miércoles, 16 de enero de 2013

Palma y los soldados indios


Ricardo Palma y los soldados indios



            Don Ricardo Palma fue un acérrimo pierolista.  Cuando el caudillo dictador tuvo que huir de Lima y retirarse a la sierra, el célebre tradicionalista le escribió en forma continua, dándole informe de cómo se desarrollaban los acontecimientos políticos en la capital y emitiendo su opinión con relación a muchos  asuntos.

            Estas cartas han sido editadas en una interesante obra denominada “Cartas a Piérola”.   La primera enviada cuando el fugitivo se encontraba en Jauja, tiene fecha 8 de febrero y en ella busca de encontrar los motivos de las derrotas de San Juan y Miraflores, en la forma que sigue:

            “En mi concepto, la causa principal del gran desastre del 13, está en que la mayoría en el Perú la forma una raza  abyecta y degradada, que Ud. quiso dignificar y ennoblecer.  El indio no tiene el sentido de la Patria; es enemigo nato del blanco y del hombre de la costa; y señor por señor, tanto le da ser chileno como turco.  Así me explico que batallones enteros hubieran arrojado sus armas en San Juan sin quemar una cápsula.  Educar al indio, inspirarle patriotismo, será obra no de las instituciones sino de los tiempos”.

            “Por otra parte, los antecedentes históricos nos dicen con sobrada elocuencia  que el indio es orgánicamente cobarde.  Bastaron 172 aventureros españoles para capturar a Atahualpa que iba  escoltado  por cincuenta mil hombres y realizar la conquista de un imperio, cuyos habitantes se contaban por millones.  Aunque nos duela declararlo hay que convenir en que la raza araucana fue más viril, pues resistió con tenacidad a la conquista”.

            Estas duras palabras del escritor tienen gran similitud con las vertidas por el oficial del Estado Mayor de Chile, capitán  Augusto Orrego Cortés que el  10 de julio de 1880 publicaba en “El Eco” de Tacna un artículo, defendiendo el comportamiento del comandante More (de la “Independencia”), del teniente coronel Ladislao Espinar y del ingeniero Elmore el capturado antes de la batalla de Arica.

            Dice Orrego: “Enseguida le toca el turno a Montero.   La derrota de Tacna necesitaba una víctima y los peruanos la eligen en este jefe valeroso, que todo podrá ser menos  cobarde.  No se quiere comprender aquí, que el secreto de nuestros triunfos está en la superioridad física y moral de nuestros soldados, sobre el tímido indio abyecto, y por más que los oficiales peruanos se batan en primera  línea, no podrán compensar jamás la ventaja a que me refiero.  Mientras tanto queda sentado que somos los enemigos los que nos tomamos la tarea de hacer justicia a nuestros propios adversarios, lo que confieso me será siempre grato, cuando se trate de defender, junto con la verdad, el honor de caballeros y de hombres buenos”.

            Piérola se había declarado protector de la raza indígena por Decreto del 22 de mayo de 1880, y tal título lo había hecho imprimir en todos los documentos que expedía en forma oficial.

            Bien pronto las expresiones de Ricardo Palma iban a quedar desmentidas, cuando el general Cáceres iniciara con soldados indios la  gloriosa Campaña de la Breña.



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