martes, 27 de julio de 2021
Devuèlmela
sábado, 10 de julio de 2021
Gastronomìa peruana, un difusor don Victoriano ( Desde N.Y. USA )
GASTON ACURIO EN MIRAFLORES,LIMA.RESTAURANTE LA MAR |
domingo, 4 de julio de 2021
El poeta y escritor peruano Alberto Hidalgo
ALBERTO HIDALGO LOBATO [iconoclasta]: (* Arequipa, Perú, 23 de mayo de 1897 – Buenos Aires, 12 de noviembre de 1967), poeta y narrador peruano cuya obra, exaltadamente individualista, se cuenta entre los introductores del vanguardismo en la literatura del Perú.
https://www.loc.gov/item/93842841/
https://culturadisidente.wordpress.com/2012/10/19/alberto-hidalgo-lobato-iconoclasta-arequipa-peru-23-de-mayo-de-1897-buenos-aires-12-de-noviembre-de-1967-poeta-y-narrador-peruano-cuya-obra-exaltadamente-individualista-se-cuenta-entre/comment-page-1/La Historia de la Causa Rellena Peruana
En el mes de Julio 2021, conmemorando el Bicentenario de la Independencia Nacional del Perù.
Causa rellena peruana (una de sus tantas presentaciones) |
1934-Ezequiel Arce, su familia y sus papas (Cuzco,Perù). Archivo fotogràfico de Martìn Chambi |
sábado, 3 de julio de 2021
Gohatto (Taboo), film japonès, director Nagisa Oshima (historia año 1865)
Yoshiwara, cultura de Edo, Japòn, siglo XVII
Yoshiwara, barrio rojo y cuna de la cultura de Edo (nippon.com)
Yoshiwara, barrio rojo y cuna de la cultura de Edo
¿Qué imagen albergan nuestros lectores de Yoshiwara? Seguramente les evoque la idea de un lugar con una animada cultura amorosa que inspiró las pinturas de ukiyo-e de Torii Kiyonaga y Kitagawa Utamaro, donde la música de Edo se desarrolló junto al kabuki, una cuna de la moda, un barrio al que los proxenetas se llevaban a las hijas de las familias pobres, un hervidero de explotación sexual… Ninguna de esas imágenes es equivocada, pero todas son impresiones parciales que se centran en una sola de las facetas del barrio. Comprender bien la esencia de Yoshiwara requiere captar el lugar en su totalidad como un “sistema de sistemas” en que múltiples elementos se entretejen intricadamente.
Las oiran, ‘idols’ para los hombres y líderes de la moda femenina
Yoshiwara fue oficialmente designado como barrio rojo por el Bakufu —al igual que Shimabara, en Kioto, o Shinmachi, en Osaka— en 1618. Inicialmente se ubicó cerca de Nihonbashi, pero en 1657 se trasladó a Asakusa. Aunque el barrio original se llamaba Motoyoshiwara y el nuevo se bautizó como Shin’yoshiwara, ambos suelen designarse conjuntamente como Yoshiwara. El barrio solía acoger burdeles corrientes (girō o yūjoya), casas de té (chaya o hikitejaya) que publicitaban dichos establecimientos entre los clientes y prostíbulos de lujo (ageya) a los que la clientela acomodada llevaba a las mujeres para disfrutar de un rato de ocio. Estos últimos locales desaparecieron a mediados del periodo Edo (1751-1764).
La mayoría de las prostitutas eran chicas de familia pobre que trabajaban para devolver un dinero que sus proxenetas habían pagado a los padres por adelantado. Se asignaba a las jóvenes a los clientes de forma aleatoria, ignorando absurdamente su carácter. Aunque todo esto era cierto, centrarnos exclusivamente en esa realidad solo nos permitiría ver una faceta de Yoshiwara. Dado que los valores y la moral cambian con los tiempos, debemos andar con pies de plomo para no incurrir en terribles errores de juicio cuando intentamos comprender el Yoshiwara del periodo Edo desde el prisma de la actualidad.
Una de las medidas que Tokugawa Ieyasu adoptó al hacerse con el Gobierno de Edo fue la inauguración de Motoyoshiwara (actual zona de Nihonbashiningyōchō, en el distrito de Chūō), una iniciativa en la misma línea que la Asociación de Recreo y Ocio creada por el comandante supremo de las Potencias Aliadas tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial(*1). En Edo la población masculina era muchísimo más numerosa que la femenina debido a la cantidad de vasallos de daimyō destinados allí por la política del sankin kōtai (que obligaba a los señores feudales a alternar de residencia anualmente entre el territorio que dominaban y Edo) y la intensa afluencia de hombres que se trasladaban a la capital sin sus familias para trabajar.
Eran pocas las profesiones que las mujeres podían practicar en el periodo Edo, y una de las formas que tenían de ganarse la vida era ejercer de “amantes de pago” o de prostitutas (mekakebōkō o yoshiwarabōkō). Los burdeles grandes disponían de un sistema jerárquico en que las trabajadoras se clasificaban en tres categorías: las kamuro, recién llegadas, las shinzō, aprendices, y las oiran, prostitutas de alto nivel. Las trabajadoras sexuales debían retirarse del sector a los 27 años como norma, tras lo cual podían ser acogidas por familias pudientes de señores feudales o comerciantes.
Cuesta de imaginar qué sentimientos inspiraban las mujeres de compañía de Yoshiwara a los ciudadanos de Edo. Se dice que los cuadros japoneses de prostitutas son las obras del mundo que las representan de una forma más estética. Las pinturas de las oiran despertaban en los hombres el mismo entusiasmo que las idols en las revistas gráficas actuales, mientras que las mujeres se afanaban por imitar sus peinados y atuendos.
Tendencias culturales refinadas que se difundieron desde Yoshiwara
Yoshiwara fue el más emblemático de los barrios rojos japoneses, cuya principal característica es el papel crucial como cunas de la cultura del periodo Edo. La ilustración de abajo representa la influencia cultural de Yoshiwara en distintas disciplinas: kabuki, música cantada, arreglo floral, poesía kyōka, ceremonia del té, moda, pintura ukiyo-e, publicación editorial, festividades, incienso, caligrafía, sumo, etc.
Hasta la Restauración Meiji, los regentes de los grandes burdeles fueron protectores de manifestaciones culturales como la poesía haikai y kyōka, la música cantada o el teatro de marionetas noroma, así como patrocinadores de los actores de kabuki. También ofrecían formación a las prostitutas. Las oiran que atendían a samuráis de altos rangos y comerciantes ricos debían adquirir un nivel elevado en varias disciplinas culturales. Estas profesionales formaban una élite de solo el 2 % de las entre 3.000 y 5.000 prostitutas que se calcula que había en Yoshiwara.
Quisiera exponer un ejemplo de las refinadas interacciones entre las oiran y sus clientes. Sakai Hōitsu (1761-1829), hermano menor del señor del feudo de Himeji, fue un pintor que acogió a la oiran Kagawa de Ōmojiya, en Yoshiwara, y que se dedicaba en cuerpo y alma a la creación artística en la residencia y taller Ugean de Negishi (actual distrito de Taitō). Hōitsu ofrecía el mecenazgo al actor de kabuki Ichikawa Danjūrō VII y, aparte de pintar, también tenía un don para componer haikai y kyōka. El gerente del restaurante Chūshuntei, cerca de Yoshiwara, recopiló en Kandan sūkoku(*2) las ingeniosas conversaciones entre Hōitsu y las prostitutas de lujo. A continuación pueden leer uno de estos intercambios con Ōyodo, oiran del burdel Tsuruya.
Un cliente que frecuentaba la compañía de Ōyodo se enteró de que Hōitsu también visitaba a la joven de vez en cuando y sintió celos de que el pintor pudiera estar manteniendo una relación estrecha con ella. El rumor llegó a oídos de Ōyodo, que escribió “Las lluvias de principios de verano que caen últimamente me traen mala reputación”. La oiran mostró el escrito a Hōitsu, que respondió “Cuando las lluvias de principios de verano enturbian el agua, no dejan ver las carpas aunque las haya”, sugiriendo que entre Ōyodo y él no existía ninguna relación estrecha y que la joven todavía no conocía los secretos del amor. La muchacha añadió “Es duro que esas lluvias me mojen el kimono”, refiriéndose a las falsas acusaciones recibidas (la expresión nureginu, ‘ropa mojada’, significaba ‘sospechas infundadas’). El pintor y la oiran se rieron de la situación brindando con sake en el restaurante de anguila Masuya.
Hōitsu también compuso las letras de las danzas (katōbushi) que se bailaban desde Sakumachō (actual Kanda-Sakumachō) y Uogashi (actual Nihonbashi) en el festival Tenka Matsuri de los santuarios Kanda Myōjin y Sannō Gongen (actual santuario Hie). La música la creó un artista, músico de kabuki y compositor de alto nivel que vivía en Yoshiwara. Este tipo de personajes fueron también los que convirtieron en refinadas nagauta las canciones de trabajo y las canciones cómicas que habían llegado a Edo con los trabajadores trasladados a la capital.
Como hemos visto arriba, Yoshiwara era un lugar de intercambio social y una cuna de la cultura de Edo.
La ordenanza de liberación de todas las geisha y prostitutas, una revolución cultural
La obra Kandan sūkoku habla de Wakamatsuya Tōemon, un regente de burdel que trataba con consideración a las prostitutas en la era Bunka (1804-1818) y Bunsei (1818-1830).
Cada vez que una prostituta salía a Nakanochō (calle principal de Yoshiwara), Tōemon la saludaba y hacía sonar una campanilla. El ritual se repetía incluso cuando la mujer regresaba sin haber captado a ningún cliente. Cuando el administrador de caja informaba de que las ventas habían ascendido a los 3 ryō, el establecimiento cerraba la jornada aunque quedasen trabajadoras disponibles para prestar sus servicios en el harimise (estancia con rejas donde se presentaba a las chicas). Tōemon consideraba que 3 ryō eran suficientes para mantener el negocio a flote y tomaba esta medida para no extenuar a las trabajadoras. La hora límite de cierre eran las 10 de la noche, se alcanzasen o no los mencionados 3 ryō. El vestuario se encargaba a la tienda Okadaya, al precio más bajo posible para que las chicas no tuvieran que endeudarse para costearlos.
Cuando se producían incendios y las prostitutas tenían que refugiarse en el templo Daion-ji, Uemon, el padre de Tōemon, las dejaba entrar en casa y les ofrecía té y agua.
No se aplicaba el castigo físico para someter a las prostitutas rebeldes; si no seguían las órdenes, bastaba con amenazarlas con trasladarlas a otro establecimiento para que enmendasen su conducta. Si sus padres necesitaban dinero, se les prestaba y ellas lo devolvían poco a poco. A veces parte de la deuda contraída de este modo quedaba sin saldarse, ya que el contrato de servicio de las mujeres no se alargaba más allá de lo convenido inicialmente.
Está claro que el trato a las prostitutas dependía del tamaño y la clasificación del establecimiento, y que había donde se las explotaba y se las castigaba a latigazos, pero es igualmente cierto que existían locales como Wakamatsuya, donde los regentes de dos generaciones les brindaban un trato más amable.
La puesta en vigor de la ordenanza de liberación de todas las geishas y prostitutas en 1872 supuso una revolución cultural para Yoshiwara. Ante la abolición de la prostitución pública, la prohibición del tráfico de personas, la limitación de los contratos de servicio y la condonación de las deudas, una veintena de grandes establecimientos tuvieron que cerrar sus puertas para siempre. Se cree que los proxenetas que contrataban a las prostitutas mediante un préstamo inicial iban escasos de capital. Aunque la versión oficial sostiene que Yoshiwara siguió funcionando por la libre voluntad de las prostitutas, se perdieron las severas costumbres q del periodo Edo ya que entraron muchos negocios pequeños y resultó imposible mantener el nivel cultural de antaño. Esto marcó el inicio de la explotación en Yoshiwara, tanto para los clientes como para las trabajadoras.
En el apogeo de la era Meiji, la música que versaba sobre Yoshiwara se abandonó por considerarse inadecuada para la modernización. La Ley Antiprostitución aprobada en 1957 asestó la estocada final a la cultura Edo de Yoshiwara, que fue desapareciendo paulatinamente. Por eso la versión del barrio que permanece en la actualidad es la de un lugar desconocido del que nadie nos ha contado nada, olvidado y repudiado.
El Yoshiwara del periodo Edo ha experimentado una transformación total en estos dos siglos y medio. A partir de la era Meiji, además de las políticas y las condiciones sociales, cambiaron radicalmente el modo de gestión de la prostitución, la posición y el trato de las prostitutas y la vertiente cultural del barrio. Hoy en día solo nos quedan referencias como la película Yoshiwara enjō, que refleja la imagen libertina del lugar a finales del periodo Meiji, mientras que corrientes culturales refinadas como las que disfrutó el pintor Hōitsu o prostíbulos de talante más benévolo como el Wakamatsuya han caído en el olvido. La cultura de Edo, propia de Japón, no puede comprenderse en toda su profundidad sin Yoshiwara. Urge reevaluar globalmente el barrio para poder legar su verdadera esencia a las siguientes generaciones y al resto del mundo.
El inagotable cariño de los japoneses por las máquinas expendedoras
La época de la famosa Guten Burger
Nomura Makoto, bloguero y entusiasta de las máquinas expendedoras, sintió nacer su amor por este tipo de aparato cuando tenía diecisiete años. En aquella época iba a la escuela en bicicleta desde Sōka, en la prefectura de Saitama, hasta un instituto de Tokio, pero tenía curiosidad por un local de videojuegos abierto las 24 horas, a un lado de la circunvalación 7. Desde fuera no mostraba un ambiente demasiado acogedor, pero un buen día la curiosidad pudo con él y entró. Lo que más le sorprendió fue la zona para comer. En ella se alineaban varias máquinas expendedoras con productos como tostadas, hamburguesas, sopas de miso, ramen o hielo raspado. La variedad lo llenó de emoción, y desde ese momento quedó fascinado por las máquinas expendedoras.
Así comenzó su exploración por el mundo de las máquinas expendedoras. De especial interés le resultaron las máquinas expendedoras de hamburguesas. En 1971 se abrió el primer local de McDonald’s en los grandes almacenes de Mitsukoshi, en Ginza, y también por esa época aparecieron las primeras máquinas expendedoras de hamburguesas. A principios de los noventa, cuando Nomura era estudiante de instituto, se empezaron a instalar por toda la ciudad. “Eran todo líquido, nada sabrosas en comparación con las del Mac”, dice, pero aun así sentía más familiaridad con las hamburguesas de las máquinas. Especialmente impresionante le pareció la llamada Guten Burger. Cuando se lanzó el producto, a principios de la década de los setenta, la marca se llamaba McBurger, pero una demanda por parte de la sede de McDonald’s en Japón les obligó a cambiar el nombre. Hasta que la empresa discontinuó el producto, en 2002, se preciaba de contar con el mayor reconocimiento del país en máquinas expendedoras de hamburguesas.
El espíritu de servicio propio de Japón
Nomura empezó su blog en 1998, cuando tenía veinticuatro años: “Visité un lugar en Isesaki, en la prefectura de Gunma, sobre el que me habían dicho que había muchas máquinas expendedoras antiguas. El local, sin dependiente alguno, se llamaba Yamada Shōten; en su interior se alineaban docenas de máquinas expendedoras retro. Yo tenía mucho interés por difundir el atractivo de las máquinas expendedoras, así que empecé a bloguear bajo el nombre de Yamadaya (“la tienda de Yamada”), en honor a ese lugar. El número de visitas aumentó mucho cuando escribí sobre la lástima que me provocaba que la venta de Guten Burger se hubiera suspendido. Yamada Shōten había desaparecido como negocio muchos años antes, pero el blog en su honor lleva ya más de veinte años en la red”.
¿Qué resulta tan atractivo de este tipo de máquinas para un aficionado?
“Comprar en una máquina expendedora es un entretenimiento en sí mismo. La anticipación por el producto que va a salir excita al cliente. Por supuesto, puede resultar también decepcionante. La sopa del udon o la soba (tipos de fideos) quizá sea un poco sosa, o las tostadas estén quemadas... Hoy en día hay videos que muestran el interior de las máquinas expendedoras, de modo que podemos saber lo que está pasando dentro; pero aun así creo que esa emoción de ver aparecer la comida en la ranura de salida no ha desaparecido”.
A Nomura le gusta también ese espíritu de servicio de las máquinas expendedoras, exclusivo de Japón. “Por ejemplo, podemos elegir bebidas frías y calientes en una misma máquina. Me han dicho que no hay máquinas expendedoras de bebidas calientes en el extranjero... Una de las que más me impresionó fue una máquina de arroz con curry que probé en la ciudad de Kashima, en la prefectura de Ibaraki. Se podía elegir entre dulce y picante, y el arroz salía servido en el plato con gran precisión. Actualmente ya no hay en funcionamiento ese tipo de máquinas expendedoras de arroz con curry”.
El mantenimiento de la máquina da vida al sabor del producto
Cuando una máquina expendedora retro se estropea, en muchos casos termina sin más en la basura.
Según Nomura, Fuji Electric Co. y Sanden eran las principales fabricantes de máquinas expendedoras de alimentos en la era Shōwa; otras empresas de importancia que habían entrado también en el mercado eran, por ejemplo, Kawatetsu Keiryōki (actualmente JFE Advantech; especializada en el momento en máquinas expendedoras de fideos y curry), Hoshizaki (hamburguesas) y Sharp (fideos, máquinas expendedoras en general).
“Fuji sigue siendo el principal fabricante de máquinas expendedoras, pero se centra en las bebidas. Todos los demás se han retirado del mercado. Como los fabricantes han dejado de realizar el mantenimiento, las máquinas expendedoras retro que siguen en funcionamiento en la actualidad lo hacen gracias a los ‘esfuerzos administrativos’ de cada tienda. En caso de avería deben adquirir piezas de máquinas desechadas o fabrican sus propias piezas”.
Las máquinas expendedoras pueden ser instaladas por los fabricantes de bebidas bajo contrato con el propietario de un terreno o por una tienda, de modo individual. En el segundo caso, “las personas de la tienda son responsables de todo, desde la compra hasta el reabastecimiento y la limpieza del cubo de basura correspondiente. Además, las máquinas expendedoras que cocinan los productos con horno microondas incorporado se tratan como si fueran restaurantes, y deben cumplir con los estándares de instalación estipulados por la Ley de Higiene Alimentaria.
“Las máquinas expendedoras que sobreviven exigen un gran esfuerzo por parte de los propietarios para mantenerlas. Anteriormente había especialistas en su reparación, independientes del fabricante, pero son ya personas mayores, casi todas jubiladas. Para mantener el buen sabor de los productos de una máquina expendedora, es vital realizar su mantenimiento. Las máquinas expendedoras que reciben un mantenimiento exhaustivo son capaces de ofrecer udon, soba y hamburguesas deliciosas. Incluso aunque se trate del mismo tipo de máquina expendedora, el sabor cambia por completo según la ubicación”.
Las máquinas retro, vivas gracias a la pasión de unos pocos
Hanawa Norihiro, propietario de una tienda de alimentos en Biei, Hokkaidō, se hizo cargo de una vieja máquina expendedora de fideos de Fuji para revivir ese tipo de oferta de fideos, que había desaparecido ya de la isla. Hanawa planea comenzar a vender tempura udon y tempura soba para fin de año, una vez consiga los costos de instalación mediante crowdfunding. Fue Saitō Tatsuhiro, presidente del Mercado de Neumáticos Usados de Sagamihara, en la prefectura de Kanagawa, quien viajó hasta Hokkaidō para reparar la máquina expendedora averiada de Hanawa.
En 2016 Saitō instaló una vieja máquina expendedora, que él mismo había reparado, en el Mercado de Neumáticos Usados. En la actualidad existen solo 95 unidades en funcionamiento, lo cual la convierte en un “santuario” que visitan numerosos entusiastas de las máquinas expendedoras retro.
“Desde un principio me gustaban las máquinas expendedoras viejas y las coleccionaba sin parar. Tienen colores llamativos y un aspecto divertido. Finalmente quise ponerlas de nuevo en funcionamiento, y comencé a repararlas yo mismo”, dice Saitō. “Abrí mi rincón de máquinas expendedoras porque quería proporcionar un lugar en el que los clientes descansaran mientras esperaban su cambio de neumáticos. Hoy en día tenemos casi todas las máquinas expendedoras típicas de la era Shōwa”.
“Subcontrato las hamburguesas a una empresa local de alimentos, pero somos nosotros mismos -el personal del local y yo- quienes hacemos todo el proceso de cocción y reposición de fideos, tostadas, bentō, etc. Reviso las máquinas a diario y hago las reparaciones necesarias. Hoy día viene más gente a visitar el rincón de las máquinas que a cambiar sus neumáticos. Creo que en un fin de semana normal vendrán cerca de mil personas. Hay muchas familias, y los niños se ponen muy contentos con la máquina de hielo raspado. También hay una máquina expendedora de omikuji (papeles con la fortuna del cliente, elegida de forma aleatoria). Creo que todos los que vienen compran su omikuji en ella”.
El sueño de Saitō es viajar por todo el país reparando y devolviendo la vida a las máquinas expendedoras rotas. “Creo que hay muchas máquinas retro que todavía pueden funcionar si las reparas. Quiero arreglarlas tanto como sea capaz para que sigan funcionando durante el mayor tiempo posible”.
Diversificarse o morir
Después de alcanzar un máximo de 5,6 millones de unidades en 2000, la cantidad de máquinas expendedoras instaladas en el país ha disminuido sin parar hasta los 4,04 millones, a finales de 2020. Los principales factores son la fuerte disminución que se ha producido con las máquinas expendedoras de alcohol y de cigarrillos al aire libre, y el aumento de las tiendas de veinticuatro horas. Además, después del Gran Terremoto del Este de Japón, el entonces gobernador de Tokio, Ishihara Shintarō, dijo que los ciudadanos debían aprender a vivir sin tantas máquinas expendedoras, que usan mucha electricidad, lo cual supuso una bofetada al ramo. “Antes del terremoto, la industria de las máquinas expendedoras ya estaba haciendo esfuerzos por ahorrar energía, así que me enfadó escuchar que estaban desperdiciando electricidad”, recuerda Nomura.
Aprovechando la experiencia del terremoto, los principales fabricantes de bebidas han comenzado a centrarse en las llamadas “máquinas expendedoras de respuesta a desastres”. En caso de un corte de energía debido a un desastre natural o emergencia similar, es posible suministrar la energía necesaria a la máquina expendedora con una simple operación y proporcionar bebidas a las víctimas de forma gratuita. Además se están desarrollando, y serán instalados, diversos tipos de máquinas expendedoras de “contribución social”, de cuyas ventas una parte se donará a organizaciones de beneficencia, o con funciones de vigilancia por medio de cámaras de seguridad incorporadas. Entre esas iniciativas también se encuentra la de Itoen, que ha registrado el llamado Pokestop, donde podremos obtener las herramientas necesarias para capturar ciertos Pokémon, al vincular nuestra cuenta de Pokémon GO!, y “gimnasios” donde podremos enfrentar nuestros Pokémon a los de otros jugadores; el número de máquinas de ese tipo, preparadas para desastres, se ha cuadruplicado en comparación con las existentes en 2011. Desde abril se está procediendo a la instalación de máquinas expendedoras con diseños de Pokémon por parte de cada Gobierno local.
Aunque ya ha pasado el apogeo de las máquinas expendedoras, cada día cruza todo tipo de información sobre nuevos modelos por las redes sociales. Hay también “máquinas expendedoras raras” que manejan todo tipo de productos, desde muestras de alimentos, estatuas de Buda, insectos comestibles e incluso drones. “También puedes comprar anillos de boda en las máquinas expendedoras”, dice Nomura. “Hay una instalada por una joyería de Sendagaya. Parece que lo hicieron para que se pueda proponer matrimonio las veinticuatro horas del día”. Con el coronavirus han aparecido también máquinas expendedoras de máscaras refrescantes, y de kits de pruebas PCR.
Algunas de las máquinas expendedoras para comprar especialidades locales que gozan de gran popularidad son las máquinas de la Terminal 2 del aeropuerto de Haneda, donde se pueden comprar productos especiales de siete prefecturas, como alimentos procesados de calamar luciérnaga de la prefectura de Toyama, pero otras se pueden descubrir a veces en lugares inesperados. “Hace poco encontré una máquina expendedora de ‘Selección gourmet de Hokkaidō’ en la ciudad de Kawaguchi, mientras conducía. Hay una amplia selección de artículos, desde mermelada de melón hasta queso Camembert y vieiras saladas”, dice Nomura.
Inventos nacidos de la crisis del coronavirus
Las máquinas expendedoras se enfrentan a un nuevo punto de inflexión debido a la pandemia. Las ventas de máquinas expendedoras instaladas en puntos turísticos, estaciones de tren y oficinas están disminuyendo, aunque se están produciendo movimientos notables para innovar, centrándose en las ventajas del ahorro de espacio y el hecho de no necesitar dependientes.
En la industria del ramen han aparecido máquinas expendedoras de fideos congelado que permiten disfrutar del sabor del ramen de locales populares, incluidos algunos que figuran en la lista Michelin. Se dice que un popular restaurante italiano de cierta región instaló una máquina con uno de sus aderezos originales, y una hamburguesería muy popular hizo lo propio con una máquina expendedora de hamburguesas refrigeradas. Son intentos de evitar las aglomeraciones dentro de los locales, y disfrutar del sabor de la tienda en la propia casa.
En diciembre de 2020, la empresa de cultivo de ostras Farm Suzuki de Hiroshima instaló una máquina expendedora de ostras fritas en Toranomon Hills, Tokio. El producto va congelado, para poder adquirirlo como recuerdo, o calentarlo en el microondas de las instalaciones y comerlo caliente en el espacio proporcionado para comer.
Nichirei, una importante empresa de productos congelados, ha comenzado un experimento de prueba para el que instala máquinas expendedoras de almuerzos congelados en diversas oficinas, en colaboración con NTT West. Las empresas tienen previsto vender a negocios en los que se ha eliminado la cafetería para empleados debido al aumento del teletrabajo, durante la pandemia.
El uso de la inteligencia artificial en este campo también está avanzando. JR East Water Business inició en mayo de 2021 otra serie de pruebas de demostración de máquinas expendedoras de bebidas multifunción con AI en las estaciones de Shinjuku, Ueno, Tokio, Shinagawa y Akihabara. Con ellas el cliente puede disfrutar de juegos de piedra, papel o tijeras y de adivinación con Sakura-san, el personaje de IA que aparece en el panel táctil. Dependiendo del resultado, se muestran los productos recomendados, o se pueden recibir diversos cupones de regalo.
“Creo que este tipo de máquinas está evolucionando y no está lejos la era de las máquinas expendedoras móviles”, dice Nomura. “Será posible, por ejemplo, que la máquina se mueva de forma independiente, reponga los productos por su cuenta y regrese a su posición original. Quizá no pase mucho tiempo antes de que aparezca una máquina expendedora robot, que deambule por la ciudad”.
Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: máquinas expendedoras de Bon Curry Rice, cargada de nostalgia por la generación Shōwa (derecha) y de Selección gourmet de Hokkaidō, (la imagen del encabezado y las fotos del texto son cortesía de Nomura Makoto, salvo por aquellas en las que se indica la fuente)