miércoles, 15 de febrero de 2012

L.A.Sànchez y Gonzàles Prada


Manuel Gonzàles Prada

Video Manuel Gonzàles Prada por Luis Alberto Sànchez

El hombre y el revolucionario frente a la muerte

Las circunstancias de la vida de Manuel González Prada 1 le movieron a
escribir sobre la cuestión de la muerte cuando también se comprometía en el debate político-literario nacional. Esta coincidencia parece haber determinado una doble orientación en su pensamiento: la íntima y la pública, dramática la primera y alentadora la segunda. Ambas se encuentran mezcladas y ofrecen una imagen algo turbia de la muerte en su obra, dificultando la percepción de su coherencia.
El “sentimiento trágico de la vida” encuentra su primera expresión ensayística
en un breve discurso pronunciado en 1888 en el entierro de Luis Márquez, un amigo del autor. Inmediatamente, el texto tiende a apartarse de la tradición romántica, quedramatiza la muerte del ser querido expresando el dolor con emotividad exacerbada.
Gonzàles Prada muestra una voluntad de no compadecerse y asume una actitud
egocéntrica al considerar que la muerte ajena remite a la ineludible muerte propia.
Incluso la presenta como una liberación:

“No vengo a derramar públicas lágrimas por el hombre libertado ya del horror de pensar y del oprobio de vivir [...], doy el último adiós al poeta, nada más. [...] Al acompañar hasta la última morada los restos de un hombre idolatrado, pensamos enterrar a otro, y nos enterramos a nosotros mismos.”2

Según él, la vida no es sino un largo sufrimiento al que nos agarramos
desesperadamente antes de sucumbir 3. La razón no permite apaciguar las
angustias, quedándose las preguntas en medio de las dudas. En un mundo
incomprensible, sin un Dios que recompense al bueno y castigue al malo, el hombre
tiene que aceptar el orden natural y aprender a resignarse:

“Pasaron siglos de siglos, pasarán nuevos siglos de siglos, y los hombres quedaremos
siempre mudos y aterrados ante el secreto inviolable de la cuna y del sepulcro.
¡Filosofías! ¡Religiones! ¡Sondas arrojadas a profundizar lo insondable! ¡Torres de Babel  levantadas para ascender a lo inaccesible! Al hombre, a este puñado de polvo que la casualidad reúne y la casualidad dispersa, no le quedan más que dos verdades: la pesadilla amarga de la existencia y el hecho brutal de la muerte.”
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1 En menos de tres años, entre 1887 y 1890, fallecieron la madre y la hermana del escritor, así como 
sus dos primeros hijos legítimos. V. Luis Alberto Sánchez, Nuestras vidas son los ríos... (historia y  leyenda de los González Prada), Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1977, 405 p.
2 “Discurso en el entierro de Luis Márquez”, Páginas libres en Manuel González Prada, Páginas libres, Horas de lucha, pról. y notas de Luis Alberto Sánchez, [Caracas], Biblioteca Ayacucho, 1976, p. 34.
3 En el poemario Minúsculas, hay un triolet que dice “Aborrecemos esta vida,/ Mas no quisiéramos morir.”, en M. González Prada, Obras, tomo III, vol. 5, pról. y notas de Luis Alberto Sánchez, Lima, Ed. COPÉ-PETROPERÚ, 1988, p. 211. 






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