martes, 22 de abril de 2014

Mariano Melgarejo de Bolivia


LA AMANTE DE MELGAREJO

Orgias, besos en el trasero y fatalidad


Esta última faceta es la que se deseo compartir en este espacio; no obstante,  para entrar en materia es necesario saber ¿Quién era este místico personaje?

Mariano Melgarejo Valencia nació en Tarata, capital de la provincia Esteban Arce del departamento cochabambino. Era un  13 de abril del año 1820 en pleno domingo de pascua, de ahí él decía que: “Dios lo había escogido para ser justo, cuando él resucitaba”.   Hijo de don Justo valencia e Ignacia Melgarejo, no fue reconocido por su padre, es por eso que utilizó Melgarejo como apellido paterno.

Muy joven, Mariano se alistó  al Ejército como soldado raso y con el tiempo se destacó por su carácter  brioso y temerario; fue así que lo ascendieron a Sargento Primero y después de una sublevación llamada la “Revolución de los Sargentos”  se le condenó a la pena de muerte por fusilamiento; entonces un grupo de damas cochabambinas imploraron al General Isidoro Belzu  por la vida del tarateño, a lo que el general aceptó diciendo: “algún día se arrepentirán de esta acción”, paradójicamente años después, Melgarejó  mató a Belzu.

En diciembre de 1864 se hizo presidente con un golpe de Estado a José María  Achá. Ya en ese entonces Melgarejo fue conocido como “El hombre de moda” , alto, robusto, conquistador galante y apasionado; enamoraba con Doña Gertrudis Antezana , esposa del presidente Achá.

Tras ser descubierto este amorío clandestino, se despertaron una serie de escándalos en la alta sociedad boliviana, que rápidamente dirigió su mirada con dirección al trío de presuntos implicados. No obstante, esta situación no le importó mucho a Melgarejo, pues estaba acostumbrado a todo tipo de festines, jolgorios y orgias con cuanta mujer podía tomar.

Se sabe que él hacía regalos especiales e incluso mandaba a importar todo tipo de presentes y alhajas desde Paris, esto como muestra de agradecimiento por las atenciones recibidas de las féminas conquistadas.
Melgarejo se jactaba excesivamente de poeta romancero y enamorado conquistador, ya que gustaba mucho el cortejar a toda mujer en edad de enamoramiento; aunque las damas y gente conocedora lo calificaban de fanfarrón carente de facultades poéticas.

Sin embargo su autoridad como ebrio no la discutía nadie. Tomaba a cualquier hora del día o la noche y en su estado etílico era totalmente impulsivo a cualquier situación. Una mañana, aun en total embriagues,  se dispuso a realizar prácticas militares con su tropa, pero el día estaba sumamente lluvioso, a lo que se indignó echando el siguiente grito de guerra:“¡Soldados de la patria, Dios reconoce nuestro valor y nuestra entrega a la Revolución de Diciembre! Que el humo de nuestras armas, disipe esta tormenta, como reconocimiento a nuestro valor y patriotismo! ¡DISPAREN A LAS NUBES!”

Culminada la balacera, increíblemente dejó de llover y el cielo se limpió de nubes dejando salir al sol. Este tipo de situaciones casuales o casi ficticias le valieron  la lealtad de sus soldados y la admiración de algunas  mujeres que lo calificaban de “influyente, brioso, imponente y sagaz”

Estando en una de sus tantísimas borracheras presidenciales en palacio de gobierno, aconteció un suceso que cambiaría por completo la vida de aquel “galán conquistador”.

 Ingresó a su despacho una joven adolescente con apenas 18 años de edad, perteneciente a una de las familias aristocráticas y honorables de la alta sociedad boliviana en aquél entonces; un problema familiar embargaba a la jovencita y sólo Melgarejo “amo y señor de Bolivia” podía enmendar esa fatal dificultad.

La inexperta adolescente se llamaba Juana Sánchez Campos, y había acudido con el General Melgarejo para rogar por la vida de su hermano José Aurelio Sánchez Campos, que se encontraba preso y con sentencia de muerte por actos de rebeldía.  Mariano, como nunca antes en su vida, quedó total y perdidamente enamorado de la dama, fue así que inmediatamente aceptó la petición de Juana; es más, no sólo se le perdonaría la vida al Capitán Aurelio Sánchez, sino, se le ascendería y sin perder más tiempo al grado de Coronel. Además se le otorgaría un puesto como ministro en el Gobierno de Melgarejo.

El Presidente quedó tan encandilado con la “belleza violenta, casi animal” de aquella mujer, que inmediatamente perdió la cabeza por ella; “Juana tenía la hermosura sutil de una mariposa, mirada penetrante, figura cautivadora, su simpatía y carisma eran únicos”,  por su parte Juana también quedó prendada del  misticismo que envolvía al presidente;  alto, de configurada estatura, fornido, con una  barba larga y espesa que le daban un aire varonil,  sombrío e intenso.

Ambos quedaron hechizados y esa misma noche Melgarejo la hizo su concubina. Juana no regresó a su casa hasta pasados tres días, la pasión de estos amantes había sido más fuerte que cualquier pena de muerte.
Solucionado el problema del flamante Coronel Sánchez, Juana se quedó en palacio como compañera y mujer de Melgarejo; ella se había convertido en el motivo principal de su vida.

Pasó el tiempo y Mariano continuó con su ritmo gubernamental entre juergas u orgias, pero esta vez acompañado de su leal amante quien se había adaptado al estilo de vida melgarejista, pues bebía ingentes cantidades de cerveza o brandy.

Juana acaparaba la atención de todos los invitados; hasta se paseaba desnuda en palacio frente a todos los asistentes. Todo esto ante la fascinada mirada de Melgarejo que aplaudía el atrevimiento de la joven desnudista.
 “Incluso participaba de la juerga “Olofernes” el caballo favorito del Presidente, a quien su amo, con infinita paciencia, había enseñado a beber hasta embriagarse de la manera más aparatosa. Mientras los convidados bebían y le entraban a dentelladas al condumio en medio de estrepitosos regüeldos, Olofernes, en un ángulo del salón, agotaba toneles de cerveza en un abrevadero especial que los edecanes de Su Excelencia habían aparejado para el dichoso corcel. Tumbados por la gula y la embriaguez, la gran diversión del Mandatario Supremo era dar una orden a Olofernes que, ya beodo y henchido por los copiosos diuréticos, avanzaba hacia los caídos en el báquico zafarrancho y los hisopeaba con potentes y cálidas micciones. Luego de generar estos inusitados aguaceros, Olofernes se ovillaba mansamente y dormía la mona junto con sus ensopados compañeros de juerga.”

Regresando al “loco” amorío de Melgarejo y Juana, el 29 de noviembre de 1868 se firmó una normativa en la cual se señalaba que los constituyentes, como ritual de iniciación o bienvenida, tenían que besar las nalgas desnudas de Juana Sánchez para asumir su cargo.

Entre esa pareja de amantes, cualquier cosa podía pasar; la población boliviana ya no se sorprendía con ninguna noticia proveniente de estos dos tórtolos que habían aprendido a disfrutar de la sexualidad y libertad descubierta por ellos mismos.

Entre todo aquello, el Presidente continuaba su mandato encabezando campañas de represión a los distintos sectores que se sublevaban en contra de su gobierno, esto le obligaba el ausentarse del palacio por semanas, situación que empezó a cansar a la joven Juana en quien empezó a enfriarse el amor por Melgarejo. Es más, sofocada por los extraños gustos eróticos de Mariano, pronto terminó aborreciendo al dictador tarateño.

Por otra parte, la dama comenzó a sobrellevar lo anteriormente mencionado ya que la familia de esta, por la relación familiar existente, tenía acceso libre a las arcas del gobierno y rápidamente se hicieron de riquezas económicas inimaginables.

Los Sánchez terminaron haciéndose ricos y poderosos; por eso Juana ahora debía soportar los caprichos y majaderías del General, pues ella era la única que podía calmarlo en sus días de locura y borrachera, incluso mucha gente fue condonada en sus deudas, liberada de acusaciones y hasta salvó su vida por la intermediación de la amante del Presidente.

Hasta el Coronel José Aurelio Sánchez escapó de la pena de muerte por segunda vez gracias a la influencia de su hermana; resulta que el cuñado de Melgarejo violó la frontera brasilera invadiendo armado a este país, esto al perseguir a unos fugitivos, tal hecho causó molestia en los brasileros quienes demandaron respuesta y disculpas del presidente boliviano.
El tarateño hizo llamar a su cuñado, lo condenó a muerte y antes de ejecutarlo; le mandó a escribir una carta de recomendación de parte de Melgarejo dirigida a Dios,  esta misiva le serviría para que Jesucristo lo reciba en su reino por influencia del General  y presidente de Bolivia. Aurelio imploró por su vida, al igual que Juana; y ante los encantos de su concubina, Mariano se ablandó y canceló otra vez la condena de muerte del cuñado.

Poco a poco la relación de Melgarejo con la familia Sánchez también se fue enfriando, especialmente por el estilo de vida que llevaba el General; ordenaba “locuras”, protagonizaba actos bochornosos, revertió las tierras de los campesinos; en fin se ganó el repudio de los bolivianos.

En ese entendido, el Gobierno melgarejista se fue desgastando, innumerables levantamientos subversivos se protagonizaron en el país, especialmente en La Paz; situaciones que demandaban las acciones coercitivas del primer mandatario, quien arremetía violentamente contra los rebeldes al extremo de abrir puertas a cañonazos para apresar a  los cabecillas de aquellos movimientos.

Mientras él buscaba remediar tantos levantamientos armados en su contra, había dejado de lado las tantas atenciones a su amada Juana, quien hasta entonces terminó por odiarlo y decidió huir al Perú junto a toda su familia.

Al enterarse de esto, Melgarejo no tuvo más fuerza moral para continuar con su campaña de sosegar a los sediciosos, inmediatamente ingresó en un estado de crisis depresiva y en fecha 15 de enero de 1871 finalmente fue vencido tras una batalla sangrienta encabezada por Agustín Morales.

Sólo y carente de amor, decidió exiliarse a Chile; no obstante al enterarse del paradero de su amada, cambió su rumbo y se dirigió a Lima. Allá anduvo por meses, solo, olvidado, demacrado y pobre, mendigando el amor de Juana, quien lo rechazaba constantemente y nada quería saber de aquel acabado hombre.

Muchos fueron los intentos de Melgarejo para regresar con la señorita Sánchez, el hombre enloqueció de amor, no podía vivir sin ella a su lado. Sin embargo, las insistencias del ex presidente llenaron la paciencia de Juana y su familia quienes reiteradamente dieron negativa al General.

Una mañana de noviembre  de 1872 Mariano se dispuso a suplicar nuevamente el amor de la dama, entonces se dirigió a la casa de los Sánchez.



Cansado de pedirle al tarateño que deje de insistirle a su hermana, abrió la puerta el Coronel  Aurelio Sánchez y violentamente descargó el tambor de su revólver sobre el decaído y maltrecho cuerpo de Melgarejo.

El amor no entinte ninguna poderosa razón, el amor embriaga, enloquece y hasta mata. Llega cuando menos se lo espera, a veces dura y otras no; pero siempre deja su huella en el corazón de quien se ha enamorado, es un sentimiento que nos hace más nobles y humanos.


De ahí que hasta el temible Melgarejo sucumbió ante el amor.
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Encontrado en las notas de: Un tal Marlon Rocha
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Bueno Compartan el Blog con sus Amigos, Amigas y todos gracias a ustedes esto crece y eso me anima a publicar más seguido.
Att: Cochabandido


http://cochabandido.blogspot.com/2013/08/la-amante-de-melgarejo-presidente-de.html

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