miércoles, 28 de diciembre de 2011

Arreglo de la cuestion de Tacna y Arica


El plebiscito estableció en el tratado de Ancón para determinar la soberanía definitiva de Tacna y Arica, no se realizó una vez vencido el plazo de diez años porque ambos países no llegaron a acuerdo sobre la manera de efectuarlo. A partir de ese momento, Chile comenzó a realizar una política de chilenización en ambas provincias, invirtiendo fuertes sumas en obras de sanidad y ornato, construyendo cuarteles, escuelas y muelles y fomentando la instrucción pública; pero mientras Arica prosperó rápidamente bajo la influencia chilena, Tacna siguió apegada a su tradición peruana. Durante el gobierno de Montt, el asunto tomó caracteres de gravedad debido a dos incidentes de importancia: la expulsión de los curas peruanos de Tacna, que mantenían vivo el sentimiento nacional peruano, y el llamado asunto de la corona, que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas (1909). Años más tarde, se produjo el retiro de los cónsules de ambos países quedando cortadas las relaciones comerciales. En este estado se hallaba el problema de Tacna y Arica cuando asumió el gobierno Alessandri, quien “inició luego lo que se llamó ofensiva diplomática”, por medio de la cual se invitó al gobierno de Perú a emprender una negociación directa que permitiera definir de una vez la nacionalidad de aquellos territorios”. Aceptada la proposición por el gobierno de Lima, y patrocinada por el gabinete de Washington, las negociaciones se radicaron en 1922 en esa ciudad, presididas por el secretario de Estado Mr. Hughes. “La negociación de Washington terminó con un protocolo, que los gobierno de Chile y Perú aceptaron después de apasionadas discusiones, y por lo cual se entrego la resolución definitiva del litigio al arbitraje del presidente de los Estados Unidos. Este magistrado debía decidir si se efectuaba o no el plebiscito contemplado en el contrato de Ancón; en caso afirmativo, en qué forma debía realizarse, y en caso negativo cuál sería el destino de las provincias disputadas”. “Por muerte del presidente Harding, le correspondió pronunciar el fallo a su sucesor, el presidente Coolidge, quien se decidió a favor de la doctrina chilena, en sentido de que el plebiscito debía llevarse a la práctica”. “El representante de árbitro, general Perhing, se trasladó a la zona en disputa con el propósito de presidir el plebiscito. Las dificultades comenzaron cuando se entró a calificar a las personas que debían votar en el plebiscito: se suscitaron incidentes enojosos entre chilenos y peruanos, que exaltando los ánimos, provocaron las más lamentables violencias. El general Pershing regresó a Estados Unidos, el Perú suspendió la inscripción de sus connacionales, y el representante del árbitro, almirante Lassiter, declaró que el plebiscito era impracticable, lo que constituyó una ruidosa victoria diplomática peruana”. En 1928, a invitación del presidente Coolidge, Chile y Perú reanudaron sus relaciones diplomáticas y acreditaron sus respectivos embajadores. Gobernaban en Chile Carlos Ibáñez y en Perú Augusto Leguía. Fruto de nuevas negociaciones fue el tratado de Lima (1929), en cuya virtud se acordó la vuelta de Tacna a la soberanía peruana, quedando Arica en poder de Chile. Además Chile entregaba al Perú 6 millones de dólares y le reconocía la facultad de construir dentro de la bahía de arica un malecón de ataque, un edificio para aduana, y una estación de termino del ferrocarril de Arica a Tacna. El morro de Arica no podría ser fortificado y ninguna de las partes podría ceder a una tercera potencia el todo o una porción de los territorios objeto del trabajo. El límite, o línea de la Concordia, se trazó a diez kilómetros al norte de la línea del ferrocarril de Arica a La Paz.

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