entender el cariño para hacerles un homenaje en la eternidad.
Pero no es el único hallazgo perruno de la
prehistoria peninsular, aunque parece que la raza autóctona se sustituyó en el
Neolítico por razas caninas de Oriente.
Durante la prehistoria nos acompañaron los
perros. Los enterramos como a uno más de la familia, trabajamos juntos, les
alimentamos, nos alimentamos de ellos. Incluso participaron en nuestros ritos
religiosos.
Dicen los especialistas que el perro suele
aparecer muchas veces en las tumbas de los humanos, como un ser que nos ha de
guiar en el más allá, y que ha de encontrar el camino hasta el otro mundo. Los
íberos, por ejemplo, creían algo así y se hacían acompañar de sus fieles amigos
en el más allá.
Para terminar nuestra historia canina, solo
decir que los romanos trajeron más razas de perros, entre ellas chuchillos con
tallas pequeñas, animales de compañía, domésticos, de 25 a 30 centímetros de
altura. Aparecen en nuestras ciudades, por ejemplo, Lugo o Astorga.
Con toda seguridad mascotas de compañía y de
lujo en esa cultura de la opulencia.
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